La alcancía escuálida

Alfredo  Fernández  Rodríguez

Metrobus en La Habana.  Foto: Caridad
Metrobus en La Habana. Foto: Caridad

Cuando abordo un ómnibus urbano en La Habana mí moneda de $ 1 pasa por encima de la alcancía para colocarse en la mano del chofer, él, me devuelve un gesto cómplice y lo guarda sigilosamente.

La escena se ha vuelto cotidiana. No sin asombro he visto como a falta de mecanismos estatales que faciliten el cambio en monedas, se ha convertido en acuerdo tácito entre la población, el pago de  $1 por un servicio que oficialmente tiene el precio de 40¢.

Gano un salario mensual de $415 y al menos tomo diariamente dos guaguas, lo que implica ceder $1.20 al estado, por tanto pago el equivalente del pasaje de tres ómnibus que no abordo.

Esta despreocupación estatal me hace perder alrededor del 10% de mi salario. Si  a esto se añade que al abonar gratuitamente vez y medio el valor real del pasaje en alcancía, no recibiré más eficiencia en los servicios de transporte urbanos.

El estado tiene que ser un facilitador de la calidad de vida y no un entorpecedor de la misma. En estas condiciones el pago del transporte urbano deviene una agresión a los trabajadores cubanos que ya tienen menguado su poder  adquisitivo.

Yo, que considero un deber ciudadano pagar el ómnibus, justifico entregárselo al chofer, más que a ese ente abstracto llamado estado.

Por todo lo anterior hago pública mi decisión de no abonar el pasaje de los ómnibus urbanos de  Ciudad Habana,  a menos que posea los exactos 40¢.

Alfredo Fernandez

Alfredo Fernandez: No me fui de Cuba, pues uno no se marcha de donde nunca ha estado. Luego de gravitar por 37 años en esa extraña isla, logré pisar tierra firme, sólo para comprobar que no he llegado a ninguna parte. Quizás y nunca perteneceré a sitio alguno. Ahora vivo en Ecuador, pero por favor, no me crean del todo que ando donde digo, mejor localícenme en la Cuba de mis sueños.

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