Una estrategia inteligente

La nueva política migratoria cubana

Esteban Morales*

Esteban Morales

HAVANA TIMES — Por fin han hecho su aparición las nuevas regulaciones migratorias cubanas.

Conscientes de que se trata de un tema de la más alta sensibilidad política, el Gobierno cubano, ha promulgado el Decreto. Ley No. 302, Modificativo de la Ley 1312 “Ley de Migración” del 20 de septiembre de 1976 y otras regulaciones relacionadas con ese tema, publicadas en la Gaceta Oficial del martes 16 de octubre del presente año 2012.

Emerge una nueva estrategia migratoria.

Se puede decir, sin temor a equivocaciones, que el nuevo decreto ley No. 302, y sus implicaciones, representa no solo una modificación sustancial de las regulaciones hasta ahora vigentes, sino un verdadero cambio histórico de los métodos e instrumentos, con que Cuba ha manejado la migración.

Sin embargo, la Comisión de Derechos Humanos dice que se trata de un cambio cosmético con efecto mediático, con lo que incrementa su desprestigio ante la población cubana, que ha reconocido de manera general el cambio migratorio como sustancial.

Las medidas migratorias representan primero que todo, un desafío inteligente y sustancial al carácter agresivo con que Estados Unidos ha manejado la política migratoria hacia Cuba en los últimos más de cincuenta años.

Es posible afirmar, por lo tanto, que se ha entrado en un nuevo periodo histórico de las relaciones migratorias, desde la perspectiva cubana.

Las regulaciones migratorias que ahora toman cuerpo en el Decreto –ley No. 302, asumen consideraciones políticas, arrebatan la iniciativa a la administración estadounidense y desbordan el contexto de la política migratoria norteamericana, situando a ese gobierno en la obligación de reanalizar las condiciones en que se ha tratado a Cuba hasta ahora, debido a las razones fundamentales siguientes:

El problema migratorio es enfrentado por Cuba, no es para responder a la agresividad de la política norteamericana como cuestión reactiva, a la Ley de Ajuste Cubano, ni a la política de“/pies secos y pies mojados”.

No tiene tampoco un alcance limitado, sino que traza una política propia, con la independencia de quien sitúa en primer plano las necesidades del país y no las de la confrontación ya histórica, que no ha tenido solución alguna. Cuba ha virado el tablero. Veamos ahora qué hace Estados Unidos, que por lo pronto, parece que se quedará en el mismo lugar, aunque no parece que les resulte posible.

Sé que parte de la dinámica migratoria entre Cuba y Estados Unidos, ha pasado a una nueva etapa, en la cual, Cuba no está sujeta a la simple resistencia de la política norteamericana, como un asunto que afecta su seguridad nacional, sino que puede adoptar sus propias iniciativas políticas, con independencia de las actitudes que Estados Unidos pueda o no asumir como respuesta.

El país asume con determinación e inteligencia las contradicciones que aun pueden producirse entre flexibilidades y derechos, al verse obligado a defender su capital humano del “robo” de que ha sido objeto durante todos estos años.

Pero lo cierto es que era Cuba, con su carta de invitación y el permiso de salida, la que aparecía como el obstáculo a vencer. Quedará Estados Unidos ahora, si no otorga las visas, como el “malo de la película”.

Tampoco es posible hacerse ilusiones, pensando que todo está resuelto, pues si no hay visado no hay viaje, aunque no haga falta carta de invitación, ni el permiso de salida.

El país asume de una manera abierta la atención, tratamiento y defensa de sus emigrados, considerándolos paulatina y definitivamente parte de la nación y proponiéndose regularizar, sistematizar y defender la emigración, asumiendo las ventajas y desventajas internas y externas que ello representa, pero con la conciencia plena de que sus emigrados deben ser objeto de un tratamiento político justo y pleno en derechos.

El país comienza a tratar con amplitud, el derecho de todos sus ciudadanos a viajar por el mundo, e instalarse donde desee, aunque para ello, aun tengan que asumir regulaciones proteccionistas, muy realistas por cierto, que todavía limitan el derecho de algunos ciudadanos a emigrar libremente en el momento cuando lo deseen.

Con las regulaciones que ahora se asumen, aunque arrastrando todavía ciertas limitaciones de temporalidad, el país contribuye sobremanera a situar a sus ciudadanos paulatinamente fuera de la condición que han debido sufrir, de ser considerados siempre como potenciales emigrados.

Situación que se mantendrá de todos modos sobre los viajeros cubanos, para la obtención de los visados, pero que irá desapareciendo, en la misma medida en que el proceso migratorio o el simple viaje al exterior, se vaya convirtiendo en un fenómeno normal para cualquier ciudadano cubano.

El cubano que desee viajar por cualquier motivo ya podrá experimentar el beneficio de la disminución del costo de los trámites de viaje. Aunque el pasaporte costará un poco más.

El aspecto financiero beneficia a una parte mayoritaria de la ciudadanía y a ciertos sectores de la población, por su todavía limitada presencia entre los emigrados (población negra y mestiza), receptora de menos remesas y de menos familiares en el exterior de los cuales recibir apoyo.

La extensión a 24 meses del plazo de estancia en el exterior, prorrogables a 24 más, permite al ciudadano, considerar la posibilidad de estar un tiempo en el exterior sin romper el vínculo con el país e incluso obtener el permiso de residencia en el exterior. Tal medida representa un salto sin precedentes frente a la “partida sin retorno”, antes vigente.

Tales consideraciones antes apuntadas, se apoyan en los beneficios que para los cubanos residentes en el país tienen las nuevas regulaciones. Entre ellas, las más importantes:

Se elimina el permiso de salida, por lo que consecuentemente no es necesario pagar los 150 cuc que costaba, lo cual a su vez, simplifica los trámites de viaje.

Se elimina el requisito de tener carta de invitación de un ciudadano o institución del país a que se pretende viajar. Lo cual elimina también, para el trámite personal, el pago de dicho documento que fluctuaba entre 200 y 400 dólares o su equivalente en la moneda del país que invitaba.

Se autoriza la salida de los menores de edad, según se desprende del texto de algunos artículos.

Es posible permanecer en el exterior por un plazo de 24 meses, prorrogables a 24 más, con la obligación de pagar solo la prórroga que exceda los primeros 24 meses. Es solo a partir de los 25 meses que una persona será considerada emigrada, aunque por razones justificadas se podrá extender la estancia.

Se puede solicitar la residencia en el exterior por tiempo indefinido, por mantener una unión matrimonial, formalizada o no, con ciudadanos extranjeros, o por otras situaciones familiares y humanitarias excepcionales. Ese status también puede ser otorgado a los padres, e hijos menores de edad que lo deseen.

Se deroga la nacionalización a favor del estado cubano de los bienes, derechos y acciones de los que se ausenten con carácter definitivo del país. Esto tiene un alto significado económico, tanto para el que decide emigrar como para su familia. Respecto a este aspecto parece estar rodando la errónea interpretación de que los que se han marchado definitivamente del país pueden reclamar sus propiedades. El Decreto- Ley No.32 se está refiriendo a los que emigren definitivamente a partir del 14 de enero del 2013, no a los que ya han emigrado antes.

Los graduados de cursos diurnos de la educación superior pueden ser autorizados a viajar por asuntos personales, lo que antes no era permitido, hasta que no cumplieran el servicio social.

Foto: conexioncubana.net

Con posterioridad al lanzamiento del Decreto-Ley No. 302, se anunciaron algunas medidas adicionales. Las presento a continuación:

Se normaliza la entrada temporal al país de quienes emigraron ilegalmente después de los Acuerdos Migratorios de 1994, si han transcurrido más de 8 años de su salida.

Se normaliza la entrada temporal al país de los profesionales de la salud, deportistas de alto rendimiento que abandonaron a Cuba luego de 1990, si han pasado 8 años de ese hecho. Exceptuándose, por razones de defensa y seguridad, quienes salieron por la Base Naval de Guantánamo.

Se amplían las causas de repatriación, para los que salieron del país con menos de 16 años y también por razones humanitarias.

Se regularizan las visitas de los emigrados ilegales con menos de 16 años, en cuyo caso no tienen que esperar los ocho años.

Estos anuncios a posteriori¸ son una clara señal de que se continuarán emitiendo nuevas regulaciones según vayan siendo concretadas. Por lo que es posible esperar hacia el futuro que lo que regula el Decreto-Ley 32 se continuará ampliando.

La nueva dinámica que se abre

Las nuevas regulaciones migratorias, comparadas con las existentes hasta ahora, potencialmente, benefician considerablemente a los cubanos residentes en Cuba. Sería absurdo decir que se trata de simples cambios cosméticos de intención mediática. Son cambios, que aunque no totales, son sustanciales, contentivos de oportunidades para continuar avanzando en la normalización del proceso migratorio desde la perspectiva de la política del país.

Es cierto que aún quedan no pocos pasos para mejorar las relaciones entre el país y su emigración, pero este proceso también avanza, en la misma medida en que los cubanos de la Isla reciben facilidades para su traslado al exterior.

Quedan pendientes algunas cuestiones, sobre los cubanos residentes en el exterior¸ que tienen que ver más con asuntos de los derechos que el país podría otorgar a esos cubanos, que con cuestiones migratorias propiamente dichas. Considero que tales asuntos se refieren a:

Regulaciones sobre costos de trámites y pasaporte.
Otras regulaciones que faciliten viajar y permanecer en Cuba.
Derechos de representatividad en el país.
Derechos de ciudadanía a los hijos de cubanos nacidos en el exterior.
Derecho a votar en las elecciones nacionales.
Derecho a la repatriación y a la reunificación en Cuba.
Derecho a jubilarse en Cuba.

Hay que continuar avanzando por normalizar lo más posible las relaciones de Cuba con su emigración. Ahora ayudados por un conjunto de regulaciones que contribuirán a dinamizar el proceso. Generando respuestas por medio de los consulados sobre los problemas concretos de los cubanos donde quiera que estos se encuentren.

Si nos proponemos que las relaciones entre el país y su emigración avancen tenemos también que orientar nuestros pasos en las direcciones siguientes:

Se deben adoptar medidas que faciliten los trámites migratorios, tanto en su costo como en la agilidad de los mismos.

Hay que acelerar todo lo posible el proceso de repatriación de los que desean volver al país.

No es posible menospreciar los pequeños capitales que puedan contribuir a levantar la empresa familiar ya existente, incluso brindando facilidades aduaneras, pues las medidas que la aduana cubana adopta ahora parecen leoninas e irreales.

Hay que acoger a los hijos de emigrados en las escuelas cubanas.

Hay que facilitar los estudios universitarios a los hijos de emigrados en Cuba.

Hay que facilitar servicios médicos compitiendo con los altos costos de Estados Unidos.

Hay que tratar de generar alguna forma de turismo cubano-americano.

Se deben generar estudios de postgrado, maestrías, doctorados, con estudiantes cubano-americanos.

Cuba debe avanzar hacia la búsqueda de la “emigración circular”, es decir, hacia la alternativa de vivir dentro y fuera del país al mismo tiempo.

Las conferencias entre el gobierno cubano y la emigración deben regularizarse sobre la base de agendas concretas y chequeos de su avance.

La nueva política migratoria, auspiciada por el Decreto-Ley No. 32, genera un tipo de emigrante más acorde con las necesidades políticas y económicas del país, pero si no la atendemos en el exterior como es debido podrían producirse retrocesos.

No se trata de una emigración apolítica y simplemente obediente como algunos piensan, sino de un tipo de emigración que dispondrá hacia el futuro de mecanismos e instrumentos para ser más exigente con su país de origen.

Sin dudas las medidas ahora adoptadas por Cuba, contribuyen a estabilizar y ampliar las relaciones entre la isla y su emigración. Por cuanto, las nuevas regulaciones hacen que desde Cuba emigren ahora ciudadanos cuyo status se diferencia sustancialmente de las situaciones en que salieron de Cuba las primeras oleadas migratorias.

En la misma medida en que sean puestas en práctica las actuales regulaciones a partir de enero del 2013, varía sustancialmente, tambien, la forma también en que pueden relacionarse con el país los cubanos que a partir de ahora emigraran de Cuba.

Esto tendrá un impacto muy importante en los anteriores emigrados, dado que comenzarán a llegar otros, cuyas relaciones con su país de origen ya quedarán preestablecidas antes de la  partida.

Lo que servirá en el futuro para acelerar el cambio que respecto a Cuba ya se venía produciendo en la emigración actual. Por lo que es posible preguntarse ¿Cómo será la emigración cubana, particularmente, hacia los Estados Unidos en los próximos 30 a 40 años?

Sin dudas será muy diferente de la actual. Dejando de ser ya paulatinamente un problema para Cuba, lo será crecientemente para Estados Unidos. ¿Retornaremos a la época en que La Florida era parte de Cuba?
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Leer el blog de Esteban Morales.

 

13 thoughts on “Una estrategia inteligente

  • Es lamentable que un supuesto academico cubano, con leidas y muchos viajes al exterior, se adhiera a la pataleta de los pueblerinos de CAFE . Lo que hace la reforma es quitar presion a la olla y abrir un poco la permisividad del regimen en funcion de sus necesidades economicas. No hay una devolucion de derechos como han expresado muchos comentaristas. Y los emigrados que han sido expatriados, seguiran en las mismas circunstancias.

  • La migración no es una moneda de cambio. Cuba ha de reconocer sin cortapisas el derecho humano a la libertad de movimiento de sus ciudadanos. Ello es expresión de socialismo.
    Migración, nación y estado

    “La población autóctona de la tierra insular nombrada Cuba había emigrado de Suramérica para perecer diezmada por las consecuencias de la colonización española. Despoblada la tierra de sus primeros colonizadores es la emigración hacia ella la que vuelve a sembrarle las semillas de lo que hoy nos identifica como cubanos”[1].

    El Partido “comunista cubano” sin tino sobre el poder autoritario que ejerce sobre el pueblo de Cuba, auto declara como “voluntad común de la nación cubana” (Granma, 16.10.2012) la mediatización de una decisión de soberanía nacional. La decisión se toma de manera inconsulta con la Nación cubana.

    Cual custodio que afloja una de las amarras de la víctima inocente, la burocracia política antisocialista que jala los hilos del poder en el Estado cubano declara como “hecho histórico” para los cubanos, lo que viene a ser la restitución a medias de un derecho humano y ciudadano inalienable. Después de 50 años de prohibición ilegitima, las fronteras de Cuba se entreabren para sus ciudadanos, bajo libertad condicionada. Lo que ha debido ser el reconocimiento sin ambages de un derecho humano cercenado hasta hoy, se expone como una condecendencia del Estado. El Estado bajo el régimen de poder de partido-único permanece en la alienación política que lo ha convertido en un ente suprasocietal. La plenitud de los derechos humanos, a la que Cuba no debe poner barreras de oficio, seguirá mermada ante la reticencia del poder absoluto del estado a convertirse en poder soberano del pueblo.

    Para que no le quede dudas al pueblo cubano sobre quién ejerce el dominio sobre su destino, el PCC con un Decreto-ley del Gobierno bajo su poder, modifica el anterior decreto regimentario con que le ha venido conculcando a los cubanos el derecho soberano al libre movimiento, sin reconocerlo como expresión de autodeterminación. Y resistido a una transformación política sistémica que sitúe el Estado cubano sobre los fundamentos de una constitucionalidad socialista, el régimen de poder absolutista de partido-único reniega del estado democrático de derecho. El Estado seguirá en las antípodas del ideario socialista sobre las relaciones de poder.

    No le es ajeno al ideario socialista sobre la sociedad y el estado el universalismo de los derechos humanos reconocidos por la Comunidad de Naciones. Todo lo contrario. Siendo Cuba signataria de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, tales derechos pueden dejar de ser la letra muerta que son, precisamente en un proyecto socioeconómico y político socialista. Esos derechos no se limitan a las condiciones básicas del desarrollo humano como son la salud y la educación. Cercenar el sentido de autonomía ciudadana, en cambio, califica el autoritarismo de los regímenes totalitarios, aquellos que dejan de ver en el ser-social un individuo. Nada que ver con la voluntad de soberanía que pueden y han de cultivar en la sociedad relaciones sociopolíticas socialistas.

    La libertad de movimiento constituye un derecho humano, cuya naturaleza política condiciona el sentido de pertenencia del pueblo a su nación y al régimen sociopolítico que el mismo se da.

    Este derecho natural está reconocido en dos principios fundamentales humanistas del derecho internacional contemporáneo:

    libertad de circulación en el territorio de un Estado, reconocido en el Art. 13 (1) de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, 1948: “Toda persona tiene derecho a circular libremente y a elegir su residencia en el territorio de un Estado”;
    derecho a salir y a regresar a su propio país, reconocido en el Art. 13 (2) de la misma Declaración: “Toda persona tiene derecho a salir de cualquier país, incluso del propio, y a regresar a su país”.
    Seguir reduciendo el derecho de autodeterminación y la libertad de movimiento que de ello emana al concepto mismo de migración, manifiesta la prevalencia de la doctrina totalitaria del poder que consagra el dominio del Estado sobre la sociedad cubana. La naturaleza antidemocrática de dicha doctrina aleja y desarraiga en la sociedad el espíritu y las convicciones por el socialismo.

    El PCC y el Estado bajo su dominio insisten en la discriminación de estos derechos humanos del ciudadano cubano. Con el nuevo Decreto-ley del Estado se le sigue imponiendo al pueblo cubano la categoría de la “migración”, entendida según la doctrina de la obediencia debida al Estado. Sin embargo, el concepto y la práctica que enmarcan el término migrante en el derecho internacional, y en la jurisprudencia nada menos que del estado burgués, préstese atención: abarcan usualmente todos los casos en los que la decisión de migrar es tomada libremente por la persona concernida por “razones de conveniencia personal” y sin intervención de factores externos que le obliguen a ello. Así, este término se aplica a las personas y a sus familiares que van a otro país o región con miras a mejorar sus condiciones sociales y materiales y sus perspectivas y las de sus familias (OIM – Organización Internacional para las Migraciones). Por lo tanto, el estado democrático no tiene más que garantizar este derecho humano.

    Si de ese entendimiento resulta que la migración constituye un componente social de la condición humana, ¿cómo es que un Estado que se auto considera socialista se arroga el derecho de seguir mutilando ese derecho humano fundacional a sus ciudadanos? ¿Por cuáles razones el Partido-Estado cubano, que no sean las del absolutismo del poder y el dominio ilegítimo sobre la sociedad, discrimina políticamente la auto determinación del ciudadano y el derecho al libre movimiento? ¿Por qué aún a estas alturas?

    El Decreto-ley no. 302 que dicta el Estado cubano bajo los auspicios del PCC expone el contenido político antidemocrático que el Partido único gobernante le atribuye a la categoría de emigrado. En la doctrina del poder del Estado cubano establecida por el Partido-único, la categoría emigrado señala al ciudadano que abandona Cuba. El “abandono” precondiciona la discriminación política de un derecho inalienable. Sin embargo, el concepto y la norma internacional de derechos humanos sobre la categoría emigrado establecen igualmente el derecho de toda persona de salir de cualquier país, incluido el suyo; reconociendo en la emigración el acto soberano del individuo de salir de un Estado con el propósito de asentarse en otro. Y solamente en determinadas circunstancias, el Estado puede imponer restricciones a este derecho, empero siempre bajo el respeto al estado de derecho. En este caso las prohibiciones de salida del país habrán de reposar en mandatos judiciales.

    La democracia socialista no se decreta, se abre camino con el poder popular

    En una decisión concerniente a un derecho humano básico inalienable, en cambio, el PCC decide ningunear el debate democrático con la sociedad e irreconocer el estado de derecho en Cuba. Toda la clase política ha dado por bueno desde las gradas que el máximo órgano de poder constitucional, la Asamblea Nacional del Poder Popular, no haya discutido de cara al pueblo ni que legisle de manera constitucional la restauración del derecho humano de los ciudadanos cubanos a entrar, salir y reasentarse libremente en el territorio de su país.

    El PCC decide que el problema de la migración en Cuba no amerita una nueva ley, sino la modificación por decreto del Reglamento (julio 1978) de la Ley no. 1312 (set. 1976) que, como se advierte, queda vigente en su espíritu y letra represora. A tono con ello, el problema migratorio en Cuba no necesita nueva legislación, sino el criterio autoritario de la “fuerza superior dirigente de la sociedad y el estado”. No será facultad del Poder Popular discernir en debate democrático hacia el seno de la sociedad sobre el derecho humano del cubano a migrar.

    ¿Cómo es posible entonces? que la Dirigencia del PCC se permita desde un editorial glorioso en Granma afirmar que: “La política migratoria de Cuba, a lo largo de todos estos años de Revolución, se ha basado en el reconocimiento del derecho de los ciudadanos a viajar, a emigrar o residir en el extranjero y en la voluntad de favorecer las relaciones entre la Nación y su emigración” (16.10.2012) [2].

    Para evidenciar el grado de corrupción moral de la burocracia política que declara lo anterior, baste recordar las extendidas represalias que el PCC se ha permitido organizar contra los ciudadanos que han venido decidiendo migrar, bajo la ignominiosa campaña de violencia para-estatal de los llamados “mítines de repudio del pueblo cubano”. Cuán insostenible y vejaminoso resulta seguir justificando la política represora interna del Partido-Estado y su Gobierno con la política yanqui de subversión y estimulación de la migración díscola en Cuba. Desde la más prosaica miopía política esa burocracia política antisocialista le ha venido haciendo de facto el juego a la desestabilización interna de Cuba por los yanquis. Así como de repetente lo lograron en los Balcanes, donde etnias viviendo en comunidad de pronto, exarcerbados por el Pentágono y la UE los malos espíritus del chovinismo nacionalista, esos pueblos se desangraron mutuamente y fueron fácilmente diezmados por los “bombardeos humanitarios” de la OTAN; así el pueblo cubano – sálvense las peculiaridades fenoménicas – se ha visto involucrado en el protagonismo de la violencia de vecinos contra vecinos, o entre compañeros hasta ayer, todo porque la burocracia partidista decidía que las “oleadas migratorias” eran un producto made in usa y nada han tenido que ver con la negación de miles de cubanos a vivir bajo un «socialismo de cuartel» – puesto que, sencillamente, aunque la falta de pan gravite sobre las decisiones humanas, no sólo de pan vive el «ser humano». Sin embargo, puntualícese desde la insistencia de la ética, ello nunca ha impedido que sea la burocracia política de clase-alta la que viaje desenvueltamente sin congestionar los cielos del mundo, costeada por el erario público que alimenta el trabajo del pueblo. La honestidad política le es ajena al poder omnímodo.

    Revolución y democracia

    Revolución y democracia han dejar de reñirse de una vez y por todas, si es que – conscientes de la doble moral que aqueja los comportamientos sociopolíticos de la sociedad cubana y los estamentos de poder del Estado cubano, de la cual no escapa el ejercicio de “masiva” asistencia a las urnas ! – se aspira a cultivar un verdadero sentido de pertenencia política de la sociedad cubana en su identificación cultural con el socialismo, en tanto proyecto de emancipación del trabajo y sistema de valores humanistas afín. Justo todo lo que niega el “modelo” restrictivo socioeconómico estado-burocrático, el régimen político autoritario de partido-único y la política migratoria de libertad condicionada, situado en las antípodas de la soberanía de la sociedad cubana.

    La ortodoxia ideológica con la que el Partido único ejerce el dominio sobre el pueblo cubano es incapaz de asumir que el socialismo no se hará con un pueblo que no tenga la opción de no hacerlo. Ha de preguntarse con verticalidad revolucionaria, si acaso ese es el propósito del rumbo reformista actual del PCC, ahora con la práctica de la soberanía tutelada sobre la “nueva política migratoria”.

    La soberanía geo-social de la nación juega a favor del sentido de pertenencia de aquellos pueblos, cuyas necesidades de libertad y realización personal encuentran los espacios para su edificación. Devolverle el derecho de libre movimiento a los cubanos, tanto dentro (migración interna) como fuera del territorio nacional (migración externa), constituye una condición inapelable de la democracia que ha de distinguir el orden socialista.

    La ortodoxia ideológica del pensamiento único gobernante y sus voceros orgánicos (escribanos de oficio e intelectuales dependientes, como los caracteriza el Ché) ya vierten ríos de tinta tras el editorial de Granma, que expone las “circunstancias históricas” que obligaron (y obligan) al Partido (en su encarnación de la Revolución) a dictar la política de encierro geo-político a los cubanos, convirtiéndo el país durante decenios, hasta hoy, en una plaza de hecho auto sitiada. Al grupo de poder establecido nunca le ha importado el debate sobre el «contrato social» con el pueblo cubano al respecto. Ese grupo de poder ha preferido, tal como su práctica política lo evidencia, hacerle el juego a la política yanqui de acoso y aislamiento. No existirá uno solo, puntualizo, ni un solo argumento defendible que pueda negar que no habrían existido las llamadas crisis migratorias de Camarioca en 1965, Mariel en 1980, ni la “crisis de los balseros” de 1994, si el Estado cubano hubiera asumido de manera soberana en su institucionalidad el principio democrático de la libertad de entrada y salida de Cuba de los cubanos, y a ello hubiere condicionado la razón de estado. Sin embargo, el espíritu democrático y la institucionalidad de un estado de derecho han sido sacrificados por el PCC en aras de la política de atrincheramiento nacionalista contra las agresiones. Toda la política de estimulación migratoria ilegal de “pies secos y pies mojados” de los EEUU hubiera quedado en el anacronismo funcional desde su mismo nacimiento, ahorrándole al país las vidas de cientos de sus ciudadanos y las “argumentaciones” de las políticas externas agresivas contra Cuba. Hubiésele podido ahorrar al cubano “constructor de su revolución” el indigno estatus de ciudadano de segunda categoría ante los “ojos del mundo”, reprimido por la Revolución en su derecho político a la autodeterminación. No resiste la crítica revolucionaria el haber convertido la defensa necesaria del país, desde el recrudecido periodo de ataques militares directos y de subversión violenta de los EEUU contra Cuba, en normatividad política, tomando por virtud lo circunstancial.

    No es el PCC una organización política que pueda aprender de las experiencias, por cuanto la democracia interna no constituye el valor político de su organicidad y la doctrina del pensamiento único se impone por encima de la dialéctica del pensamiento. Asegurado ante todo debate y ante la lucha política dialética por su confortable estatus de partido-único de gobierno, no puede desarrollar la virtud del pensamiento crítico ni la práctica realmente revolucionaria, menos aún de frente y en diálogo democrático con la sociedad. Tendrá, gracias a ello, todas las de errar de manera consuetudinaria.

    Desentiérrense los retoños de las malas yerbas y no renacerán las patologías políticas que han hecho inservible el modelo socioeconómico del PCC para los cubanos. Pregúntese, si no, ¿qué ha cambiado hoy de la hostilidad de entonces de los EEUU contra Cuba, que el grupo en el poder del estado cubano decide otorgarle con un nuevo Decreto, sujeto a condiciones voluntaristas, el derecho del ciudadano cubano al pasaporte corriente? Según recién declara en la ONU el Ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, incluso el bloqueo estadounidense se ha intensificado y la actividad subversiva yanqui contra el sistema cubano toma ribetes de guerra cuasi abierta, financiera y políticamente. El poder absoluto se contradice absolutamente en la imposición de la doctrina del ordeno y mando. Y a esa aberración antisocialista de las relaciones de poder le seguirán llamando “socialismo”.

    Sin embargo, lo que no reconoce el editorial del Órgano Oficial del PCC es lo que en realidad sí ha cambiado:

    El pueblo de Cuba no aguanta más las estrategias totalitaristas de “encierros taurinos” del PCC, en lo social, lo económico, lo espacial y lo político. Lo que ha cambiado hoy es que el Líder es quien reconoce, solo ahora, que el modelo ya no le sirve ni a los cubanos. Lo que ha cambiado ha sido la multiplicación de voces ciudadanas críticas, de voces revolucionarias, de voces socialistas clamando en un grito sordo de decibeles in crescendo dentro y fuera del país por el derecho al libre movimiento, por el derecho a salir y entrar al país sin el desmedro de la identificación cultural al que sólo los estados totalitarios obligan a los naturales.

    Llama la atención, así, que el PCC pierda por voluntad propia la ocasión para hacer una crítica revolucionaria a las políticas que han resquebrajado profundamante la cohesión de la sociedad cubana, como pueblo y nación. Se pone de manifiesto de esa misma manera que los presupuestos de gobernabilidad del Estado, atenidos ahora a la marcha reformista socioliberal puesta en práctica por el PCC, no se nutren del imperativo de la democracia protagónica. Los derechos humanos se tornan selectivos y las convicciones socialistas se convierten en negaciones de la identificación política democrática.

    La “reforma migratoria” que ahora se presenta al pueblo así lo confirma. La idea-fuerza más sencilla de socialismo – esa que el Líder de la Revolución no llega a comprender, cuando expresa que el error cometido era el haber creído saber cómo se hacía el socialismo – es democracia. El Parlamento cubano, testigo mudo para confirmarlo, no ha sido convocado para debatir y legislar en nombre del pueblo una ley democrática que enmarque la necesidad migratoria en la sociedad cubana como un derecho humano. Desde el régimen político autoritario el Gobierno del PCC decreta. Y el Decreto mantiene la condición de cautivo en tierra propia del pueblo cubano. Una nueva ley “migratoria” de estirpe democrática en su preámbulo habría de reconocer sin ambages el derecho inalienable de los cubanos a salir, entrar y reasentarse libremente en su país. Pero no existe parlamentarismo – ese a cuya recomposición hoy (21.10.2012) se acude a las urnas – con la independencia política de ser representante de las necesidades y derechos del pueblo como para exigir ese debate. Por lo tanto, se decreta bajo la doctrina del autoristarismo político.

    La letra muerta de la revolución socialista

    Se decreta en la filosofía política y la letra jurídica que el cubano más que migrar, emigra, y lo hace, según la voluntad del PCC, bajo la sugestión política de emigrado definitivo. El refinamiento burocrático del nuevo Decreto-ley dicta que pasados 24 meses de estancia autorizada por el Estado en el exterior el “migrante”, si no demuestra lo contrario ni paga un impuesto por su decisión, es considerado por el Estado cubano un emigrado [3]. El Partido establece que al Estado hay que seguirle pidiendo permiso, y autoritariamente autoriza el tiempo por el cual el ciudadano cubano puede salir del país, discriminando mottu propio lo que le correspondería discriminar al país de recepción (no al de emisión). Dada la represión política que establece el Art. 47.1 del nuevo Decreto-ley, en consecuencia, al “emigrado” se le niega el derecho de permanecer por tiempo de estancia ilimitado en su país de origen, migrar sigue siendo condición de desarraigo.

    El Estado cubano se resiste, y ese siempre será el espíritu político del estado antisocialista: no considerar al ciudadano cubano como un individuo libre y pleno en sus derechos humanos. Por ende, un emigrado en los términos políticos y a los efectos jurídicos del Estado cubano seguirá siendo un desterrado, al que ahora, vaya displicencia, ya no se le confiscarán en favor del Estado cubano, como hasta hoy, sus bienes al salir del país.

    La restricción autoritaria del PCC y el Estado cubano al derecho de salida, entrada y reasentamiento libre de los ciudadanos cubanos en su país de ciudadanía se plasma en el art. 23 del nuevo Decreto-ley. Los incisos e, f y h dan especial cuenta del tratamiento de propiedad sobre el ciudadano como una dependencia estatal, determinando categorías de ciudadanos a los que el Estado cubano no le expide pasaporte corriente. Para que no queden dudas acerca del voluntarismo autoritario que deshace en menudos pedazos el estado de derecho, la burocracia política determina que el ciudadano pertenece al estado y no el estado al ciudadano, por lo que la letra del nuevo Decreto-ley remarca en su art. 25 la prohibición de salida de Cuba de ciudadanos que emplatilla bajo las categorías que el PCC así define por supuestas razones de Estado. Razones que, fuera de veredictos judiciales, expresan el voluntarismo político de los estados totalitarios ¿Qué sentido de pertenencia política y cultural tendrán estos ciudadanos a un sistema político que les discrimina de manera ilegítima? En virtud de ello, ¿cuántos de estos ciudadanos no “desertarán” en salidas con pasaportes oficiales, diplomáticos o de servicios?, o cuántos los que, hechas las excepciones que se arrogue el poder otorgando pasaporte corriente, “desertarán” ante la perspectiva de la penitencia por el estatus de “trabajadores estratégicos para el estado cubano”. Hoy la burocracia estado-partidista se vanagloria acríticamente, en la eterna propaganda del “real socialismo”, de haber otorgado permiso a 942 mil cubanos a viajar temporalmente al extranjero en 12 años (2000-2012), de los cuales, se expone con la venia del burócrata satisfecho, “desertó” sólo un 12.8%. Las cotas del pensamiento autoritario en el poder no permiten advertir que se glorifica que el estado en su condición de propietario «dé permiso» y que, a su vez, los ciudadanos “desertan”, y no hay capacidad crítica para ver en ello la naturaleza totalitaria del estado de la burocracia, nada que ver con la visión ni la idea-fuerza de un estado socialista, asentado en el fundamento de la democracia.

    Es así que la lógica del poder antisocialista no asume la idea política y el concepto sociológico de migración. A pesar de aparecer semánticamente como Ley de Migración en el acto jurídico de 1976, el poder político no reconoce la migración como una necesidad de la condición humana. Cuba es en el fermento de su nacionalidad un producto de las migraciones, donde hoy la propia genealogía del apellido y la policromía de la piel no dejan lugar a dudas. Más allá de las circunstacias que llegan a hacer de la necesidad natural de movimiento del ser humano una migración forzosa, el entendimiento de la libertad de movimiento y la autodeterminación del ciudadano cambia toda la óptica política sobre el fenómeno de la migración, y sienta la premisa para el abordaje democrático por el Estado de lo que de otra forma siempre será para el mismo “un problema”.

    Un problema es para el Estado cubano el llamado “robo de cerebros” que practican los centros capitalistas y en especial los EEUU. Los yanquis en su obseción contra la posibilidad del socialismo en Cuba, que es decir del socialismo en Las Américas, han legislado incluso el “robo de cerebros” de la medicina cubana. Pero un médico cubano con el derecho ciudadano de salir y entrar libremente a Cuba no es un emigrado en potencia más que en el pensamiento político cubano reñido con la idea de democracia. Otra cosa siempre será la predisposición de otros países a verlo también así, debido a la represión de las libertades individuales que se permite el Estado cubano sobre sus ciudadanos y la situación de precariedad material crónica que genera el sistema socioeconómico cubano. En cambio, ese médico imbuido y aperjado de su derecho ciudadano migraría por tiempo indefinido, si así lo decidiese, a organizar un espacio para el desempeño profesional en otro país bajo los acuerdos entre estados, con derechos retributivos y obligaciones tributarias, y ese estatus migratorio sería migración laboral, como lo reconoce el derecho internacional y las normas de derechos humanos, y no necesariamente emigración de Cuba como lo dicta el Estado cubano.

    Si la Constitución de Cuba no concibe la supresión de la ciudadania cubana al cubano naturalizado – amén de casos extraordinarios, en los que tampoco media el estado de derecho, pues no responden a mandatos judiciales – ¿por cuáles razones que no sean las de un estado totalitario, el PCC se asume dueño de la Constitución cubana?. El Estado socialista está en la obligación de garantizar los estatus migratorios y proteger, no coaccionar ni reprimir, al ciudadano cubano en su voluntad soberana.

    La idea de “emigrado definitivo” es reaccionaria por definición y naturaleza política. La perspectiva de poder regresar a su país y reasentarse en el mismo es el reconocmiento político del Estado a un derecho humano. Para la sociedad cubana el regreso y reasentamiento en el país de un profesional cubano – atenidos al caso – será siempre una ganancia potencial neta por las experiencias y la superación adquiridas en el extranjero por el migrante. En cualquier caso, Cuba, si de derechos humanos se trata, no puede seguir dejando de ser el hogar de acogida natural de sus ciudadanos, solo porque así lo impongan doctrinarios antisocialistas en el poder del Estado cubano o lo condicionen gobiernos extranjeros hostiles. Derechos y deberes bajo una constitucionalidad democrática del estado, por socialista, ese ha de ser el principio de la participación (Cuba: la Constituyente Socialista) [4].

    De Cuba se ha de salir y entrar por el libre albedrío del derecho ciudadano a la auto determinación. Cuba es tierra de acogida de todo ciudadano cubano sin cargos judiciales que tal derecho le cuestionen. El estado cubano, si socialista, ha de garantizar estos derechos y no alzarse en poder alienante de los derechos humanos.

    Sea el espíritu de democracia protagónica la premisa de la letra jurídica y se habrá dicho Patria socialista ahí donde hoy se sigue diciendo Estado totalitario. La divisa política democracia o capitalismo obliga.

    RCA

  • Un par de observaciones:

    Primera-

    Si se limitan la libertades justamente de los cubanos con mas talento, entonces los cubanos podrán pensar “ya que si adquiero talento pierdo libertades, entonces mejor no adquiero talento.”

    El efecto a largo plazo sobre Cuba podría ser catastrófico.

    Segunda-

    Si se limitó la libertad de circulación para preservar el talento dentro de Cuba; entonces no se entiende como ahora se le prohíbe entrar en Cuba a una parte importantísima del talento que está fuera.

  • Gabrierl: esa segunda observacion es brillante. Te la tomo prestada

  • Yo me pregunto que pasaria si EU quita la ley de ajuste cubano en su lugar permite a los cubanos entrar sin necesidad de una visa?

  • Saldrian de la isla alrrededor del 50% de la poblacion en busca de alguna esperanza . Lo triste de este articulo es que alaba una pseudo-libertad. La libertad es una sola, no existe a pedacitos. Las nuevas regulaciones solo estimulan el ingreso de divisas al regimen que como parasito necesita seguir alimentandose de otros.Se elogia una regulacion mientras se esconde intensionadamente la verdadera razon de el porque el cubano quiere salir y no precisamente para regresar, salvo excepciones

  • Lo cierto es que esta por ver como se aplican en la prática estos supuestos cambios. Aqui es donde hace falta mantener la vista, pues nada de esto es efectivo hasta enero del próximo anno. No se asusten cuando ajusten todas las incongruencias de estos decretos. Ya veran como manipulan y tergiversan y nos acusan de malinterpretar estos cambios.

    Ya veremos quienes son los “organismos competentes” y “cuales son los intereses” o en otras palabras quién si puede y quien no puede.

  • Rey, tu apreciación es interesante pero no esta sustentada en las estadísticas, solo un 10% de los que sale de visita no regresan, pueden ser muchos, pero no es todo el mundo, ni es la mitad y muchos de ellos no regresan porque no saben si podrán volver a salir otra vez, la gran verdad es que el famoso proyecto de los once millones no lo es tanto, hay muchos que no están interesados en vivir afuera

  • Estoy totalmente de acuerdo contigo, una cosa es la ley y otra su aplicación practica, al final muchas de las cosas que se aplican ahora nunca estuvieron en la ley anterior, mas importante que la ley es ver el espíritu de la misma, que será lo que veremos en su aplicación practica. Al final la ley anterior siempre fue inconstitucional y esta también lo es, no hay diferencia, lamentablemente uno siempre sospecha de las buenas intenciones de quienes nos gobiernan

  • El otro punto es que mucho de nuestro talento sale todos los días por razones de trabajo, que justificación habrá para decirte que si eres confiable para salir a cumplir una misión pero no eres confiable para viajar de vacaciones? Cual es la diferencia?

  • Yo imagino que el gobierno cubano diria que se trata de” una maniobra mas del imperialismo “. Entonces habria que ver que pasa ,le darian pa tras a la reforma migratoria?

  • Vamos a ver si es verdad lo que predijo Alarcon a Elieser, que se van a congestionar los cielos del mundo. Me imagino que la NASA tendra que instalar semaforos colgados en las nubes para evitar los accidentes de aviones.

    Lo cierto que a todas luces el gobierno cubano esta apostando a que una buena parte el millon de cubanos que anuncio que van a despedir del sector estatal salga a trabajar al exterior y envie remesas a sus familiares. Esto confirma que la economia cubana es totalmente dependiente de las remesas de los millones de cubanos que estan fuera de la isla, aunque no se reconozca en las estadisticas de la ONE. Es una medida economica reactiva y nada humanitaria, pues no restituye derechos humanos cuartados al pueblo.

    En mi opinion la medida politicamente sera muy negativa para el gobierno cubano, pues el mundo observara claramente como el “hombre nuevo” creado por la revolucion intentara salir del pais a como de lugar. Las filas de cubanos pidiendo visa en las embajadas seran de varias cuadras. Los paises del continente que no exigen visa de entrada a turistas se escandalizaran con la entrada desmedida de miles de cubanos que intentaran quedarse. Un ejemplo lo vimos en el año 2008 en Ecuador cuando decidio eliminar las visas de turismo y los cubanos se tomaron por asalto este pais en pocos meses (incluso con el obstaculo de las cartas de invitacion)

  • Q manera de hablar mierda y gastar el tiempo escribiendo porqueria entre verdad y especulacion; pero q a nadie y mucho menos ahora con las nuevas reformas le interesa saber; empesando por el echo d q con tanta palabreria rebuscada la gran mayoria d quien lo lea ni siquiera va entender el principio de lo q escribes; no eres mas q un emigrante frustrado tratando d hacerse el intelectual, mas bien deberias ser positivo y ver todo lo bueno q trae consigo estos cambios q importa ahora el mehoyo del asunto ; de una forma u otra todos los cubanos sabemos nuestra historia y de mas; me irritan Los idiotas hablantines como tu tratando d defender nose q; cuando en realidad no son mas q cobardes q aun con progresos prefieren seguir poniendo odjeciones y comentarios fuera d lugar; te voy a decir como a Chavez ; porq no te callas!!

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