Una vez más por Periodismo de Barrio

Rogelio Manuel Díaz Moreno

Muchas personas en Maisí quedaron sin techos en sus casas.
Muchas personas en Maisí quedaron sin techos en sus casas.  Foto: Reynaldo de la O.

HAVANA TIMES — El colectivo Periodismo de Barrio ha publicado una denuncia seria, sobre las dificultades encontradas en el intento de realizar cobertura noticiosa en las provincias afectadas por el reciente huracán Matthew.  (Lea abajo)

Periodismo de Barrio es una flor sobre el actual lodazal del periodismo cubano. Si Jehová no perdonó a Sodoma porque no se encontraron los suficientes justos, perdonaría al gremio noticioso antillano al ver a este lindo, valiente y maravilloso grupo.

Elaine, Julio, Geysi, Mónica, me encantan los artículos de ustedes, el humanismo, la sensibilidad. Gracias a ustedes me acerco a seres humanos y realidades de mi país que, a pocos pasos de mi universo cotidiano, no conocía. Me río e impresiono con la chispa de un agricultor orgánico; descubro que Francisca se escapó del cuento de Onelio Jorge Cardoso; repaso los pro y los contra en el conflicto de los alimentos transgénicos; aprecio uno de los atolladeros del bloqueo estadounidense en la adquisición de alimentos por parte de nuestro país y me sensibilizo con un vecindario resistente a las agresiones del mar y la burocracia.

Por tan hermoso bregar, sabemos que les tocará recibir su mala cuota de flagelaciones. Cometen una y otra vez el pecado de vivir sus vocaciones a plenitud, sin permitir cortapisas a su libertad ni al servicio que nos rinden con su labor.

Recientemente, pasamos unos días de espanto, particularmente, los habitantes del extremo oriental de Cuba. Un terrible meteoro se ensañó con esa región. Y ustedes fueron a donde yo quisiera estar ahora, porque así somos en este país: vamos a donde las personas más necesitan ayuda, consuelo, amor.

Las sospechas e incomprensiones, el autoritarismo y la burocracia de siempre se les atraviesan en el camino. Afortunadamente, no estamos en esas sufridas tierras hermanas de Latinoamérica, Rusia y algunos otros lugares, donde el periodista que cae en las manos de fuerzas de seguridad y paramilitares encomienda alma, integridad física y hasta la vida a la deidad que pueda protegerle. Aún así, duele bastante que hayan sido retenidos, cuestionados, zarandeados por compatriotas incapaces de comprenderlos.

Las envidias y abyecciones del pantano colindante no se hacen esperar. Los niveles superiores emiten la orden, y los sumisos escupen contra una luz que les ciega. La voz de ustedes no es bienvenida entre los guardianes de la Fe.

El medio oficial del país desborda imputaciones inicuas. Les reprochan que llegaran después que pasara lo peor; que no estuvieran en el ojo del monstruo. Que no hacen falta más periodistas nacionales que los designados por las autoridades. Y que para extras, ya están los extranjeros.

Tales imputaciones solo revelan la pequeñez de alma del heraldo que las trasmite. Los medios oficiales nacionales y los extranjeros acreditados contaban con los vehículos, los alojamientos y todo el apoyo necesario para garantizar su seguridad, como detalla minuciosamente el mismo autor de Granma. Acercarse temerariamente al fenómeno, sin tales condiciones, solo pondría en riesgo las vidas de quienes perpetrarán imprudencia tan capital y, probablemente, también las de otras personas.

Ahora los medios nacionales –oficiales– nos darán la misma cara que ya conocemos. Personas, víctimas en verdad, que solo parecen sentir como emoción la necesidad de vocear vivas y hurras. Los medios extranjeros, tan ensalzados por el colonizado periodismo de Granma, reportaron unos pasajes de efímera trascendencia y ya partieron tras el próximo evento noticioso. Por otro lado, también podemos esperar la otra hornada, el reportaje de sesgo contrario: los que buscarán medrar en la desgracia y el sufrimiento como buitres en la carroña, para volver a presentar a este país como el infierno sobre la tierra; porque eso les rinde algún dividendo.

Por eso ustedes, que hacen verdadero periodismo, Periodismo de Barrio, han sido ya una parte imprescindible de lo que sucede allá. Lo que hayan logrado hacer hasta ahora, por poco que les parezca, tiene el mayor valor. Porque trataron de ponernos en contacto íntimo con aquellas personas, porque trataron de trasmitir la sensibilidad, el temblor, el dolor y la esperanza que allá se mezclan. Porque por ustedes habríamos conocido, tanto las lágrimas de quienes vieron volar por los aires todo lo conseguido en una larga vida de duros sacrificios, como el carácter, la solidaridad de esas mismas personas. La sensación de que el mundo te ha caído arriba y la resiliencia de quienes van a salir a resembrar los árboles caídos, compartir unos pescados con algún vecino y echar una mano para ayudar a otras personas más necesitadas. La entereza de los recuperadores de los servicios básicos y de las escuelas, de los cocineros y médicos, ahora dedicados a aliviar las secuelas del espanto.

Pueden ustedes conservar la frente en alto, una vez más. Han vuelto a honrar los valores de la juventud y el periodismo cubano. Han vuelto a favorecer acercamientos de corazones y lo volverán a hacer. Desde Observatorio Crítico y Bubusopía, nos sentimos honrados de apoyarlos. Ustedes no han sido silenciados ni nadie los podrá silenciar.

 

Editorial de Periodismo de Barrio

¿Quiénes tienen derecho a contar un país?

El equipo de Periodismo de Barrio que fue detenida por las autoridades.
El equipo de Periodismo de Barrio que fue detenida por las autoridades.

El 11 de octubre de 2016, seis miembros del equipo de Periodismo de Barrio y dos colaboradores fuimos detenidos en el municipio Baracoa, de la provincia de Guantánamo. No fuimos detenidos por sonreír. No fuimos detenidos por tomarnos una foto en la cafetería estatal ubicada en el mirador La Gobernadora y publicarla en nuestra cuenta personal de Facebook. No fuimos detenidos por usar el servicio online PayPal en nuestra campaña pública de recaudación de fondos que nos permitiría realizar la cobertura del proceso de recuperación de las comunidades afectadas por el huracán Matthew. Fuimos detenidos por hacer periodismo en Baracoa, en Maisí, en Imías: tres de los principales municipios afectados por el ciclón. Específicamente, por hacer o intentar hacer entrevistas al gobierno local de Imías, a los linieros que trabajaban para restablecer el servicio eléctrico, a los damnificados, a las familias que evacuaron a personas vulnerables, a los maestros, cocineros y directores de escuelas que perdieron techos y libros, a médicos de consultorios que sufrieron afectaciones, a hombres y mujeres que salvaron a otros hombres y mujeres y, también, a sus animales y plantas. Quienes llegaron a Maisí fueron interrogados por funcionarios de la Seguridad del Estado en la sede del Comité Municipal del Partido Comunista de Cuba, mientras intentaban obtener autorización para trabajar en la zona. Quienes llegaron a Jamal fueron detenidos en la vivienda donde nos estábamos alojando.

El argumento empleado fue que en Baracoa, en Maisí y en Imías no se podían realizar actividades periodísticas porque todas las poblaciones estaban bajo estado de emergencia. Según el artículo 67 de la Constitución de Cuba, el estado de emergencia se declara “en caso o ante la inminencia de desastres naturales o catástrofes u otras circunstancias que por su naturaleza, proporción o entidad afecten el orden interior, la seguridad del país o la estabilidad del Estado”. Mientras está vigente el estado de emergencia, los derechos y deberes de los ciudadanos reconocidos por la Constitución pueden ser regulados de manera diferente.

La Ley 75 de la Defensa Nacional norma la manera en que se declara el estado de emergencia y otras situaciones excepcionales. “El estado de emergencia, de conformidad con los Artículos 67 y 93 inciso 1 es declarado por el Presidente del Consejo de Estado mediante una resolución donde exprese las causas que la originan, la delimitación del territorio donde se establece y el plazo de vigencia”. Hasta la fecha, no existe ninguna comunicación oficial pública por parte del Presidente del Consejo de Estado anunciando el estado de emergencia, fuera del anuncio realizado el 4 de octubre por el Estado Mayor de la Defensa Civil alertando a seis provincias cubanas antes del paso del huracán Matthew. Este último pronunciamiento no cuenta con el estatus legal requerido para decretar el estado de emergencia previsto en la Constitución.

De acuerdo con la Ley 75, “en cualquiera de las situaciones excepcionales se garantiza la no exclusión o suspensión de los derechos fundamentales de la Constitución”. Además, “la libertad e inviolabilidad de la persona están garantizadas a quienes residen en el territorio nacional”.

Como parte de las medidas adoptadas y nunca anunciadas públicamente por las autoridades cubanas, el ejercicio del periodismo en las zonas afectadas se limitó a aquellos medios que recibieron acreditación para trabajar en el lugar. Ni la Ley 75 ni la Constitución de la República ni el Código de Ética de la Unión de Periodistas de Cuba, a la que pertenecen dos de nuestros colegas, norman el ejercicio del periodismo durante situaciones de desastres naturales. Si reconocemos que durante situaciones de emergencia se garantiza “la no exclusión o suspensión de los derechos fundamentales de la Constitución”, dentro de los cuales se encuentra la libertad de palabra y prensa, Periodismo de Barrio no violó ninguna ley.

No llegamos a Baracoa con el objetivo de actuar al margen de la ley. Ninguno de nuestros miembros sabía de la necesidad de ‘acreditarse’ antes de salir para la provincia Guantánamo. No obstante, si lo hubiéramos intentado, no habríamos tenido interlocutor. A diferencia de los medios estatales y extranjeros, Periodismo de Barrio no tiene un funcionario público en Cuba ante quien solicitar autorización para realizar trabajo periodístico en determinada región. Por ello, esa noche, en la sede municipal del Ministerio del Interior, pedimos la autorización para realizar los reportajes que habíamos previsto. La respuesta, al día siguiente, después de permanecer en el domicilio durante quince horas aproximadamente como se nos indicó, fue una negativa y la conducción de todos los periodistas a la Unidad de Operaciones del Ministerio del Interior en Guantánamo escoltados por la patrulla 205n del Departamento de la Seguridad del Estado.

Allí fuimos interrogados por segunda vez y nuestros medios tecnológicos fueron requisados. Debimos entregar las contraseñas y las cámaras, grabadoras digitales, computadoras portátiles, memorias flash, lectores de libros electrónicos y teléfonos celulares, y estos fueron chequeados durante al menos cuatro horas. Se nos informó que las imágenes y grabaciones de nuestro trabajo en la provincia serían borradas y que los equipos electrónicos se devolverían. Las tres mujeres que forman parte del equipo de Periodismo de Barrio fueron revisadas físicamente por una oficial para buscar otros medios tecnológicos que hubieran podido ocultar en sus cuerpos, tratamiento que se da a casos predelictivos. Los cinco hombres, no. Los medios tecnológicos fueron devueltos y ningún archivo vinculado al trabajo fue borrado.

En todo momento mantuvimos una actitud respetuosa y cooperativa. Respondimos todas las preguntas sobre Periodismo de Barrio, nuestras vías de financiamiento, los trabajos que deseábamos hacer en la provincia, nuestra experiencia periodística previa, la formación académica que tenemos, la procedencia y destino final de las donaciones individuales de ropa, alimentación y aseo personal que llevamos hasta la provincia. Durante el día 11 y hasta nuestra liberación el 12 de octubre, sobre las ocho de la noche, no se levantó ningún cargo ni se acusó de ningún delito a los miembros de Periodismo de Barrio.

Salimos de Guantánamo como mismo entramos: siendo inocentes.

Pero la inocencia no fue razón suficiente para evitar este arresto arbitrario.

En un contexto donde la ley solo reconoce la existencia de medios estatales y extranjeros acreditados ante el Centro de Prensa Internacional, Periodismo de Barrio se inserta al margen de estos dos grupos. Somos el resultado de la evolución en las plataformas tecnológicas para la comunicación de información de interés público, de la formación universitaria recibida y de necesidades profesionales que no encuentran cabida en los medios de comunicación existentes. Y no somos los únicos.

Numerosos medios de comunicación se han creado durante el último año sin ninguna garantía de reconocimiento legal o de protección al ejercicio de la profesión. La mayor parte de las historias publicadas en los mismos demuestran seriedad, balance en el uso de fuentes, un alto sentido ético y un profundo respeto por las realidades, en plural, de nuestro país. También reconocemos que hay historias que requieren de mayor investigación y rigor informativo. Su existencia, la de sus lectores y la de los cientos de profesionales agrupados alrededor de los mismos debería iniciar un debate público incluyente en la sociedad sobre la estructura de propiedad de los órganos de prensa. Este debate podría dar lugar a una ley de medios de comunicación donde se considere, al menos, la propiedad cooperativa además de la estatal, entre otras formas de propiedad social y pública sobre los mismos.

Entendemos que el carácter público de la prensa en Cuba no queda garantizado solo por la titularidad gubernamental de los medios de comunicación. No es posible contar la verdad de Cuba desde una sola versión, o desde versiones unánimes, que equivaldrían a una sola. No cuando existen tantas versiones que divergen. Para que la verdad de Cuba sea la verdad de Cuba, la confluencia de las verdades de todos, tendría que ser una construcción colectiva donde participaran voces diversas con iguales derechos y deberes.

La Constitución de la República de Cuba, en su artículo 53, reconoce a los ciudadanos “libertad de palabra y prensa conforme a los fines de la sociedad socialista”. Y en la oración consecutiva precisa que “los medios de difusión masiva son de propiedad estatal o social y no pueden ser objeto, en ningún caso, de propiedad privada, lo que asegura su uso al servicio exclusivo del pueblo trabajador y del interés de la sociedad”. No obstante, con la forma en que ha sido implementada esa lógica no se ha logrado ni un ejercicio pleno de las libertades de prensa y palabra, ni se ha asegurado el uso exclusivo de los medios al servicio del pueblo, ni se ha evitado exorcizar el demonio que inspiró la prohibición de medios privados: el monopolio. Lo que sí se ha logrado, paradójicamente, es una nueva monopolización de la información, de los discursos periodísticos y de las verdades.

Los canales de televisión, las emisoras de radio, las publicaciones impresas, las editoriales, cambiaron de dueño pero no se socializaron. Socializar no es estatalizar. No existen monopolios buenos y malos. Toda monopolización, la realice el Estado, una persona o una corporación, acaba coartando las libertades. Socializar supone regular el poder para que, precisamente, no sea centralizado ni concentrado en una zona de lo social, porque genera en otros desposesiones de poder. Hacer un “socialismo a lo cubano”, adecuado a nuestras circunstancias, no constituye una licencia para violar principios inseparables del socialismo. No se funda una sociedad socialista reproduciendo estructuras de dominación.

No es la primera vez que acudimos a trabajar en zonas afectadas por desastres naturales. Menos de tres días después de la tromba marina que dañó Playa del Caimito visitamos esta zona sin solicitar ningún permiso. Tanto los ciudadanos como las autoridades cooperaron con nosotros en las entrevistas. Seis meses después de las lluvias del 29 de abril de 2015, investigamos las principales zonas afectadas. Tres años después de Sandy, regresamos a Santiago de Cuba.

Periodismo de Barrio publica reportajes e investigaciones que intentan profundizar en las realidades que abordamos. Los medios estatales cubanos e instituciones como la Defensa Civil y el Instituto de Meteorología han realizado siempre una cobertura extensa antes, durante y después de fenómenos meteorológicos extremos. Pero el ciclo de las noticias es rápido y, a menudo, los damnificados salen de las cabeceras de los periódicos pasadas unas semanas o unos meses de ocurrido el desastre natural. Otras realidades ocupan las agendas de nuestros diarios. Pero, incluso si esas otras realidades no ocuparan las agendas de nuestros diarios, las necesidades informativas de la ciudadanía no quedan agotadas por la cobertura del desastre ante la extensión en el tiempo de sus consecuencias. Tampoco Periodismo de Barrio las puede agotar.

Es deber de nuestro medio realizar el seguimiento del proceso de recuperación, que usualmente tarda años. Es deber de nuestro medio acompañar a los más vulnerables. Es deber de nuestro medio fiscalizar que la Revolución, efectivamente, no deje a nadie abandonado. A menudo, esta frase se usa justo tras el paso del huracán y luego es olvidada por algunos funcionarios públicos encargados de convertirla en panes y tejas; tal como ocurrió con los colchones de los damnificados del municipio Diez de Octubre en abril de 2015. Esta fiscalización no debe ser entendida como amenaza, sino como parte de nuestro derecho a tener bajo escrutinio público a nuestros representantes.

Sabemos que Baracoa, Imías y Maisí son hoy zonas de desastre y conocemos los peligros inmediatos derivados: epidemias, escasez de agua y alimentos, falta de electricidad, entre otros. Nuestra intención no fue, en ningún caso, entorpecer el trabajo de la Defensa Civil ni del gobierno local sino contribuir a enfrentar lo ocurrido desde nuestras posibilidades profesionales. Cada minuto que pasamos en Baracoa, Imías y Maisí, cada casa afectada que visitamos se convirtió en una reunión de vecinos. “Los periodistas llegaron”, decían unos a otros y lo que comenzaba siendo la entrevista de una embarazada evacuada terminaba convirtiéndose en una reunión de quince, veinte personas que narraban sus experiencias. A nadie engañamos. Ante todos nos presentamos como miembros de Periodismo de Barrio y explicamos el objeto social del medio. Aun así, cuando nos íbamos, nos bendecían. Y cuando decían “que Dios te bendiga”, estaban bendiciendo nuestras plumas y nuestros oídos, con capacidad para servir de altavoz a sus realidades.

Quien conoce al pueblo cubano sabe de su dignidad. Cada entrevistado sufría sus pérdidas materiales, pero celebraba haber conservado su vida. Los presidentes de Consejos Populares y delegados llevaban días sin dormir para contabilizar los daños ocasionados por el huracán. Familias con techo prestaban sus viviendas a familias sin techo. Y todavía quedaban lugares incomunicados.

A Baracoa llegamos con preguntas: ¿cómo se está distribuyendo la ayuda humanitaria?, ¿cómo se realiza la asistencia a los damnificados con materiales de la construcción, alimentación, ropa, etcétera?, ¿cuáles fueron las medidas que se tomaron para proteger a los refugiados haitianos?, ¿cuáles son las condiciones en que quedaron las comunidades costeras y qué medidas se tomarán para relocalizarlas?, ¿cuáles fueron los principales daños a la agricultura, la vivienda?, ¿cómo se organizaron los centros de evacuación?, ¿cuál fue el papel de los radioaficionados para mantener comunicadas a las zonas que estaban incomunicadas?, etcétera.

La cifra de damnificados no es baja. Sí lo es la cifra de medios de comunicación que se encuentra cubriendo la zona. Estamos hablando de cientos de poblados, remotos algunos, incomunicados otros, inaccesibles, de miles de personas que necesitan ser escuchadas. Durante nuestra detención en el Comité Municipal del Partido Comunista de Maisí, una funcionaria señaló una nota publicada en el periódico Venceremos para probar su punto de vista: había cobertura periodística en el lugar.

Casi 600 agencias de prensa y medios extranjeros se acreditaron para la cobertura de la visita del presidente estadounidense Barack Obama a La Habana. El diario Granma, en un artículo publicado el pasado 14 de octubre, apenas puede citar menos de diez agencias extranjeras trabajando en Guantánamo además de los medios de esta provincia. En las más de 45 entrevistas que realizamos durante las doce horas que pudimos trabajar, ningún damnificado había sido visitado por otro medio de comunicación. Éramos los primeros en llegar a ellos. Éramos los únicos. Los diarios estatales (especialmente los medios de Guantánamo) y los medios extranjeros habrían llegado a otros, pero Baracoa, Maisí e Imías son hoy un hervidero de gente que necesita contar sus historias. Los periodistas guantanameros, vale destacar, han seguido trabajando y visitando barrios incomunicados a los que cuesta días llegar sin detenerse a pensar en las pérdidas materiales propias.

Quienes hoy cuestionan los mecanismos de financiamiento de Periodismo de Barrio olvidan oportunamente que hacer periodismo cuesta. En el caso de los medios estatales, el Estado subvenciona el costo de los medios de producción fundamentales. Esto no significa que sean gratis. No fue gratis el helicóptero empleado para sobrevolar las zonas incomunicadas, no son gratis las horas de acceso a Internet que se garantizan en las casas y centros de trabajo de periodistas estatales, las computadoras, los carros, el combustible que emplean los carros, las cámaras fotográficas, la electricidad y los grupos electrógenos usados para mantener emisoras de radio al aire después de cortes eléctricos. No son gratis las oficinas, las sillas, las mesas, los teléfonos fijos y celulares.

El Estado, durante más de 50 años, ha evitado a los periodistas pensar en la dimensión económica de la actividad que realizan mediante el financiamiento de sus medios de producción. Sin esta subvención, se verían imposibilitados de existir. Este financiamiento impone obligaciones correlativas, pues es provisto por la ciudadanía y, como tal, es público, por lo cual los medios estatales tienen como deber responder a las necesidades múltiples de ese público. Ahora y siempre, el deber de transparencia y rendición de cuentas sobre el uso de estos recursos debería ser una práctica habitual.

Los medios que carecemos del apoyo económico del Estado debemos buscar otras formas de gestión económica. Algunos acuden a la publicidad, al pago por contenido o el pago por servicios, a convenios de colaboración con otros medios u organizaciones no gubernamentales y a los financiamientos colectivos. El crowdfunding es un método empleado desde hace varios años por los usuarios de Internet para financiar proyectos individuales y colectivos. Mediante el mismo, los lectores tienen la libertad de decidir si quieren colaborar o no. Además, es un método que permite saber el monto donado y la identidad de cada usuario. El sueño de cualquier medio de comunicación es ser financiado exclusivamente por sus lectores. En nuestro caso, empleamos el servicio online PayPal, inaccesible en Cuba debido al bloqueo de Estados Unidos hacia la Isla. Consideramos que es una política arbitraria, injusta, que intenta asfixiar económicamente al pueblo cubano y, por tal motivo, seguiremos buscando maneras de que no afecte el trabajo de nuestro medio. Confiamos en los lectores y funcionó. En menos de 48 horas recaudamos el dinero necesario para ir a Guantánamo.

Hay bloqueo económico y financiero de Estados Unidos para las empresas estatales cubanas y para Periodismo de Barrio. No hay excepciones. No hay mano blanda. Y tanto las empresas estatales cubanas como Periodismo de Barrio han aprendido a burlarlo. La estrategia de Periodismo de Barrio para usar PayPal es sencilla: usamos la cuenta de una colaboradora y amiga residente en otro país y luego enviamos el dinero hacia Cuba empleando una agencia legal de envío de remesas.

Hemos recibido numerosas críticas y sugerencias sobre el dinero recaudado para realizar la cobertura. La mayoría de ellas procedentes de lectores, bien argumentadas y con la clara intención de mejorar el ejercicio periodístico de Periodismo de Barrio. No haremos oídos sordos a las mismas. Consideramos que el papel de la prensa en la reconstrucción también pasa por establecer alianzas con otros medios de comunicación, identificar proyectos organizados en los lugares afectados que necesiten ayuda y que puedan redistribuirla, tales como los gobiernos locales o la Cruz Roja. Cubrir un desastre natural, nos han señalado nuestros lectores, trasciende el ejercicio periodístico mismo. Es por ello que valoramos, en futuros trabajos, la posibilidad de hacer resúmenes ejecutivos con las necesidades y las formas de acceder y distribuir las ayudas que sean relevantes tanto para los gobiernos locales como para las organizaciones no gubernamentales y así contribuir con quienes laboran en las zonas de desastre. Informar, en estos casos, no es el único deber.

Condenamos la detención arbitraria de periodistas en cualquier lugar del mundo. Y también la condenamos en Cuba. Al hacerlo, los órganos de la Seguridad del Estado no solo limitan nuestro derecho de expresión y prensa garantizado por la Constitución, sino también la libertad de palabra de cada uno de los individuos que elige hablar con un medio de comunicación.

El 11 de octubre no solo se silenció a Periodismo de Barrio, se silenciaron también todas las comunidades y personas que querían hablar con nuestros periodistas. El 11 de octubre, las autoridades cubanas intentaron definir quiénes son los que tienen derecho a contar las historias de nuestro país. Porque creemos que ese derecho atañe a la ciudadanía cubana completa, porque esas historias necesitan ser contadas, regresaremos a Baracoa, Imías y Maisí una vez termine el estado de emergencia.

 

7 thoughts on “Una vez más por Periodismo de Barrio

  • Pues yo creo que Periodismo de Barrio va a tener que esperar de 10 a 15 años por lo menos para que les den permiso a entrar a estos pueblos, conociendo la lista de espera que tiene el sistema y que hay familias que tienen 20años esperando después que sus casas se han derrumbado. Seguirá el acoso a los periodistas para impedir que se muestre la situación infrahumana en que el estado mantiene a sus ciudadanos.

  • Vale la defensa a este medio de comunicacion independiente, pero no solo censuraron a Periodismo de barrio que por lo visto fueron tratados con delicadeza con entrevista/interrogatorio en la sede del PCC y devolucion de los medios de trabajo. Tambien reporteros de otros medios independientes fueron censurados y durmieron en calabozos policiales como delincuentes comunes con el robo/confiscacion de los medios de trabajo.

    Me tome el trabajo de copiar y pegar este largo post en Word y buscar frases como derechos humanos, represión, censura y nunca fueron utilizadas a pesar de estar claramente presentes en Baracoa con la prensa independiente. Delicadeza para no irritar a los guardianes de la fe y a policia politica? parece que si cuando te encuentras con este parrafo como justificacion a lo dificil de encontrar financiamiento como medio independiente en Cuba.
    ” Hay bloqueo económico y financiero de Estados Unidos para las empresas estatales cubanas y para Periodismo de Barrio. No hay excepciones. No hay mano blanda. Y tanto las empresas estatales cubanas como Periodismo de Barrio han aprendido a burlarlo”

    En estos tiempos comienzan a surgir conceptos nuevos en el campo de los derechos humanos para convivir con la dictadura castrista. Para los derechos politicos crearon el de Oposicion Leal y para los derechos universales a la comunicacion y a la libre expresion, la clasificacion del periodismo independiente en verdadero y falso:
    “…Por otro lado, también podemos esperar la otra hornada, el reportaje de sesgo contrario: los que buscarán medrar en la desgracia y el sufrimiento como buitres en la carroña, para volver a presentar a este país como el infierno sobre la tierra; porque eso les rinde algún dividendo.
    Por eso ustedes, que hacen verdadero periodismo, Periodismo de Barrio,…”

  • Estas historias parecen sacadas de una película de la segunda guerra mundial en territorio ocupado por los nazis. Es aberrante este sistema y lo que cree justo hacer para mantenerse. Si un sistema tiene que hacer estas cosas para subsistir, no hay que averiguar nada más, de antemano: NO SIRVE. Me ha motivado este post a escribir sobre algunas cosas similares que pasaron aquí en Mayarí cuando Sandy nos arrasó y quedamos en condiciones similares a como está Baracoa hoy, con la diferencia de que no tuvimos casi publicidad: toda la acaparó Santiago. ¡Qué país! –urge construir otro más justo.

  • Así es Osmel. Es un sistema especializado en cortar alas, matar sueños y atrasar pueblos. Somos un país pobre, pero se dedican a hacernos sentir miserables.

  • Otro tropezón en el largo camino hacia la civilidad y el respeto a la diversidad…Pero cejar no es opción.

  • Bravo por Periodismo de Barrio, pero mientras unos periodistas independientes tenga más derechos que otros que no se mencionan en este post, como bien señala El bobo, y el periodismo independiente “otro” sea estigmatizado como “enemigo” que pinta la realidad como una pesadilla por intereses espurios, hay un grave peligro y es el de sólo defender a aquellos con los cuales coincidimos en posturas políticas y eso, es sectarismo abyecto como política.
    Hay que mencionar a todos los periodistas independientes arrestados en Baracoa ha hacer la misma actividad informar. de lo contrario estamos repitiendo la misma estrategia del gobierno: digo una parte de la realidad y oculto la otra mitad.

  • Marlene entra en la web de Periodismo de barrio y mira los descargos que hacen del financiamiento que reciben, la procedencia y como gastan cada centavo. La pobre Elaine queriendo demostrar que no recibe fondo de la NED, USAID y otros demonios para diferenciarse del periodismo independiente opositor y al final igualmente ha sido víctima del “fuego amigo”.

    Es una historia que se vuelve a repetir una y otra vez con los que quieren hacer periodismo y no propaganda en Cuba.

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