Del miedo al Negro y al Gay

Alfredo Fernández Rodríguez

Besando en La Habana. foto: Caridad

Hoy hablaré de dos miedos que se localizan de alguna manera en cada uno de nosotros.

Hace unos días en mi centro de trabajo (Museo Nacional de Historia de la Ciencia Carlos J. Finlay) al concluir una reunión de departamento, una compañera, negra, recién graduada de Historia, expresó sin mayores tapujos su indignación por la reiterada aparición de relaciones homosexuales en la televisión cubana.

Puso como ejemplo de su cólera, que mientras miraba a deshoras la televisión con su hermana de 8 años,  vieron una escena de muchachas besándose y ante la pregunta de la niña  de por qué lo hacían, desesperada acudió a más de un subterfugio, para engañar a la menor con respecto a la evidente relación.

Mi compañera, como era de esperar de un país machista, fue apoyada por casi todos, especialmente por otra colega, negra y también joven, quien dijo no tener nada contra los homosexuales, aunque no  estaba de acuerdo con la promoción que estos reciben últimamente en los medios cubanos.

Lamentablemente hay muchos padres que en Cuba educan a sus hijos concibiendo solo como relación de pareja, la heterosexual.

Yo que soy mulato o jabao, (según se quiera) y que entre mis debilidades cuento  la heterosexualidad, no pude más, y espeté a mis compañeras: “Si son observadoras, verán que  argumentos no muy diferentes a los suyos son a los que aluden algunas personas blancas para que no halla negros en nuestra TV.  Y mucho menos relaciones interraciales en nuestras telenovelas.

A estos racistas de baja intensidad se le pueden escuchar los más disímiles argumentos para justificar su postura, como, por ejemplo: “Dios, que no pongan a los negros con las blancas en la televisión, porque si por eso mi hija esta con un negro, yo creo que me muero” o “Que no pongan tanto a los negros en la televisión que después mis hijos van a querer andar con ellos.” Para contradictoriamente concluir: “Yo no soy racista.”

Y aunque no pueda decir que di una lección  a mis compañeras, sí las sumergí en un profundo silencio.

Como científico social pienso que la cuestión del  PREJUICIO lleva  “la varilla alta,” sino de que valen 5 años de estudios universitarios, si termínanos  pensando tal cual nuestros padres.

Articulos recientes:

  • Cuba
  • Reportajes
  • Segmentos

15 años de prisión a la joven que transmitió las protestas

Se intenta suicidar en prisión Fray Pascual Claro Valladares al conocer su sentencia, de 10…

  • Cuba
  • Opinión
  • Segmentos

“Distorsiones” de moda en Cuba

Nada nuevo, pero resulta que la palabra se ha puesto de moda, y esta semana…

  • Cuba
  • Reportajes
  • Segmentos

San Antonio de los Baños, donde el humor dio paso al dolor

Sin electricidad y sin acceso a la red de redes, así pasan los habitantes de…

Con el motivo de mejorar el uso y la navegación, Havana Times utiliza cookies.