Ya pasó el 500 aniversario de La Habana

Fuegos artificiales por el 500 aniversario de La Habana. Foto: Reuters.

Por Rachel D. Rojas  (Progreso Semanal)

HAVANA TIMES – No sé cuándo exactamente se comenzaron los preparativos para la celebración por los cinco siglos de la fundación de nuestra Villa de San Cristóbal de La Habana. El primer anuncio de las acciones de restauración o reparación de alguno de sus espacios está ubicado en mi memoria hace unos cinco años atrás. Puede haber sido mucho antes. Pero la última milla de ese largo y más que pregonado recorrido ha sido sin dudas el 2019, un año en el que las carreras contra reloj, los gestos grandilocuentes y el protagonismo de discursos sobre acciones concretas dieron paso a una grave distorsión del significado del aniversario, a pesar de todo lo bueno que sí se logró.

Una ciudad es sus habitantes. Así de simple.

Toda La Habana cumple años, no solo un fragmento de ella. Para muchos, el estado actual de la ciudad no pide una fiesta. Otros conceden su debido espacio a la celebración, incluso como estrategia ante la crisis, pues forma parte también de la sobrevivencia. De todo lo que leí en redes sociales, estas líneas de Ariel Camejo me conmovieron: “Sus dilemas, depauperaciones, como enclave físico, pero también como proyecto humano, si algo nos reclaman hoy es que intentemos imaginar el espacio en que podamos decirnos unos a los otros cómo comenzar a re-existir, TODOS, de una manera más digna”.

La reparación e iluminación de calles, reinauguración de escuelas y hospitales, habilitación de espacios públicos y de uso sociocultural, entre otras medidas por el estilo, era algo que La Habana pedía y sigue pidiendo a gritos. Había que hacerlo sí o sí; trascienden, en su utilidad, cualquier tipo de aniversario.

El proyecto humano que es esta ciudad, entre muchas otras cosas, quedó relegado entre tantas piruetas al rol de espectador en su propio festejo. Desde el comienzo, la falta de convocatoria y transparencia fue la principal ausencia. Nadie preguntó a l@s habaner@s cuáles eran sus prioridades para con su ciudad, cómo se usarían los recursos, escasos como sabemos, ni, más allá del 16 de noviembre, por dónde se debe continuar en lo adelante. El concurso público de todas las propuestas que existieron y la divulgación honesta del estado de cuentas, gastos, inversores, motivaciones… Era fundamental.

De entre todas las conversaciones con amistades al respecto resaltan palabras como “maquillaje”, “carteles lumínicos”, “superficial”, “pose”, “bombo y platillo”, “gastos absurdos”, “postal”, “desvío de recursos”, “desorganización”, “basura” … Otras como alegría, festejo, orgullo, identidad y celebración estaban más en falta. Fue difícil dejar de notarlo. La Habana, más que un lugar un sentimiento, tan inevitable y virulenta, merece muchas mejores palabras, entretejidas y asequibles en, para y desde todos.

“Con el dinero que se gastaron en muchos de esos carteles se hubieran podido arreglar un par de baches importantes e icónicos en la ciudad, y yo personalmente lo hubiese agradecido mucho más”, deduce Carla. Otros, como Daylen, se preguntan “¿de dónde se ha sacado todo ese dinero? Porque supuestamente no tenemos divisas, y todas esas cosas no se producen aquí, obviamente se importan”. “Ahora que salí del trabajo, veo mucha gente en las paradas a las que no parece importarle mucho la edad de La Habana”, describe Ernesto.

La Habana es toda esta inconformidad. Es, también, el regocijo de personas como Alberto cuando dice: “El boulevard de San Rafael (…) se había vuelto un lugar miserable, lleno de churre. Me alegró mucho ver que vuelve a ser un lugar aprovechable. No había necesidad de perder un lugar así”. O la bondad de Rosa, una maestra con más de 60 años, que, al notar la cantidad de lugares renovados y restaurados en ciertas partes de la urbe, opina que “la gente se comporta mejor y es más educada en los lugares limpios y bonitos”.

Está, la Villa de San Cristóbal, tanto en el nuevo billete de 500 pesos emitido en su honor por el Banco Central de Cuba, y en los más de 16 mil fuegos artificiales lanzados desde el simbólico Capitolio, como en el camino que la separa hoy de muchos de sus hijos —pródigos, residentes, o no—. Es una amalgama que no cabe en postales de ninguna manera.

Y está La Habana en su aniversario 500, en el festejo de estos días. Pero sobre todo seguirá estando ahí mañana, y el día siguiente, y el siguiente. Pienso en la respuesta de una niña muy querida, portuguesa con raíces cubanas, cuando en su casa de otra geografía su familia le habló sobre este cumpleaños. Ella, con una dimensión del tiempo y de la antigüedad bien diferente, preguntó: ¿500 años nada más?

Desearía, luego de ver desarmadas todas las poses recientes con tan pocas palabras, que las formas de gestionar nuestro futuro comiencen a integrar de una vez la materia prima de la que se componen las ciudades: las personas que la habitan, tanto física como espiritualmente. Y, si no fuera mucho pedir, desde una forma más insular de percibir el tiempo y la antigüedad, que no nos tome otros 500 años.

One thought on “Ya pasó el 500 aniversario de La Habana

  • De los 500 años,60 bastaron para reducir a ruinas,una hermosa ciudad,legendaria por su brillo y suntuosidad, vibrante, lujosa, bella, ese es en realidad el milagro del socialismo,destruirlo todo.
    Los cubanos no tienen nada que celebrar en este aniversario de su ciudad con nombre de india y sí mucho que lamentar.

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