Hasta pronto, Howard

Armando Chaguaceda

HOWARD ZINN - Photo: esquife.cult.cu

Howard Zinn (24 de agosto de 1922 – 27 de enero de 2010), militante anarquista, activista social, historiador y politólogo estadounidense, ha partido de viaje.   Referente del movimiento por los derechos civiles y contra la guerra en los EEUU, es autor de más de 20 libros, incluyendo A People’s History of the United States,  editada en español como La otra historia de los Estados Unidos en España y Cuba.

Profesor emérito de la  Universidad de Boston, ha reventado los diques que aíslan el conocimiento aséptico del compromiso, las composturas y rituales formales del desenfado y la frescura, la pedantería de la erudición.

Su obra teatral “Marx en el Soho es uno de los mejores ejemplos de comunicación masiva del legado socialista, aderezado con pinceladas de humor, desmitificación y crítica no panfletaria a los regímenes burgueses y estalinistas.

Expuesta en salas teatrales habaneras en una excelente recreación del actor Michaelis Cué, fue posteriormente emitida por la Televisión Cubana, como loable (y lamentablemente escasa) muestra de heterodoxia socialista.

Quienes leen esta pequeña crónica, que duele escribir, se preguntará porque hablo de Zinn en presente.  La emoción impide al autor coordinar tiempos e ideas, dirán algunos. Lo primero es cierto, más no lo segundo.  Me niego a situar a Howard en ese pasado tan presto a los mausoleos y las conmemoraciones, o en el “futuro luminoso” que sirve para justificar nuestra pereza e inacción.

Zinn mismo nos lo recuerda, en un texto que cada año  comparto con mis alumnos “El pesimismo se convierte en una profecía que se autocumple, se autoreproduce y mutila nuestra voluntad de actuar (…) si actuamos, por pequeña que sea nuestra acción, no tenemos por qué sentarnos a esperar que llegue un futuro grandioso y utópico.  El futuro es una sucesión infinita de presentes y vivir ahora como pensamos que deberían vivir los seres humanos, a despecho de todo lo malo que nos rodea, es en sí mismo una victoria maravillosa.”

Hace apenas unos días invocaba su vivo legado, en un texto sobre el conservadurismo del establishment gringo.  Hoy prefiero creer, en mi inconsolable ateísmo, que nuestro amigo ha partido, como el Marx de su obra, a proseguir su pelea contra los demonios del poder en los confines de la galaxia y en los pasillos de la eternidad.

Y que como el Moro del Soho,  estuvo apenas un rato con nosotros para sacudirnos, lúcido, bromista e implacable, las conciencias. Lo demás… lo demás nos quedará por hacer a nosotros.

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