¿Y si Trump vuelve a intentarlo?

¿Todavía esta ahí?

No deja de ser una buena salida para el ego de Donald Trump y las aspiraciones de sus partidarios: lanzar de nuevo su candidatura presidencial en 2024

Por Alejandro Armengol (Cubaencuentro)

HAVANA TIMES – Si la elección presidencial fue un referendo sobre Trump, una decisión suya de volver a intentarlo en 2024 sería la mejor noticia que podrían recibir los demócratas. Al menos desde la perspectiva de este noviembre pleno de incertidumbre, frustración y esperanza.

No deja de ser una buena salida para el ego de Donald Trump y las aspiraciones de sus partidarios: lanzar de nuevo su candidatura presidencial en 2024. Derrotado, pero no vencido —difícil que haya leído a Hemingway—, la idea de un renacimiento ya lo debe estar rondando. Sin que conozca una palabra de mitología antigua, la conducta del Ave Fénix no le es ajena. Una y otra vez ha caído en los negocios, y ha vuelto a levantarse. Más que una trayectoria de empresario exitoso, su ejemplaridad es la del sobreviviente.

Cuidado con él, nunca está liquidado por completo. Si ahora ensaya un pataleo de apariencia interminable, es porque prepara su futuro. Eso además del rédito político en alargar la derrota, no como desencanto sino cultivando una aparente rebeldía, para que no lo olviden.

Necesario aclarar que lo escrito hasta aquí no es un ejercicio de hastío ni un exorcismo ante el fastidio de no ver cercana una vuelta a la normalidad.

Primero, la existencia de la posibilidad de volver a aspirar. En este país no se puede ser presidente más que en dos ocasiones, pero nada indica que estas tengan que ser consecutivas. De hecho, ya ocurrió. El demócrata Stephen Grover Cleveland lo fue entre 1885 y 1889 y luego entre 1893–1897 (22nd and 24th president).

Segundo, la publicación de la posibilidad. Trump ha estado discutiendo en privado con sus asesores el volver a presentarse en 2024, según. El senador Lindsey Graham dijo el pasado lunes, durante una entrevista en Fox News Radio, que Trump debería presentarse de nuevo en 2024, si pierde la batalla legal para lograr la reelección este año.

Rick Gaetz, un asesor de la campaña de Trump en 2016, señaló que el actual mandatario “va a continuar desempeñando un papel significativo dentro del Partido Republicano”. Agregó que Trump probablemente “consideraría seriamente otra postulación en 2024”.

Claro que todo ello puede limitarse a otra muestra de wishful thinking ante la derrota, pero es iluso pensar que Trump desaparecerá del panorama político de este país cuando deje la presidencia. Y dada su personalidad —y a los 70 millones que votaron por él—, tampoco creer que se dedicará al rol común de quienes lo antecedieron.

Para intentar volver al poder, Trump necesitará algo más que el Twitter y las redes sociales: crear una cadena de televisión que sustituya al papel de Fox News, que al final demostró ser un verdadero centro noticioso, con independencia de comentaristas y anfitriones.

Alguien tendrá que mostrarle que el viejo principio de Lenin, que Fidel Castro puso en práctica con sagacidad y determinación. Mantiene su vigencia que para hacer una revolución -y eso, en resumidas cuentas, ha sido el intento de Trump a su manera-, es necesario un órgano de prensa. Pero para ello hacen falta muchos millones y él o no los tiene o no va a arriesgarlos.

Hay dos factores que dificultarán tal empeño. Uno es que la corte de Manhattan lo va a tener algo ocupado y preocupado cuando salga de Washington D.C. Otro es que este país es implacable con los perdedores. Y aunque se empeñe por demostrar que no lo es, al final perdió.

Hay figuras más jóvenes dentro del Partido Republicano, que buscarán protagonizar un trumpismo sin Trump. De momento, el mejor ejemplo en este sentido es el senador Ted Cruz. Su defensa en estos días de la supuesta victoria presidencial republicana tiene poco que ver con un mandatario al que posiblemente deteste. Y mucho con su interés en posesionarse como un heredero espurio.

¿Y esto beneficiará a los demócratas? El fantasma de una vuelta de Trump serviría para unir a un partido que, desde los primeros días de un nuevo mandato, comenzará a evidenciar las señales de división, discordia e intereses diversos que solo ha podido eclipsar el rechazo común al republicano. En cualquier caso, si ocurre, será sobre todo entretenido verlo.

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