Cineasta Alejandro Ramírez desde Haiti

Alejandro Ramirez Anderson

HAVANA TIMES, Jan. 20 — Alejandro Ramírez Anderson, 35, cineasta quien estudió dirección en Cuba y reside en la isla, se encuentra en la golpeada ciudad portuaria de Jacmel, Haiti a 40 kms. al sur de Puerto Príncipe.  Consternado por la cobertura periodística que ha visto en los días después del devastador terremoto en Haití, decidió escribir una carta abierta con su visión de los acontecimientos.

Alejandro Ramírez desde HAITI!

“Los medios de información desinforman”

Esto lo leí una vez en un libro de Eduardo Galiano y nunca como ahora lo había notado tan claramente.

Ahora que tengo acceso a las cadenas de televisión extranjeras, a los monstruos de la información me doy cuenta como nunca de la manipulación, el mundo esta viendo las escenas donde por mal manejo de las agencias de ayuda humanitaria y por desorganización de las autoridades que supuestamente deberían de entregar la ayuda, la gente se pelea por ella.

Que es eso de tirar agua desde un helicóptero, eso no es tener dignidad, las ayudas no están llegando por que las agencias tienen miedo de los caminos, están haciendo mucho más daño del que ya hay. No he estado en Puerto Príncipe pero puedo dar fe que en Jacmel no es la situación que presentan.

Ellos escogen las escenas más fuertes, las más morbosas y las más amarillistas y te las repiten una y otra vez y van creando una imagen totalmente distorsionada de la realidad.

Haití es un pueblo que sufre este terremoto como la peor desgracia de estos años, encima de todos los problemas que ya lleva en su lomo, pero a pesar de eso hay en este pueblo un sentimiento de salir adelante, de organizarse para resolver los problemas.

Fui testigo de familias que los vecinos fueron los que ayudaron en los momentos mas difíciles por falta de ayuda gubernamental u oficial, fue la propia gente que ayudo  metiéndose en los escombros para sacar a los que aun estaban vivos, donde no podían levantar las placas de cemento no había nada que hacer.

Fueron familias de muchos pueblos lejanos a Puerto Príncipe los que han alojado a los que se quedaron sin techo en la ciudad.

En el campo de fútbol de Jacmel donde hoy se refugian 3200 personas que se quedaron sin casa tiene todo un sistema de cocinas colectivas y las madres y mujeres se turnan para cocinar a toda la gente, los hombres trozan la leña con las hachas y cargan los sacos de comida y los niños hacen su cola organizadamente  para llenar sus tambos de agua y los que ya los llevaron a sus familias que se refugian en techos de nylon juguetean sonriendo.

A la oficina de CROSE (Coordinadora Regional de Organizaciones del Sudeste) llegan muchas personas todos los días para ver como pueden ayudar voluntariamente, son los que han recorrido todos los barrios de Jacmel a pie, incluso en la montaña para sacar las estadísticas de las casas afectadas y las familia con problemas.

Se habla de la creciente inseguridad, que no se puede transitar por ningún lado por el saqueo y no niego que pueda haber actos delictivos, pero es lógico que saquen las cosas de los comercios que se derrumbaron y se las lleven, este pueblo tiene hambre de siglos, no es razonable que se quede la comida enterrada en estos momentos.

Sin embargo he caminado todas las calles de Jacmel con mis dos cámaras al cuello sin sentir una pizca de agresividad o alguna mirada extraña, cosa que no puedo hacer en ciudad Guatemala o en Caracas, toda la gente me ha recibido con afecto e incluso me han llevado a los lugares donde están sus problemas y lamento mi nulo conocimiento del cróele o del francés por que me contaban historias que no podía entender, sin embargo muchos hablan español y ellos lograron decirme sus sentimientos, a mi un blanco desconocido que invade sus espacios.

Hicimos el camino de Jacmel a Anse-a-Pitre, en un carro de CROSE, una Nissan 4×4, llena de maletas y bultos y en los 187 kilómetros que separan estas dos comunidades no encontramos ningún problema de pillaje como suelen decirle, si vi muchas gentes montadas en sus burros yendo al campo a trabajar, los

carboneros haciendo sus hornos, las mujeres cargando agua como siempre, los mercados comunitarios vendiendo sus productos, precios mas altos si, claro, el precio de la gasolina ha subido mucho y eso encarece todo, pero la gente del campo hace su vida normal, se buscan la vida con su trabajo, que muchas veces no les alcanza para comer.

Entonces como pueden decir los medios que todo es desastre si haya un montón de corazones que aun laten con un sentimiento humano de solidaridad que siempre se nota mas entre los que menos tienen y este pueblo es posiblemente uno de los pueblos que menos tenga y mas en estos momentos.