Un proyecto llamado “El Divino”

Luis Rondón Paz

HAVANA TIMES — Hace un tiempo me había enterado de que, gracias al activismo desde el  la institución (CENESEX)  y fuera de ella –además de que el movimiento LGBT en el mundo en algunos ámbitos da dinero–, se abrió un proyecto que se hace llamar “El Divino”.

Por referencias, tenía entendido que este proyecto que  apoya y promueve las fiestas para personas no heterosexuales, y heterosexuales con mentalidad libre de prejuicios en materia de diversidad sexual.

Entonces, en mi imaginario surgió la frase “qué divino eso”, o sea, qué bien que el espacio público está ganando protagonismo para las personas de diversas orientaciones sexuales, y al fin, después de tanto tiempo en fiestas clandestinas y persecuciones, se reconoce por parte de la “otra izquierda”, que para la sociedad sea más unida, socialista y emancipadora, el derecho al entretenimiento no debe ser solo para un grupo de personas basándose en la orientación sexual o identidad de género (aunque yo en particular pienso que lo ideal sería que no existieran las categorías que discriminen a los humanos).

Bien, ante esta información no me quedó otra que darle fin a mi curiosidad y visitar el famoso recinto que se hace llamar “El Divino”. Planifiqué mi economía, porque para entrar hay que pagar 3 CUC (equivale a 75 CUP, igual a 7 días de trabajo para este cubano, que gana un salario de 395 CUP al mes). Cabe mencionar que hay sitios mucho más caros, pero este no deja de ser caro, sin dejar de mencionar que la reservación para ver el espectáculo sentado hay que pagar un poco mas de dinero.

Cuando tuve todo listo, me aparecí a eso de las 11 PM. No había casi personal y llegué con tan buena suerte que me encontré con un viejo amigo, que de buena onda me invitó a pasar con sus acompañantes, ya ellos tenían una mesa reservada y faltaba uno, y yo encantado acepté (me dije: que suerte, me he ahorrado un buen dinero).

En la espera para entrar siempre hubo uno que otro chiste. Hubo uno que estuvo muy simpático, pues corría el aire y algunas pencas de las palmeras que están a la entrada se caían cerca de las personas de la cola. Entonces un muchacho que estaba “trabajando”, en otras palabras sacándole dinero a su cuerpo o simplemente luchando, gritó al portero: “Oye, a mi no me pagan accidente de trabajo”.

Estrellita

Después de unos 45 minutos de espera entramos de primeros. Lo aclaro porque para ocupar una buena mesa hay que hacer cola también. “Tu sabes, la cultura no tiene momento fijo”, me decía yo a mi mismo.

Los primeros 50 minutos de la actividad estuvo todo tranquilo: buena música, todos los fiesteros y no fiesteros en lo suyo, hasta que inició el espectáculo “Divino”. Una conducción excelente, con toques de buen humor, protagonizada por la actriz y transformista Estrellita. Participaron además la cantante Yeni Sotolongo y la Transformista Chantal.

Cabe señalar que el audio no ayudó mucho a Yeni. Para mi gusto, mejor dicho para mis oídos, no resultó nada agradable. Era demasiado chillón el tono de la voz, por un momento no me quedó otra opción que ponerme un par de tapones dentro de las orejas.

La intervención de Chantal por poco se convierte en un tablazo, pues el vestido se le trabó con un saliente del escenario (cosas que le pasan a las mejores estrellas).

Bueno, hasta ahí todo corrió de lo más alegre, me tomé unas fotos con una colega del ICRT y con Estrellita.

Cuando terminó el espectáculo, llegó la hora de entretenerse la vista con los modelos que bailaban para el público. Los modelos practican una onda algo novedosa, pues mientras más dinero pongas en sus trusas, más movimiento dan a sus cuerpos. Esa es la idea: si me estimulas, te trabajo, si no me estimulas, pues ni nananina coges.

En  general, mi visita a “El Divino” no fue tan mala, pero, por lo que experimenté, al menos a mi no me verán la sombra en ese local, a ver cómo lo describo:

Aunque es un local cerrado, mucha gente estaba fumando, de modo que todas las personas presentes fumaban también, incluso yo que soy alérgico y humofóbico.

Yo comenté a mis amistades: “¿Y dónde esta el personal que debería encargarse de evitar que eso pase?”, uno de los amigos de la mesa donde estaba me dice: “Papito, en todos los centros nocturnos lo único que importa es vender, la salud de los clientes importa bien poco. No te molestes, que los espacios no LGBT están igual o peor”.

“¡Alabao!”, le respondí alarmado y me dije que es una pena que los encargados de algunos centros recreativos piensen y actúen de esa manera. Al menos yo, no pongo los pies aquí ni en otro local cerrado donde haya personas que contaminen el aire de todos de modo tan irresponsable. Pienso que los seres humanos tenemos derecho a respirar sin humo de cigarro o de lo que sea.

Por último, el baño parecía el de una terminal interprovincial, y debería darle pena a la dirección del Teatro Nacional, si tenemos en cuenta la cantidad de dinero -en CUC- que ingresa este espacio del Café Cantante.

En fin, que “El Divino” es divino para que el fuma, para mi, de divino no tuvo nada.