Aumenta la insurgencia popular pacífica en Cuba

Respuesta a parte del discurso de Raúl Castro en la Asamblea Nacional del Poder Popular el 7 de julio pasado

Penamiento. Foto: Juan Suarez

Por Pedro Campos

HAVANA TIMES — Presidente, efectivamente,  todas esas manifestaciones en su último discurso ante el parlamento cubano están presentes y en aumento. Los partidarios del Socialismo Participativo y Democrático lo hemos venido señalando en distintos artículos hace varios años; pero para nosotros, no tienen la connotación que Ud. les otorga, se deben a otras causas y, desde luego, demandan otras soluciones diferentes a más orden, disciplina y exigencia.

Para usted la causa de todo eso es la “nobleza de la revolución”, la ausencia de mano dura, de más represión; no el desastre económico, político, social y moral que nos ha traído más de medio siglo de capitalismo monopolista de estado, arropado de socialismo, de “dictadura del proletariado”, de  gobierno unipersonal y unipartidista concentrador de la propiedad y las decisiones, donde el único derecho de los ciudadanos ha sido el de “trabajar en agradecimiento y fidelidad para complacer a quiénes le dieron todo y  liberaron a Cuba de la satrapía batistiana y la explotación imperialista”.

No se percatan de que están jugando con fuego, o lo atizan deliberadamente. Prefiero creer que el Presidente es de los que no se percatan, aunque a los efectos prácticos da igual.

Su gobierno-partido-estado, según lo que se desprende de sus propias palabras, enfrenta una oleada creciente de desobediencia pública, de un aumento de la insurgencia pacífica del pueblo, de una variada forma de resistencia no violenta, como resultado de su insatisfacción generalizada con las políticas económicas, sociales y cívicas de su estado corrupto y corruptor.

Pero no. Ustedes ven allí al pueblo maldito, malagradecido, mal educado, marginal, soquete  que no ha sabido aquilatar los sacrificios que han hecho Ustedes por su felicidad y lo culpan de las consecuencias de los errores por Uds., cometidos y, arriba, lo amenazan desde el poder absoluto: O aceptan nuestro orden o les reprimimos.

¡Qué falta de consideración y de respeto con el pueblo que les dio su apoyo incondicional! ¡Qué equivocados están! Los gobernantes no están para juzgar al pueblo. Es al revés.

Siempre tendrá que haber un orden, pero el que consensuemos entre todos, de forma democrática. No el impuesto, no el del cuartel sobre la República.

Confirma Ud., sin quererlo tal vez,  algo que ya hemos planteado: la buro-burguesía político-militar-empresarial que administra para sí el poder económico y político en Cuba se enfrenta no solo a sus asalariados que explota inmisericordemente, sino también a todas las otras capas y clases de la sociedad cubana, a todo el pueblo cubano.

Repasemos algo de lo expresado en ese discurso y lo que hemos expuesto nosotros.

Para Ud. la gente roba al estado. Para nosotros es el estado cubano el que se ha estado apropiando del sudor de sus asalariados, del de los campesinos, del de los trabajadores por cuenta propia, del de los profesionales, intelectuales y artistas, etc. a través de menguados salarios, abusivos impuestos y la doble moneda, no obstante las gratuidades elementales mínimas actuales. Y los que producen la riqueza simplemente aplican la ley de “justa compensación”: se apropian de parte de lo que Uds. les sustraen injustamente.

Donde Ud. ve construcciones ilegales de vivienda, nosotros apreciamos autogestión del pueblo para tratar de darse un techo, ante la ausencia de una política oficial efectiva que  facilite y genere la cantidad de viviendas necesarias.

Bodega. Foto: Juan Suarez

Cuando Ud. mencionan el hurto y sacrificio ilegal de ganado, nosotros pensamos en todas las regulaciones y leyes estatales que han inhibido la producción de carne y leche, en la disminución de la masa ganadera a consecuencia del monopolio estatal de la venta de carne y, sobre todo, en las necesidades insatisfechas de la población que hoy duplica la del 59, pero con la mitad de cabezas de ganado de entonces.

Lo que califica Ud. de vandalismo contra los espacios públicos, la telefonía, el tendido eléctrico y telefónico, las alcantarillas, las señales del tránsito y las defensas metálicas de las carreteras, para nosotros son muestras de desasosiego, de  “sálvense quien pueda”, de incertidumbre, de precariedad de la vida, de decepción, de abandono, del propio caos creado por Uds., en fin evidencias -en distinto grado y nivel-  del descontento y la rebeldía que late en las venas del pueblo, ante la indefensión y  la ausencia de posibilidades legales y democráticas de luchar por  sus derechos.

¿Se olvidan que el movimiento 26 de Julio también saboteaba la electricidad y el acueducto en la época de Batista, por cierto con acciones más violentas y destructivas?

Lo que para Ud. es evasión del pago del transporte y apedreamiento de ómnibus y trenes, es para nosotros un preludio del extremo a que pudiera llegar la reacción popular masiva cuando su impaciencia desborde los límites humanos permisibles de la desesperación ante la impotencia de no poder satisfacer sus necesidades básicas, en este caso  el transporte, cuya solución su gobierno no ha sido capaz de encontrar y no por falta de sugerencias.

Para Ud. la escuela y la familia no están jugando el papel que deben. Pero ¿de quiénes son las escuelas, quiénes han sido los ministros de educación, quiénes han impuestos sistemas educacionales que olvidaron los buenos modales, los derechos humanos y civiles, rechazaron la moral, la éticas y la democracia por  “burguesas”  y priorizaron la exaltación de los métodos violentos de lucha para conseguir sus propósitos?

¿Qué, sino las políticas estatales que generaron el odio a los que se iban; las “internacionalistas” que separaron familias por años;  la creación de contingentes para trabajar en otras provincias por largo tiempo; la destrucción de los patrimonios familiares; el maniqueísmo divisor entre revolucionarios y contrarrevolucionarios; las exclusiones  por razones políticas, de raza,  preferencia sexual o religiosa,  incluido el uso de la violencia contra opositores pacíficos y homosexuales, practicadas con mayor o menor intensidad en distintos momentos y otras, son las responsables de la división y el desastre en que se encuentran los lazos de la familia cubana?

Respuestas similares podríamos dar a cada una de las acusaciones que lanza contra el pueblo. De todas, los únicos responsables son Uds., la llamada dirección histórica,  a la que el pueblo se confió, sin reservas y, en nombre del “socialismo” ha hecho trizas el país.

No es que defendamos la chapucería, la chabacanería, las malas costumbres y conductas, es que todas son hijas naturales de tantas prohibiciones, regulaciones, exclusiones e imposiciones a las que el pueblo cubano ha sido sometido. ¿La gente nació así, hace esas cosas porque genéticamente son malas? ¿O ya olvidaron una de las máximas de Marx: el hombre piensa según vive?  La miseria engendra miserables. El odio, odiosos y la violencia, violentos.

No saben acaso que la gran mayoría del pueblo que critican, nació después de la llegada de Uds. al poder. ¿No sirve ese pueblo, criado bajo su tutela? ¿O son Uds. los que no sirven al pueblo y el pueblo está demandando otro gobierno, otro modelo? Piensen.

Si hubiéramos callado, si no hubiéramos señalado estos problemas antes de que llegaran a su estado actual, analizado sus causas y propuesto soluciones, lo cual venimos haciendo -desde dentro- hace muchos años, pero con examen y sugerencias socialistas más concretas a partir del IV Congreso del PCC en 1991, no tendríamos moral para hablarle así de frente.

Pero lo peor que vemos en este discurso es la persistencia en pretender resolver estos problemas desde la imposición del orden, la disciplina y la exigencia y del llamado deliberado a un aumento de la represión contra ese pueblo humilde que busca sobrevivir como puede, partiendo de que lo que ha habido es flojera por parte de la “revolución” que Uds. siguen, equívocamente, identificando con los que han creado todo el desastre actual.

Camino a la lucha. Foto: Juan Suarez

Muchas veces se ha planteado desde distintas posiciones en la amplia Izquierda Socialista y Democrática, que Uds. se empeñan en desconocer: de lo que se trata es de cambiar el absurdo sistema estatalista burocrático; democratizar el sistema político; liberar la economía,  el comercio interno y externo de todas las trabas y monopolios estatales; socializar la propiedad a través de la auto y la cogestión de las empresas, promover el desarrollo amplio del cooperativismo; dar verdaderas posibilidades al trabajo por cuenta propia, a la pequeña y mediana empresa; liberar al campesino de todas las regulaciones abusivas; aprobar una nueva ley de impuestos estimulante de la producción; eliminar la doble moneda y otras que haría innecesariamente extenso el artículo, expuestos en nuestros programas y artículos.

Pudiera callar, dejarlos  y no advertir que están en el camino equivocado,  ese  bárbaro que conduce a un inevitable enfrentamiento de incalculables consecuencias contra la mayoría del pueblo. Pero por principio me niego a toda violencia y aspiro a que los graves problemas que aquejan a la nación cubana, se resuelvan pacífica y democráticamente.

Es inocultable que algunos en esa “dirección histórica” parecen dispuestos a correr todos esos riesgos, incluida una eventual intervención extranjera aprovechándose de una descabellada  represión masiva, antes que reconocer el fracaso  de su “modelo” estatalista centralizado y entregar el poder al pueblo y a los trabajadores.

Tales preferirían provocar una agresión externa, para que quede ante la historia, “que fue el imperialismo quien impidió el triunfo definitivo de su revolución socialista” y no sus propias limitaciones. ¿Habrá algo más anexionista? ¿Se prestaría a tamaña barbaridad toda la alta oficialidad de las FAR?

Me recuerdan a los españoles cuando las guerras de independencia: prefirieron rendirse ante EEUU, y no ante el pueblo cubano que los había derrotado en la manigua.

Pero ya, a esos extremistas pocos les creen sus cuentos. Y la historia ya se está encargando de demostrar lo evidente: ni les interesa el socialismo, ni el pueblo, solo sus caprichos y por sus caprichos no vamos a morir más cubanos.

Ustedes mismos tendrán que reconocer su incapacidad y abrir nuevos espacios hacia la democratización y la socialización de la política y la economía, ante la continuación de la resistencia popular pacífica por diferentes vías; pues contrario a sus deseos, el grueso de las Fuerzas Armadas y el MININT, que son parte y carne del pueblo sufrido, no se va a prestar al jueguito macabro, traidor y retroactivo de reprimir al pueblo masivamente.

Gracias Presidente, por sus esclarecedoras  palabras y me disculpa por la personalización; pero es su discurso.

Socialismo por la vida.
—–
Pedro Campós: pedrocampos313@yahoo.es

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