Cuba y el precio de la apatía en política

Por Pedro Campos

“El precio de desentenderse de la política es el de ser gobernados por hombres peores” – Platon

Foto: Caridad

HAVANA TIMES — Empiezan en Cuba las discusiones del nuevo Código del Trabajo. No basta con opinar, con expresar lo que creemos en las reuniones verticalistas que se desarrollarán. Todos debemos exigir que el proyecto final sea sometido a referendo nacional, libre y democrático, puesto que se trata de un asunto que nos compete a todos.

Desgraciadamente en Cuba, a consecuencia de la política de exclusión del gobierno, muchos dirán: “no me importa lo que ahí se apruebe. Todo lo de este gobierno me es indiferente”.

Grave error. El código del trabajo tiene que ver con todos los ciudadanos.

Recientemente mi amigo y compañero de luchas por el Socialismo Participativo y Democrático, Félix Sautié publicó una crónica sobre la desmotivación que percibe en algunos sectores de la sociedad cubana  en relación con la participación en los procesos de cambios que tienen lugar en nuestro país. Y no solo respecto a las modestísimas transformaciones de la “actualización”, sino a los procesos socioeconómicos y culturales generales que sufre Cuba.

Efectivamente, tiene él mucha razón en que no pocos ciudadanos optan por desentenderse de todo ante la imposibilidad de poder influir realmente en esos procesos, los cuales el estado-gobierno-partido trata de controlar como si fueran de su propiedad privada y no competencia de todos y cada uno de los ciudadanos que después vamos a sufrir las consecuencias.

Y es que, desagraciadamente, tanta decepción acumulada por los fracasos ante los grandes esfuerzos del pueblo cubano y los pocos avances concretos en el nivel de vida de las mayorías sacrificadas, han terminado por convencer a muchos de que no vale la pena decir ni hacer nada.

La misma burocracia se encargó de propalar el dicho conformista y contrarrevolucionario: “esto no hay quien lo arregle; pero no hay quien lo tumbe”.

Y es precisamente la forma en que se gobierna Cuba hace medio siglo, la que no crea actores políticos sino espectadores, pues todo se ha decidido desde arriba con abuso de los decretos presidenciales.

Quiénes han actuado, proponiendo que se gobierne de otra manera, han terminado todos aplastados por la maquinaria gubernamental, silenciados y excluidos, en el mejor de los casos, cuando no presos o exiliados; mientras que la “política de cuadros” se ha encargado de promover a los leales.

Foto: Caridad

La llamada “dirección histórica” que controla el país, el gobierno, el estado y el partido, desde hace más de 50 años, secuestró la política para sí, y desde entonces, todos los que se atrevieron a tratar de difundir, no ya de hacer, otras políticas diferentes a las suyas, sea en la economía o en otras áreas de la sociedad, fueron y siguen siendo tildados de “contrarrevolucionarios”, “agentes del imperialismo” y toda esa ensarta de maniqueas manipulaciones típicas de los gobiernos de corte neo-estalinista.

Y es que existe una relación directamente proporcional entre un gobierno autoritario, como el cubano, y una débil participación popular en las decisiones.

No podemos olvidar que el autoritarismo y la falta de democracia en Cuba tuvieron su origen en las condiciones militaristas concretas en que triunfó la revolución del 59, en medio de la “guerra fría”, cuando el socialismo predominante era ese estatalista y centralizado, todo lo cual posibilitó que se mostrara la personalidad autoritaria del líder.

Un factor decisivo, en ello, fue que el pueblo depositó ciegamente toda su confianza en él, se conformó con la postergación indefinida de las elecciones democráticas y aceptó primero la “justicia social” que demandaban los comandantes de La Sierra.

Eso no quiere decir que fuera el pueblo el culpable, sino que de su nobleza y entrega, se valió el autoritarismo que aún gobierna Cuba. Los máximos responsables de esa apatía que se observa en no pocos cubanos, no son los que no participan, sino quienes han impedido e impiden la participación, la cual restringen a dar opiniones en el “lugar, tiempo y espacio” que deciden los de arriba.

Pero no podemos resignarnos a que la gente no participe, no opine, no busque formar parte de las decisiones, porque si no estaremos condenados a tener siempre gobiernos autoritarios.

Bertolt Brecht expresó: “El peor analfabeto es el analfabeto político. No oye, no habla, no participa de los acontecimientos políticos. No sabe que el costo de la vida, el precio de los frijoles, del pan, de la harina,  del vestido, del zapato y de los remedios, dependen de decisiones políticas. El analfabeto político es tan burro que se enorgullece y ensancha el pecho diciendo que odia la política. No sabe que de su ignorancia política nace la prostituta, el menor abandonado y el peor de todos los bandidos que es el político corrupto, mequetrefe y lacayo de las empresas nacionales y multinacionales”.

Si queremos salir adelante, si queremos salir del estado actual de cosas en que se encuentra el país en lo económico, político y social, tenemos que actuar, romper la apatía de los que han perdido las esperanzas, incentivar la participación, la emisión de opiniones, el combate a las violaciones de los derechos de los demás, a las imposiciones, al autoritarismo y desde luego luchar, por todas las vías pacíficas posibles por la libertad de expresión.

Cada cubano debe reconocerse libre de expresar lo que entienda, no importa lo que otros consideren, no importa que existan absurdas disposiciones que impidan la libre y respetuosa expresión.

Cada cubano tiene derecho a exigir su participación en las decisiones, más allá de los debates, que a todos nos conciernen, a reclamar en todos los lugares posibles, en todas las tribunas, en todas las reuniones, su derecho a expresarse libremente, a que las leyes no se sigan dictando como decretos y a que se sometan a la consideración y votación de todos, a referendo popular.

De nosotros, de todos nosotros depende que sigamos viviendo bajo un esquema de opresión generalizada, de un estado cuya elite burocrática toda lo controla y decide.

Y nadie venga con absurdas acusaciones de que estamos llamando a la subversión, ni nada por el estilo. Estamos llamando al pueblo a exigir pacíficamente su participación en las decisiones. ¿O de qué socialismo se está hablando?

Los trabajadores y el pueblo todo, por su importancia, deben exigir que el código del trabajo sea sometido a referendo popular.

La apatía en política cuesta muy cara.

Socialismo por la vida
—–
Pedro Camps: [email protected]

 

11 thoughts on “Cuba y el precio de la apatía en política

  • Excelente artículo de Pedro Campos que reclama algo tan elemental y tan propio de cualquier proyecto de socialismo democrático como la convocatoria a referéndum de un nuevo Código Laboral ¿No es el el cubano un sistema socialista de obreros y campesinos, como dice la Constitución? ¿No son los referéndums y los plebiscitos mecanismos de la democracia directa que dice personificar ese mismo socialismo? Es hora ya de integrar a toda la ciudadanía al debate nacional sobre las nuevas leyes que Cuba necesita en el siglo XXI. Luego de ese referéndum, deberían convocarse otros, como aquel que deberá decidir si se establece la reelección indefinida o limitada de los dirigentes y si se admite o no más de un partido político.

  • La idea expresada en el párrafo donde se dice: “Los trabajadores y el pueblo todo, por su importancia, deben exigir que el código del trabajo sea sometido a referendo popular”, es correcta, pero no porque un referendo vaya a cambiar nada, sino para demostrar que esa vía de acción es inoperante frente a los mecanismos de control gubernamental.
    La cúpula gobernante no necesita alterar las cifras en un referendo popular para lograr el resultado que desee, porque tiene en su mano todos los mecanismos y es experta en la manipulación de la población, antes y durante la realización del propio evento.
    Como ejemplo, recuérdese lo sucedido con la Constitución de la República, al final de la cual hay una Nota que expresa lo siguiente:
    “El 10 de junio del 2002, el pueblo de Cuba, en un proceso plebiscitario popular sin precedentes, puesto de manifiesto…en actos y marchas…a todo lo largo y ancho del país, en los que participaron más de nueve millones de personas y para la firma pública y voluntaria de 8 198 237 electores durante los días 15, 16 y 17 de ese mismo mes ratificaron el contenido socialista de esta Constitución…, e interesaron de la Asamblea Nacional del Poder Popular reformarla, para dejar expresamente consignado el carácter irrevocable del socialismo y del sistema político y social revolucionario por ella diseñado.”
    Esa Nota es debida a la Ley de Reforma Constitucional de 2002, aprobada por la ANPP, que entre otra modificaciones introdujo un párrafo al final del Artículo 3 de la Constitución, en el que se establece que:
    “El socialismo y el sistema político y social revolucionario establecido en esta Constitución, probado por años de heroica resistencia frente a las agresiones de todo tipo y la guerra económica de los gobiernos de la potencia imperialista más poderosa que ha existido y habiendo demostrado su capacidad de transformar el país y crear una sociedad enteramente nueva y justa, es IRREVOCABLE, y Cuba no volverá jamás al capitalismo.”
    Igualmente, esa Ley modificó el Artículo 137 de la Constitución, quedando como sigue:
    “Artículo 137.- Esta Constitución solo puede ser reformada por la Asamblea Nacional del Poder Popular mediante acuerdo adoptado, en votación nominal, por una mayoría no inferior a las dos terceras partes del numero total de sus integrantes, EXCEPTO en lo que se refiere al sistema político, económico y social, cuyo carácter IRREVOCABLE lo establece el artículo 3 del Capítulo I,…”
    En definitiva, la población enferma de apatía, desidia, indiferencia, desesperanza y otros males sociales inoculados durante más de medio siglo de demagogia y promesas incumplidas sobre un futuro que nunca llega, falta de líderes en los que se sienta representada, con una disidencia que no ha logrado aún nuclearse en un frente unido, será manipulada tan astuta y groseramente como lo ha sido hasta ahora, y lo tiene todo en su contra para lograr un verdadero cambio por la vía de un referendo. Sin embargo, debe exigirlo, aunque sea para comprobar una vez más su ineficacia.

  • “El socialismo y el sistema político y social revolucionario establecido en esta Constitución, probado por años de heroica resistencia frente a las agresiones de todo tipo y la guerra económica de los gobiernos de la potencia imperialista más poderosa que ha existido y habiendo demostrado su capacidad de transformar el país y crear una sociedad enteramente nueva y justa, es IRREVOCABLE, y Cuba no volverá jamás al capitalismo.”

    Para empezar, esto es una aberración jurídica, que pretende negarle a las generaciones futuras la loibertad de escoger el sistema p’olítico bajo el que quisieran vivir. Nada, que los viejitos se creen eternos.

    Para ser exactos, lo único que eterniza, o pretende hacer, es la dictadura de los cuatro o cinco viejos forajidos que quedan para desgobernar Cuba, porque socialismo jamás ha habido. En cuanto a la sociedad “nueva” y “justa”, bueno, ahí esta la realidad. nada que añadir.

  • Campos, totalmente de acuerdo contigo. Si la figura del referendo está contemplada en nuestra legislación, creo que ya es hora de aplicarla. Si pidieron más tiempo para celebrar el Congreso de la CTC, para “organizarlo mejor”, pues que incluyan un ejercicio de referendo popular para la aprobación del proyecto final, después que pase el período de debates e incluyan las demandas populares. Felicitaciones por esta muy buena idea, a la que me sumo.

  • Uno de los contados enunciados de corte político de Vargas Llosa con el cual coincido es aquel de que “No se puede dejar la política solo en manos de los políticos, pues podría empezarnos a ir mal (…) creo que todos los ciudadanos deben participar en ella, es allí donde habrán las mejores opciones”…

    Hay muchas razones detrás de la apatía del cubano promedio actual, algo que incluso resulta negativo para el actual proceso de reformas que se propone el Gobierno, pues el que calla y en apariencia otorga, luego hace a su manera la labor de zapa, royendo la cuerda como el ratón. En silencio.

  • Muy bueno yo voy a proponer el referendo en mi trabajo.

  • Pedro muy bueno el artículo. Felicidades. La izquierda democrática tiene un buen valuarte. Es hora de unir a todos los cubanos sean de izquierda o derecha o centro pero que amamos la democracia y la libertad.
    No más elite, monopolio estatal o de cualquier otra índole. No más totalitarismo.

  • Creo efectivamente Julio, que no hay que ser de esta o aquella tendencia política para entender la importancia que tiene el Código del trabajo, sus consecuencias para el futuro de los trabajadores cubanos y asumir una posición en consecuencia. Es hora de que empecemos a exigir que la participación de todos los ciudadanos en las decisiones, no solo hablar, dar opiniones que sabemos que muchas ni son escuchadas. Hay que luchar porque los cubanos, todos, seamos los que decidamos nuestro destino. Y la forma más a la mano es luchar por un referendo sobre un tema que a todos concierne.

  • Qué ilusos son todos los que piensan de que las intervenciones en las asambleas de “discusión” del flamante Código del Trabajo (contradictorio y extemporáneo) o la solicitud de referendum va a cambiar algo el documento o lo que es más importante, la forma de pensar y actuar de los que gobiernan!!!

    Como si no fuera llover sobre lo mojado, es de sobra sabido que cuanta intervención se desvíe de la intencionalidad oficial no va a parar sino al cesto de la basura, independientemente que tuviera muchos, pocos o ningún voto!!!

    Eso quedó demostrado en la discusión de los LPES y de los Objetivos de la “Conferencia del PCC”. Al final, todo quedó esencialmente igual que como estaba antes, sólo se admitieron cambios cosméticos como los que hace nuestro “parlamento” de la unanimidad.

    A oidos sordos (antidemocráticos) no vale la pena interpelarlos….

    Y no se trata de apatía política…

    Qué ilusos!!!

  • Entonces Jagger qué propones? La violencia? Para qué? Para que otros violentos lleguen al poder y tengan que seguir acudiendo a la violencia para mantenerse en él. Es hora de romper el ciclo de violencia. Lo quesea que se vaya a hacer debe ser desde los medios pacíficos, políticos, el diálogo, el encuentro. Queremos vivir, no morir. Está bueno ya de odios, de reconcores. Jamas tendremos una Cuba libre si el camino escogido es la violencia. La violencia engendra violencia..

  • Totalmente de acuerdo con todo lo expresado por Pedro Campos. Lo que sucede es que para que nuestros suenos se hagan realidad sin ejercer la violencia, debemos volver a crear una sociedad civil solida, fuerte, amplia que se agrupen todos los que tengan intereses comunes . FC sabia eso y no por gusto las desmantelo todas poco a poco, creando organizaciones que solo sirven de polea de trasmision a sus intereses de poder. Estos articulos de P. Campos deben pasar en memorias flash, CD, y cualquier otro medio para que se divulgue y se crea conciencia en la sociedad, por eso no debe de haber enfrentamientos entre la oposicion, eso es darle poder al regimen. Cada cual con sus ideas cualesquiera que sean contra la dictadura deben crear sociedades que vayan empujando el muro de la tirania, pues es lo que todo cubano honesto deseamos.

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