¿Quién es el Comandante en jefe en la Cuba de hoy?

Miguel Diaz-Canel. Foto de archivo: Jose M. Correa/granma.cu

Díaz-Canel ostenta constitucionalmente la Jefatura Suprema de las fuerzas armadas

Por Vicente Morín Aguado

HAVANA TIMES – Son frecuentes los errores en la prensa internacional, la nacional no está exenta, al abordar las atribuciones constitucionales del Jefe de Estado en Cuba. De entre varios ejemplos, copiamos al New York Times, edición en español:

“Raúl Castro, aunque dejará la presidencia a sus 87 años, seguirá siendo el primer secretario  del Partido Comunista —único partido oficial, y el organismo que impone la agenda del Estado— y mantendrá su cargo como comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, que controlan una gran parte de la economía cubana.” (Christopher Sabatini, The New York Times en español, 17 de abril)

El comentarista se equivoca respecto al cargo de comandante en jefe. La Carta Magna de nuestro país dice en el Capítulo X, Artículo 93, referente a las “Atribuciones del presidente del Consejo de Estado y jefe de Gobierno”, incisos g), h) e i):

  1. g) desempeñar la Jefatura Suprema de las instituciones armadas y determinar su organización general.
  2. h) presidir el Consejo de Defensa Nacional.
  3. i) declarar el Estado de Emergencia en los casos previstos por esta Constitución, dando cuenta de su decisión, tan pronto las circunstancias lo permitan, a la Asamblea Nacional del Poder Popular o al Consejo de Estado, de no poder reunirse aquella, a los efectos legales procedentes. (Gaceta Oficial, edición del 31 de enero de 2003, copia textual)

El trasfondo es complejo. Desde la época colonial existe un divorcio entre la legalidad y la práctica, reforzado por el caudillismo recurrente en la vida política nacional, especialmente los últimos 59 años de gobierno de los hermanos Castro.

La apoteosis generada por el victorioso Comandante que hizo huir del país al usurpador Batista, “general” jefe del Ejército de la república, reforzó en el pensamiento popular, alimentado por la política social de la naciente Revolución, lo impensable de cuestionar los poderes de facto adquiridos por Fidel Castro, posteriormente arropados por instituciones democráticas, al menos, en sus intenciones escritas y formalismos actuantes.

Pero el recurrente fracaso de la aventura fidelista, curiosamente sin abandonar la veneración por su persona, exige ahora el apego cabal al ideario de un hombre que solamente existe por sus ideas. Sería hacer realidad el socialismo plasmado en discursos y leyes que significan la auténtica revolución. Sin embargo, ha surgido una casta inmoralmente beneficiada en lo material, obstáculo interno, auténtica contrarrevolución.

El pensamiento arraigado entre tales privilegiados puede resumirse así: “Hicimos las leyes, por tanto, no son aplicables a nosotros, son para los que están abajo.”

Respetar la legalidad socialista sin exclusiones, con medios populares para señalar a los infractores y obligarlos a pagar sus culpas, sería para la burocracia mal llamada comunista—incluida la “sagrada familia” de los caudillos—, renunciar a sus escandalosos privilegios.

La oposición activa al Gobierno expresa no pocas exigencias coincidentes con la mayoría del pueblo, pero carece de la necesaria influencia sobre las masas, aplastadas por la propaganda política gubernamental, los órganos represivos y un miedo inculcado paralizante. La mayoría de los cubanos prefieren jugarse la vida en las selvas centroamericanas o el tormentoso estrecho de la Florida, antes que participar en una marcha pacífica antigubernamental.

De hecho, el tiempo viene al rescate, lento pero implacable, convertido en el único opositor efectivo al castrismo. Raúl Castro, menos soñador que el hermano, desembarazado de él por obra de ese decursar histórico indetenible, se ha dado cuenta de que es necesaria una transición determinada por un relevo generacional.

Dice una máxima política que cuando los cambios son imprescindibles, mejor encabezarlos antes que dejar que otros lo hagan, definitivamente por su carácter han de venir.

La composición del nuevo Consejo de Estado, de su órgano superior, incluyendo el presidente,  jefe de Estado y de Gobierno y, reiteramos, constitucionalmente jefe de las Fuerzas Armadas, indica que no se trata de seguir jugando a las escondidas.

De por medio queda la ambigüedad deliberada de una constitución cuyos afiebrados creadores fueron capaces de proponer a un pueblo dispuesto a decir SI a su jefe supremo, los siguientes artículos, parte del capítulo I:

ARTÍCULO 3.-En la República de Cuba la soberanía reside en el pueblo, del cual dimana todo el poder del Estado. Ese poder es ejercido directamente por medio de las Asambleas del Poder Popular y demás órganos del Estado que de ellas se derivan, en la forma y según las normas fijadas por la Constitución y las leyes.

ARTÍCULO 5.-El Partido Comunista de Cuba, martiano y marxista-leninista, vanguardia organizada de la nación cubana, es la fuerza dirigente superior de la sociedad y del Estado, que organiza y orienta los esfuerzos comunes hacia los altos fines de la construcción del socialismo y el avance hacia la sociedad comunista. (Gaceta Oficial, ibídem)

¿Soberanía popular sin distinciones de credo o burocracia empoderada del Partido Comunista? El asunto es serio, porque a los ochenta y tantos la muerte acecha.

 

Vicente Morín Aguado:   [email protected]

4 thoughts on “¿Quién es el Comandante en jefe en la Cuba de hoy?

  • A ver, dejen el escándalo, “a otro perro con ese hueso”, D. Canel, no es sino como otros que antes hubo, un pastiche, de “obras anteriores” muy parecidas a esta “mascarada presidencial republicana”, aunque la prensa internacional cometa el error, nosotros no tenemos derecho a decir que la marioneta presidencial Díaz Canel es “el primer presidente cubano sin el apellido Castro en 60 años”. Es un enorme error histórico. Tuvimos de enero a julio de 1959 un Presidente, Manuel Urrutia, a quien Fidel quitó porque Urrutia quería seguir con la democracia. Y de julio de 1959 a 1976 tuvimos otro Presidente, Osvaldo Dorticós, que fue una marioneta de Fidel (igual que Díaz Canel es hoy una marioneta del neocastrismo).

  • Urrutia y Dorticós no fueron presidentes bajo esta Constitución, era un gobierno provicional y una Ley fundamental provicional, porque necesitaban diseñar esta que tenemos desde 1976, que permite este tipo de elecciones indirectas y controladas. pero una vez concentrados los poderes en una sola mano, es quien manda. después del 21 Díaz Canel tendrá todo el poder, a no ser que le den un golpe militar. será el presidente de los consejos de estado y de ministros, el primer secretario del partido y ya es comandante en jefe de las FAR por ley de leyes. claro que mientras raúl esté en el partido es su máximo jefe porque lo dice la constitución y tiene los grados de general de ejército, el mayor en Cuba. pero después del 21 cualquier cosa contra su autoridad es un golpe de estado oficialmente hablando.

  • Hola, de eso es lo que hablo, del problema que llamo dicotomia entre ley y la realidad en un pais acostumbrado a burlar sus propias leyes.
    Cuando un sistema politico no puede gobernar, ni siquiera respetando las leyes que ha creado, faltandose a si mismo, la crisis es total, es absoluta.
    Ya veremos Cuba.

  • Provisional se escribe con S, no con C. Para hablar de leyes primero hah que aprender ortografía. Y si, Urrutia y Dorticos fueron Presidentes de Cuba. Como también Machado, Prio, Batista, etc. LA CONSTITUCIÓN actual no es la única que ha tenido Cuba. La historia debe respetarse.

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