Abel Prieto y sus declaraciones contra los cuentapropistas

Abel Prieto. Foto/archivo: radiohabana.cu

Por Pedro Campos

HAVANA TIMES — El actual ministro de Cultura Abel Prieto, criticó recientemente la política de Obama sobre el empoderamiento de los emprendedores y la sociedad civil.

Cuando vi estas declaraciones me acordé de su decisión personal de no permitir mi participación en una reunión de los intelectuales en Casa de Las Américas cuando la llamada “Guerrita de los email”, en el año 2007.

Según algunos de los allí presentes, se refirió públicamente a mis supuestas intenciones de trasladar a Cuba el modelo yugoslavo de la autogestión de los trabajadores, en sustitución de la propiedad estatal.

Años después, el viceministro de Cultura, Fernando Rojas, se opuso a mi participación en un encuentro de la revista Esquife, de la Asociación Hermanos Saíz sobre Internet, a donde me habían invitado a explicar el uso que hacíamos de las nuevas tecnologías con nuestro boletín SPD (Socialismo Participativo y Democrático).

En esa ocasión, Fernando Rojas dijo a los organizadores del evento que no se me podía permitir hablar en público, porque las ideas de la autogestión de los trabajadores, que yo defendía, eran “adictivas” como la cocaína.

Se trata de un patrón de pensamiento neo-trotskista/estalinista, -superado por los modernos discípulos de Trotski, que desde la época de Ernest Mandel aceptaron que la forma del control obrero era la autogestión.

Según ese esquema, los trabajadores libres, privados o asociados, esos llamados emprendedores que rompen sus lazos con el estatalismo asalariado, constituyen una clase “contrarrevolucionaria” que se opone al poder de la “clase obrera” y pretenden restaurar el capitalismo.

Aunque el tema del trabajo libre (cuentapropismo privado o cooperativismo asociado) en la futura sociedad post-capitalista, -para mí socialista-, está muy definido para los socialistas democráticos, aprovecho la ocasión para dar una respuesta bien clara a esa desviación estalinista y neotrotskista del estatalismo asalariado, que han querido imponernos por socialismo.

Para Karl Marx, (ver notas 1, 2 y 3) las nuevas relaciones de producción que caracterizarían el modo de producción socialista, serían las libremente asociadas, que se presentan en las cooperativas surgidas en el seno del capitalismo, creadas por esfuerzo propio de los trabajadores.

De manera que los trabajadores libres de la explotación asalariada, sean asociados o individuales privados, serían la nueva clase revolucionaria, por ser la que aporta nuevas relaciones de producción, y no los obreros asalariados del capitalismo, sea privado o estatal.

La aspiración en Marx era la abolición del trabajo asalariado (5) que caracteriza al capitalismo, y su superación por el trabajo libre, pero el “socialismo estalinista” se apropió de todas las empresas, grandes, medianas y pequeñas, privadas o asociadas y las mantuvo funcionado con trabajo asalariado en la propiedad estatal.

Igual se sabe que para Marx, las pequeñas empresas, incluso las capitalistas serían consideradas parte del período de tránsito socialista (6) y que el empoderamiento del pueblo era uno de los objetivos de aquel socialismo, violado, tergiversado y pisoteado por el estatal socialismo.

Lo que hay tras esa oposición al empoderamiento de los emprendedores, privados o asociados o de la sociedad civil, es la postura deliberadamente contrarrevolucionaria, defensora del estatalismo asalariado que tipifica al capitalismo monopolista de estado, oculto tras el estatal-socialismo  de  los estalinistas revisionistas.

Se evidencia una vez más la oposición del estado burocrático y antisocialista a que los trabajadores ejerzan el control, la propiedad y la gestión sobre los medios de producción.

Es ese pensamiento retrógrado el mismo que estimuló las estatizaciones contra todos los negocios privados en Cuba, para que la gente se viera obligada a subordinarse al Estado y tener, comer, vestirse, calzarse, techarse o educarse y sanarse, según lo que decida Papá Estado. ¿Y la libertad prometida?

El planteamiento de Obama de apoyar a los emprendedores, desde luego que implica apoyar a una clase de trabajadores con intereses diferentes a los del Estado explotador, pues significa apoyar el trabajo libre, esencia de las formas socialistas de producción.

Por eso nosotros le dimos la bienvenida a esas declaraciones del Presidente de EE.UU.

Recuerdo, también, que en una de las tantas ocasiones en que he sido retenido, interrogado o “visitado” por la Seguridad del Estado, uno de sus oficiales me dijo: “EE.UU. aprobó un crédito para apoyar el cooperativismo que tú defiendes”, tratando de ponerme como “en contubernio con el imperialismo”.

¿Por ser declaraciones de Obama, esas ideas son imperialistas? ¿O será que los “comunistas” en el poder, están más lejos del socialismo y la libertad que Obama?

El capitalismo democrático y liberal moderno no se opone al trabajo libre. En algunos países hasta lo estimulan con créditos estatales como se hace en el estado estadounidense de Utah. En California, Nevada y, en general, en los estados del oeste parece haber más facilidades para el trabajo libre que en otros. En muchos países europeos y latinoamericanos se dan amplias facilidades al trabajo libre.

Las nuevas tecnologías han potenciado enormemente en EE.UU. el trabajo libre, de lo cual es muestra el nuevo sistema de taxis Uber, las asesorías por Internet y muchas actividades que se realizan individualmente con una computadora desde una casa. Usted puede escribir un libro y enviarlo a publicar vía Internet, sin tener que moverse de su casa.

En EE.UU. existen cientos de miles de cooperativas y pequeñas empresas individuales o familiares que no explotan trabajo asalariado como norma, por lo que pudiera decirse, sin temor a equivocación, que hay mucho más socialismo, en el sentido de la existencia del trabajo libre, que en Cuba, donde formar una cooperativa tiene que ser aprobada por el Consejo de Estado y el  trabajo libre individual está limitado a unos pocos rubros y prohibido para la mayoría de los profesionales cubanos.

Esas ideas de empoderar a los emprendedores, a los cuentapropistas, a los pequeños empresarios, a la sociedad civil, no podrían ser jamás aceptadas por los peores antisocialistas del capitalismo estatal estalinista, preñado de reminiscencias feudales sobre el poder, los líderes sagrados y las élites.

Cooperativistas y trabajadores individuales o pequeños empresarios constituyen la clase de los emprendedores, verdaderamente revolucionaria. Oponerse a su desarrollo en cualquier parte y especialmente en Cuba, es retrógrado, contrarrevolucionario y va contra la nueva sociedad postcapitalista, póngale el nombre que desee.

En tal sentido, el compañero Armando Chaguaceda, refiriéndose a las declaraciones de Abel Prieto manifestó: “La satanización del pequeño emprendedor y el rechazo a la diversidad identitaria de la cultura y sociedad civil criollas que hace la intelectualidad autorizada -la misma que mira a otro lado ante la depredación del capitalismo de estado y sus aliados extranjeros- tiene poco de izquierda. Su mercadofobia, nacionalismo ramplón y amor por el mecenazgo estatal los ubica en coordenadas conservadoras, más cercanas a los cortesanos cultos del XVIII parisino que a los herejes de la Ilustración y pensamiento socialista”.

Notas: 1) C. Marx, El papel del crédito en la producción capitalista. El Capital, Tomo III, Cap XXVII, Editora Política. La Habana, 1973.

2) C. Marx. Manifiesto inaugural de la Asociación Internacional de los Trabajadores. Marx y Engels. OE en tres tomos. T-II. Editorial Progreso. Moscú 1973

3) C. Marx. “Instrucciones sobre diversos problemas a los delegados del Consejo Central Provisional”. Marx y Engels. OE en tres tomos. T-II.Editorial Progreso. Moscú 1973.

4) C.Marx. La Guerra Civil en Francia.

5) 3) C. Marx. Salario, Precio y Ganancia. O.E. en tres tomos. Tomo II. Editorial Progreso. Moscú 1973.

6) C. Marx. Crítica al Programa de Gotha, O.E,  en tres Tomos, T-III, Editorial Progreso, Moscú 1974

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