Entre risas y afectos
Alfredo Fernández Rodríguez
Cuando la mediocridad y el deterioro se vuelven norma en todos los espacios e instituciones de un país, existen personas que dicen basta y desde un humanismo a prueba de indolentes y apáticos realizan obras que sólo por las condiciones y el momento en que se hacen, bastan para ser admiradas.
Este es el caso del proyecto de salud y recreación del Adulto Mayor Dr. “Santiago Ramón y Cajal” que ejecuta “La Oficina del Historiador de La Ciudad de La Habana” en el Municipio de La Habana Vieja.
El proyecto deviene contragolpe de humanismo y amor a la desilusión de muchos ancianos que dedicaron los mejores años de sus vidas a la construcción de una sociedad que hoy los convierte en su sector más vulnerable, al tiempo que dota de esperanza a la población de un país que en pocos años será de las diez más viejas del planeta y que, de modo general, carece de una cultura de la vejez.
Los ancianos, con varias casas de atención en el municipio, pasan la mañana entre risas y afectos, atendidos por un personal sobradamente profesional que los recibe con el desayuno y que a media mañana le dirigen una gimnasia que les evita dolores y les alarga la vida. T
Todo esto desde la comprensión de expertos de la salud que demuestran pasión en su labor, pese a lo insuficiente del salario o lo dificultoso del trabajo por la ausencia en ocasiones de la logística necesaria.
Los integrantes del proyecto de atención al Adulto Mayor en el Municipio de La Habana Vieja me recuerdan a Jorge Luis Borges en su poema “Los Justos,” cuando dice:
…esas personas que se ignoran, están salvando al mundo.