Frenesí de consumo en Venezuela

Por Humberto Márquez

La suerte de la economia venezolana es seguido de cerca en La Habana. Foto: Caridad

HAVANA TIMES, 12 enero (IPS) — Decenas de miles de consumidores en Venezuela tomaron casi por asalto las tiendas de electrodomésticos y otros bienes duraderos apenas el gobierno anunció una devaluación de 50 por ciento en la moneda, el bolívar fuerte.

Este martes seguían formándose, ante establecimientos en Caracas y ciudades del interior, largas filas de ansiosos compradores a quienes los comerciantes dejaban pasar en pequeños grupos para escoger mercancía y cancelarla, sin pedidos de rebajar precios.

El consumismo estalló la mañana del sábado, después que el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, anunció que las divisas, a las que sólo se accede bajo estricto control gubernamental, ya no se entregarían al tipo de cambio de 2,15 bolívares por un dólar, como ocurría desde 2005, sino a 4,30, para la mayoría de las operaciones económicas.

Una franja de importaciones esenciales, como alimentos, medicinas y algunos bienes de capital, así como los gastos del Estado en el exterior y limitadas remesas enviadas a familiares, estudiantes y jubilados en el extranjero podrán hacer las operaciones con un tipo de cambio de 2,60 bolívares por cada dólar.

El bolívar se apellida “fuerte” en Venezuela desde 2008, cuando el gobierno recortó tres ceros a la moneda local, que fue una de las más sólidas de América Latina hasta 1983, cuando experimentó su primera maxi-devaluación.

Hay que aprovechar rápido

“Todo costará el doble en unas semanas. Hay que aprovechar rápido y junté unas puyitas (centavos) para llevarme lo que pensaba comprar a mitad de año”, dijo a IPS el chofer de autobús José Velásquez, a las puertas de una tienda en el céntrico barrio caraqueño La Candelaria, donde compró televisor, licuadora y horno de microondas.

En el nordeste de la ciudad, la profesora Damelys Duarte dijo a IPS, mientras dos hijos montaban en su camioneta un equipo de aire acondicionado, que “esta compra iba a hacerla cuando lleguen los meses de más calor (después de marzo), pero entonces será más cara o quizás se agoten los equipos y no lleguen nuevos”.

Con esa conducta, los consumidores con mejor poder de compra en este país, donde la pobreza aún azota a 24,2 por ciento de sus 28 millones de habitantes según cifras gubernamentales, reaccionaron de modo diferente a como les solicitó Chávez.

“Algunos burgueses están diciendo que por las medidas anunciadas deben incrementar precios. ¡De ninguna manera lo vamos a aceptar! Hago un llamado a que no lo hagan y al pueblo a que no lo permita. No hay ninguna razón para que aumenten los precios de nada”, dijo el mandatario.

“Quiero que la Guardia Nacional (fuerza militar con funciones de policía) se vaya a la calle a luchar contra la especulación”, agregó el presidente, y, utilizando como ejemplo algún expendio de carne que venda con sobreprecio, advirtió que “le quitaremos el negocio a quien especule y se lo entregaremos a sus trabajadores”.

La razón de la medida

“Hemos estado vendiendo los dólares muy baratos y durante mucho tiempo, y entonces muchos sectores prefieren importar, porque les resulta muy barato, más que incrementar esfuerzos para producir aquí”, expuso el presidente Chávez, al tiempo que anunció un fondo de 1.000 millones de dólares para incentivar nuevas exportaciones.

Rodrigo Cabezas, ex ministro de Finanzas de Chávez, abundó diciendo que “el precio cambiario fijo de 2,15 bolívares por dólar se hizo insostenible en el contexto de una inflación moderada, pero recurrente, de cuatro años, que derivó en pérdida del poder de compra de la moneda nacional frente al dólar”.

La inflación en Venezuela fue de 31 por ciento en 2008 y 25 por ciento en 2009.

Venezuela obtuvo desde 2003 ingresos anuales crecientes, gracias a su exportación petrolera, hasta rozar los 90.000 millones de dólares en 2008, pero sus exportaciones no tradicionales apenas pasaron de 5.000 millones ese año y en 2009 se redujeron a 3.000 millones.

Como contrapartida, las importaciones alcanzaron un récord de 48.000 millones de dólares en 2008, y el año pasado, cuando la se retrajo 2,9 por ciento, Venezuela destinó 37.000 millones de dólares a compras externas. Unos 7.000 millones se utilizaron para traer dos de cada tres kilogramos de alimentos cotidianos.

Para José Guerra, director de la Escuela de Economía de la caraqueña Universidad Central, la medida del gobierno “es netamente fiscalista”.  “Una devaluación no hace crecer la exportaciones de la noche a la mañana y menos cuando el conjunto de la política económica ha destruido estos años buena parte del aparato productivo”, aseguró.

Guerra, opositor al presidente Chávez, dijo a IPS que “esta devaluación simplemente significará más plata para el gobierno y menos para la gente.  El pueblo, especialmente los más pobres, financiarán al Estado con más inflación”.

El economista Orlando Ochoa advirtió, a su vez, que “pocas veces se ve en el mundo un sistema de cambio que privilegie tanto al sector público, pues importará a una tasa de 2,60 y exportará a otra de 4,30 obteniendo un gran diferencial en bolívares”.

El nuevo esquema cambiario prevé que el gigante consorcio estatal Petróleos de Venezuela (Pdvsa), en los hechos casi el único exportador, reciba 4,30 bolívares por cada dólar producto de sus ventas. Pero, como el resto del Estado, para sus compras en el extranjero cada dólar se le entregará a cambio de 2,60 bolívares.

Pdvsa no sólo arrastra deudas con proveedores y firmas contratistas estatizadas en los últimos años, sino fuertes compromisos de inversión en el país y el extranjero, una convención colectiva con más de 70.000 trabajadores que cuesta unos 8.000 millones de dólares y es, además, un gran ejecutor de programas sociales del gobierno.

Según la firma de consultoría Ecoanalítica, la devaluación proveerá al gobierno unos 100.000 millones de bolívares (23.000 millones de dólares a la paridad de 4,30) adicionales al presupuesto ordinario, que es de 159.000 millones de bolívares.

Economistas recuerdan que para el presupuesto nacional se calculó vender el petróleo a razón de 60 dólares por barril (de 159 litros) y esa unidad oscila entre 70 y 80 dólares en los mercados internacionales.  Adicionalmente, el Banco Central entregará al Poder Ejecutivo 7.000 millones de dólares de reservas que considera excedentarias.

Prácticamente todos los dirigentes de oposición consideran que por ello la devaluación no sólo es fiscalista sino electoralista, pues el gobierno dispondrá de 50 por ciento de recursos adicionales al presupuesto, para utilizarlos prácticamente a discreción, en este año signado por la elección parlamentaria prevista para el 26 de septiembre.

La Asamblea Nacional, el parlamento unicameral de 167 escaños, quedó totalmente en manos del oficialismo en 2005, cuando la oposición no se presentó a las elecciones aduciendo falta de transparencia.  Posteriormente, un puñado de legisladores rompió con el partido del gobierno.

Consecuencias

Según varias firmas encuestadoras, la popularidad de Chávez, quien ha ganado con más de 55 por ciento de los votos en la mayoría de las consultas electorales desde 1998, se ha deteriorado el último año y la oposición tendría opción de equilibrar fuerzas en el nuevo parlamento o al menos hacerse con una bancada considerable.

El presidente ya se declaró en campaña al frente de su Partido Socialista Unido de Venezuela, advirtiendo que si la oposición gana el parlamento anulará leyes y medidas con las que ha impulsado su proyecto, que denomina Socialismo del Siglo XXI.

En lo económico, las decenas de miles de consumidores lanzados sobre las tiendas de electrodomésticos no dejaron lugar a dudas de que esperan una inflación, quizá elevada, como ocurrió en el pasado cada vez que se produjo una fuerte devaluación.

“Sería tonto por mi parte negar que esta medida vaya a generar impacto en los precios”, dijo el ministro de Finanzas, Alí Rodríguez, y calculó que el efecto de la devaluación en la inflación será de entre tres y cinco puntos porcentuales sobre la estimación para 2010, que era de entre 20 y 22 por ciento.

En cambio, el ex director del Banco Central y maestro de varias generaciones de economistas, Domingo Maza, consideró que a raíz de la nueva medida la inflación venezolana en 2010 “podría estar entre 50 y 60 por ciento”.

Para Maza, otros economistas y empresarios, el impacto de la devaluación está asociado a si se mantendrán las limitaciones y demoras en la entrega de divisas por parte del gobierno a los operadores privados.

En los últimos años ha funcionado un mercado paralelo basado en la permuta de bonos de la deuda pública adquiridos con bolívares pero denominados en dólares, y en el que la divisa vale entre dos y tres veces lo que el tipo de cambio oficial.

Muchos importadores y viajeros recurrieron a este “dólar permuta” para financiar sus gastos en el exterior, pero bajo el temor del castigo porque el control de cambio ha sido tan draconiano que se dictó una ley para penar con cárcel a quien mencione públicamente el valor de ese dólar paralelo.

Parlamentarios oficialistas estudian derogar esa norma para facilitar las operaciones del Banco Central en el mercado de permuta, que aliviarían la demanda de dólares a los tipos de 2,60 y 4,30 bolívares fuertes.

Finalmente, la medida afecta la repatriación de dividendos esperada por empresas trasnacionales con ingentes ingresos en bolívares. Por ejemplo, la firma española Telefónica contaba con repatriar 2.000 millones de dólares, pero esa suma se reduciría a la mitad.