Cese el divorcio entre la política y la ciencia

Por Pedro Campos

Foto: Irina Echarry

HAVANA TIMES — El tema de este artículo está inspirado en el escrito del Dr. Esteban Morales, “El reto de la intelectualidad”, el cual me motivó algunas consideraciones que deseo compartir con mis lectores.

En lo que la televisión y la prensa oficiales mostraron sobre las discusiones de los delegados al VI Congreso del PCC y sobre las reuniones recientes del Pleno del CC, de los Consejos de Estado y de Ministros y del último período de sesiones de la Asamblea del Poder Popular, donde se ha estado definiendo y aplicando las políticas de la “actualización del modelo económico”, se ha podido apreciar claramente la “debilidad de la relación entre política y ciencia”, como bien señala en su artículo el prestigioso académico cubano.

Y es que los políticos que están dirigiendo y tomando las decisiones, en nombre del Partido y de todo el pueblo, en sus intervenciones están demostrando que a esos niveles existe una enorme carencia de pensamiento y análisis científico sobre los problemas generales actuales de la política y la economía, y muchas de las decisiones no están sustentadas científica, sino pragmáticamente; no según las demandas de las circunstancias, sino de acuerdo con los deseos e intereses de quienes están predominando en ese ámbito.

Veamos algunos ejemplos concretos:

1- La mayoría de los análisis de científicos sociales, marxistas y no marxistas, cubanos y extranjeros, concuerdan en que el modelo económico del socialismo intentando en el siglo XX, basado en la propiedad del estado, el trabajo asalariado y la centralización de todas las decisiones importantes, no funciona y fracasó debido a que no fue capaz de superar las contradicciones entre los productores y los medios de producción, entre la producción y el consumo, entre los intereses generales de la sociedad y los particulares de los individuos, entre su economía y su política, entre la socialización de la producción y la concentración de la apropiación.

Sin embargo, a pesar del fracaso elocuente de la economía cubana, de las advertencias de muchos científicos sociales cubanos, de las evidencias presentadas por la propia prensa del partido, de la conocida indisposición de las mayorías a continuar con el mismos modelo económico y hasta las mismas críticas de la propia la dirección del partido-gobierno cubano que, por momentos, ha puesto en entredicho el modelo, no se ha propuesto superarlo, sino “actualizarlo”, “rectificarlo”, realizar una serie de cambios cosméticos y de forma, que en ningún caso han ido a sus esencias centralizadoras, monopólicas y no-democráticas.

2- Pudieran mencionarse muchas, pero quizás la decisión política más divorciada de un análisis científico, la más evidente, haya sido el decreto y la discusión sostenida en esos altos niveles, sobre la anticonstitucional “contratación de trabajadores por los cuentapropistas”, lo cual –como ya se ha explicado reiteradamente- no solo viola el espíritu, la esencia autogestionaria del cuentapropismo, sino que con ello se ha tratado de encubrir, de enmascarar el desarrollo del capitalismo privado en el cuentapropismo.

Los argumentos que se esgrimieron para aprobar el entuerto, carecen de toda cientificidad y solo demuestran cuanta razón tiene el Dr. Esteban Morales en su afirmación.

No solo se aprobó algo falto de análisis científico, que tuviera en cuenta sus eventuales consecuencias para el futuro inmediato de Cuba, sino que se adoptó la más flagrantes violación de la letra y el espíritu de la Constitución vigente, lo cual solo puede explicarse por la falta del más elemental respeto a las Ciencias Políticas, a la relación entre pensamiento revolucionario y la acción práctica, al más vulgar de los pragmatismos, a la total falta de concordancia entre medios y fines.

El único que se atrevió en el VI Congreso a cuestionar lo que se engendraba, fue un trabajador; pero los otros que participaron en la discusión y apoyaron la decisión eran burócratas dedicados a labores partidistas y de gobierno. Ninguno de los que participó, de los que se conocieron públicamente, era un dedicado a las Ciencias Sociales. El trabajador con un enfoque científico y político claro, fue aplastado por la absoluta mayoría burocrática.

Mucho antes de la celebración del VI Congreso algunos propusimos pública y privadamente que se invitara al Congreso y a la Conferencia a personalidades científicas y actores del quehacer socio-político que no eran delegados, para que contribuyeran en los análisis. Conocemos solo del caso de Mariela Castro que aportó elementos sobre el tema que ella trabaja. Ninguno de los conocidos científicos sociales críticos del sistema estatalista, fue invitado.

Tiene toda la razón el Dr. Esteban Morales, hay un divorcio entre la política que hace el gobierno partido y la Ciencia Política. El no lo dice así, pero es lo que se percibe. La política para los revolucionarios no es “el arte de los posible” como pragmáticamente dijo Kissinger, y repiten neófitos de esa filosofía, sino la práctica como criterio de la verdad, más allá de toda teoría.

Hoy vemos como las políticas del gobierno-partido cierran los ojos ante la realidad socio-política, el descontento generalizado que generan muchos de sus decretos y leyes con resultados incoherentes, por la falta de integralidad en su análisis y aplicación, debido al interés primero en la sobrevivencia del estado y su burocracia. Lo que haya que hacer a costa del pueblo y sus necesidades, parece no importar. ¿Y para quien entonces se gobierna?

Eso explica las nuevas regulaciones aduaneras, la continuación de las absurdas y expoliadoras regulaciones migratorias, la permanencia del monopolio estatal del mercado interno, todo lo que ha venido ocurriendo con el cable venezolano e Internet, así como otras medidas anti populares, antieconómicas y contraproducentes que sería largo enumerar.

Si la política ha de ser científica, ha de ser primero democrática, pues solo la más amplia participación de todos los interesados en los debates y en las decisiones, puede responder al hecho científico, a la realidad, que no puede ser sino, correspondiente con los intereses concretos del momento histórico.

Dijo Martí: “No queremos redimirnos de una tiranía parar entrar en otra. No queremos salir de una hipocresía para caer en otra. Amamos la libertad, porque en ella vemos la verdad. Moriremos por la libertad verdadera, no por la libertad que sirve de pretexto para mantener a unos hombres en el goce excesivo y a otros en el dolor innecesario. Se morirá por la República después si es preciso, como se morirá por la independencia primero”.

“Procurar desde la raíz salvar a Cuba de los peligros de la autoridad personal y de las disensiones en que por falta de intervención popular y de los hábitos democráticos en su organización cayeron las primeras repúblicas americanas”.

En estas y en otras muchas ocasiones, fue muy claro el apóstol: la esencia de la política científica radica en su vinculación con los intereses democráticos concretos de las mayorías. Cuando esto se viola, viene el divorcio entre la política y la ciencia y su más elemental consecuencia: el fracaso.

Cese el divorcio entre la política y la ciencia.
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