Esperanza de viajes
Irina Echarry
Viajar es una constante en el pensamiento de los cubanos.
Será por las prohibiciones a la hora de salir al extranjero (el cubano que desea viajar debe recibir una carta de invitación, no puede solicitar la visa e ir directo al aeropuerto a comprar un pasaje), o por las dificultades que hay que enfrentar cuando el viaje es dentro del país (demora en la compra del pasaje, retraso en la salida de los ómnibus). Pero una vez que se materializa la intención, el cuerpo y el alma lo agradecen.
Hay muchos rumores en la capital del país. Las “bolas” se corren de boca en boca, se agrandan y el Estado no dice nada definitivo sobre el tema.
Se comenta que van a eliminar la Tarjeta Blanca, el permiso de salida que otorga el gobierno cubano a sus ciudadanos para poder salir del país.
También se cree que cuando se haga realidad la moneda que circulará en los países miembros del Alba, sus habitantes podrán viajar de un país a otro sin visado previo, como en la Unión Euopea.
Pero tengo mucho escepticismo con respecto a esto último, no solo porque falta mucho para lo de la moneda única, sino porque pienso que es muy difícil que un gobierno que ha temido tanto a los viajes (poniendo restricciones para salir y luego para entrar si a alguien se le ocurrió no regresar cuando se esperaba), abra las puertas de la celda así como así, para que sus ciudadanos se desplacen por donde quieran.
El caso es que la gente sigue deseando que respeten su derecho a entrar y salir de Cuba, a conocer el mundo, a elegir dónde vivir.
Tan es así, que este 31 de diciembre, según me contó una amiga de Centro Habana, además de los cubos de agua que tradicionalmente se dejan caer por los balcones a las doce de la noche, como símbolo de limpieza espiritual; muchos jóvenes salieron a las calles rodando maletas y cargando maletines, según parece como augurio de viajes.
Por mi parte, si tuviera algún poder, desearía que este año 2010 se cumplan las esperanzas de viajes de todos los cubanos y cubanas que lo necesiten.