El Perfume

Osmel Almaguer

Vendedoras en la Habana, photo: Elio Delgado
Vendedoras en la Habana, photo: Elio Delgado

Mientras escribo este diario, por la ventana que comunica mi casa con la de mi padre entra un olor a carne de cerdo asada muy delicioso. Parece que hoy comeremos mejor, porque llevamos varios días a base de arroz, frijoles y aguacate.

Por la otra ventana, la que da para los corrales, entra una peste que me dice que están muy sucios, y los puercos no han sido bañados. Huelen como a fango mezclado con sancocho y heces, todo fermentado.

Los olores nos brindan información acerca de las cosas que no conocemos. Mi padre, por ejemplo, huele casi siempre a sudor fuerte porque trabaja mucho en la carpintería, lo que indica que se esfuerza mucho para que podamos comer, a veces, carne como esa que huele tan bien.

Cuarenta y ocho veces al mes me subo a guaguas en las que se sientes olores parecidos al de los corrales de mi casa, que no vienen del fango, ni del sancocho y mucho menos de las heces, sino que me indican que la gente pasa mucho trabajo.

No ya para poder comer la carne del cerdo, sino también para comprar periódicamente un aseo que ronda los 10.00 CUC mensuales, sin que haya otra oferta.  Siempre hay quien gana mucho y no tiene hábitos higiénicos, otros no ganan tanto pero se cuidan mucho, aunque al subir en la guagua todos los olores y fluidos se mezclan.

Según el poeta francés Baudelaire, los olores estimulan directamente los recuerdos, por eso a veces, caminando por la calle, siento como si estuviera en el ballet, o en un restaurante, o en una casa en la playa, escuela en el campo, etc.

El olfato es el sentido más primitivo, del que menos se sabe y más instintivamente nos afecta. Patrick Suskind, en su novela El Perfume, aporta sus grandes conocimientos acerca del tema.

Desde pequeño siempre tuve predilección por los perfumes, aunque hasta ahora nunca he podido comprarme uno verdaderamente bueno, pues el dinero no me alcanza.

Con menos de 10.00 CUC no me puedo comprar uno de los que duran horas en la piel, y aunque los hay para todos, desde el que menos tiene hasta el que más, solo los que tienen familiares que se los envían del extranjero pueden tener uno de los buenos, pues aquí, el Montecristo, que cuesta unos 22.00 CUC, siendo así el más caro, no deja de ser un perfume regular. No obstante, para tenerlo, no me alcanza con mi salario de un mes.

osmel

Osmel Almaguer: Hace poco solía identificarme como poeta, promotor cultural y estudiante universitario. Ahora que mis nociones sobre la poesía se han modificado un poco, que cambié de labor y que he culminado mis estudios ¿soy otra persona? Es usual acudir al status social en nuestras presentaciones, en lugar de buscar en nosotros mismos las características que nos hacen únicos y especiales. Que le temo a los arácnidos, que nunca he podido aprender a bailar, que me ponen nervioso las cosas más simples y me excitan los momentos cumbres, que soy perfeccionista, flemático pero impulsivo, infantil y anticuado, son pistas para llegar a quien verdaderamente soy.

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