Y entonces se apagaron las voces

Por Aurelio Pedroso (Progreso Semanal)

HAVANA TIMES – Ya desde mucho antes que llegaran aquellos italianos a la colonial Trinidad, allá por marzo del 2020, y el país todo comenzara a inundarse del peligroso covid-19, muchos de nosotros ya protestábamos o nos quejábamos de lo difícil que se nos hacía el día a día.

Unos con un tono más elevado y otros con menos decibeles en un ambiente de familia o amistades, pero con un denominador casi común.

Muy lejos estábamos de que se acercaran peores momentos que no tardaron en llegar.

Son infinitas las muestras que se pudieran exponer ante un tribunal no judicial de cómo han cambiado las cosas de mal en peor.

En lo personal, tomo el ejemplo del pequeño jardín-patio del edificio. Con puntualidad casi de reloj suizo, desde las primeras horas de la mañana, hasta entrada la noche, se escuchaban voces de gente que vendía u ofrecía algún tipo de servicio.

De atrás hacia adelante, el último que cerraba la noche era el tamalero, y el que comenzaba la jornada era el vendedor de pastelitos de guayaba o coco, siempre con una sonrisa pícara cada vez que le preguntaba cuándo vendrían los de carne.

Y así, en ese ínterin, algunos ya con los pregones grabados con exclamaciones que espantan a los niños, pasaban los del bocadito de helado y aquellos que anunciaban hasta la gaceñiga y el palitroque; la vendedora de escobas, haraganes y palitos de tender; los que compraban pomos vacíos de perfume no precisamente para coleccionar.

También, el carpintero que prometía arreglos menores; los reparadores de colchones; los que nos hacían el favor de mejorar la programación de televisión al menos con buenas antenas para ver el horror con más nitidez; el ciclista intrépido que promovía esos dulces tan delicados nombrados “señoritas”, y algún que otro fuera de ley con ofertas de mayor calado en susurros de confesionario.

De momento, solo se escucha en ocasiones el centenario silbato del afilador de cuchillos y tijeras y al carretillero, que no altera mucho la voz para proclamar que lleva cebollas y ajos a precios de estratósfera, porque el resto de las voces se han apagado por diversos motivos que todos conocemos.

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2 thoughts on “Y entonces se apagaron las voces

  • Las enfermedades se transmiten de persona a persona, como el covid y el sida, no pueden conllevar el aislamiento total como solucion, como sucedio con los internados obligatorios para los contagiados de Sida en Cuba. Es cierto que continuo el turismo internacional, como tambien continuaron las misiones medicas internacionales durante la pandemia, es decir, tanto un medico cubano o un diplomatico como un turista extranjero pudieron haber introducido el covid en Cuba. Culpar al extranjero es racista.
    El extranjero turista que viaja a Cuba es en su mayoria ciudadanos europeos o canadienses, personas del primer mundo; los emigrantes que han continuado a desembarcar en Italia procedentes de Africa son del tercer mundo, es decir, no estan vacunados, y ni a la mas extrema derecha se le ha ocurrido culparlos de haber contagiado con covid a los ciudanos europeos.
    Inculpar al otro es racista. El otro siempre viene acusado de contagiar nuestra pureza fisica con la enfermedad o nuestra pureza moral con ideas extranjerizantes.

  • aurelio, toda la situacion que tiene cuba es debida a gente que apoya lo que tu ayudas a extender en el tiempo. saludos al inmundo.

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