Un diplomático llamado Raúl Castro

Nunca en tan pocos años consiguió Cuba mayores éxitos diplomáticos en tiempos realmente difíciles.

Por Vicente Morín Aguado

Diplomácia cubana bajo el gobierno de Raúl Castro. Foto: radioreloj.cu

HAVANA TIMES — Defenestrado el agresivo, áspero, Felipe Pérez Roque; años atrás igualmente flagelado el carismático líder juvenil Robertico Robaina, parecía que la opaca, improvisada por las circunstancias, figura de Bruno Rodríguez significaba, con un presidente lejos de las relaciones internacionales, el fin de la diplomacia en Cuba. Nada más lejos de la verdad, Raúl Castro ha mostrado sus dotes, al menos, los resultados de todo un gran diplomático:

Las relaciones con Rusia, al borde del desastre tras la visita de Putin en su primer mandato presidencial, quedaron finalmente recompuestas, mejoradas con creces.

Pasando por encima de prejuicios históricos, Cuba recibió el beneplácito unánime de la comunidad latinoamericana, perdón de la OEA incluido con desagravio agregado.

Europa pasó de la posición de fuerza montada a raíz del repentino e injustificable encarcelamiento de los llamados “75” presos de conciencia, a un estado de plácemes.

La Iglesia católica respondió con tres Pontífices que en menos de veinte años visitan una isla pagana, de dudosa filiación religiosa, cuyos dirigentes por más de medio siglo han sido ateos confesos.

Finalmente, 18 meses de conversaciones secretas alcanzaron el restablecimiento de relaciones diplomáticas con el Imperialismo yanqui, asegurando un proceso posterior, largo y complicado, pero comprometido, de “normalización” de las relaciones entre ambos países.

¿Se necesita más? ¿Alguien obtuvo tanto en menos de una década al frente de un gobierno cubano?

Todavía los analistas se preguntan en qué cedió o cederá Raúl Castro, pues saben que la diplomacia es un arte de dar y recibir. Es evidente que habrán concesiones, pero sin pretender las altas cimas del saber, relacionado con las complicadas negociaciones internacionales, se impone una respuesta sencilla: triunfó la Realpolitik, política sin ideología.

Henry Kissinger, maestro reconocido del tema, al evaluar la diplomacia de Stalin entre las dos guerras mundiales nos dejó el siguiente análisis avizor:

“Según la mentalidad comunista, solo podían hacerse concesiones, si acaso, a la «realidad objetiva», nunca al poder de persuasión de los diplomáticos con los que estaban negociando. De este modo, la diplomacia pertenecía al proceso mediante el cual acabaría por ser derrocado el orden existente; el que fuese derrotado por una diplomacia de coexistencia pacífica o por un conflicto militar dependería de la evaluación de la relación de fuerzas.” (Diplomacia: Dúplex SA, Barcelona, 1996)

No se trata de comparar, porque mi rechazo al dictador georgiano [Stalin] es visceral, lo considero el hombre que más daño le ha hecho a la causa comunista enarbolando su bandera. Del actual mandatario de mi país tengo una opinión muy distinta, no obstante, siempre hay similitudes, porque parten del enfrentamiento a los poderes extranjeros desde el ejercicio propio del poder.

En ambos casos lo ideológico es el dogma, tan irrefutable como puede serlo el Islam o los Evangelios. Lo demás es vida real. La doctrina queda para las salas de los congresos, esos textos considerados infalibles o los recintos sagrados de cada religión.

Evidentemente Cuba, de pequeña, refugiada en el valor intrínseco de su geopolítica, sigue ofreciéndose, sin regalarse a la primera oferta. Hacer caso omiso a la ideología marca la pauta del éxito, se impone hacia el exterior lo que en otros artículos he llamado El pragmatismo responsable de Raúl Castro. Sé que de antemano ciertos lectores subrayarán con recelo la palabra responsable. Queda al futuro la validez de tal aseveración.

Hacia el interior por el día de hoy es de menor importancia la opinión pública, el discurso está casi totalmente bajo control de quienes hacen la política exterior. El pueblo vive demasiadas dificultades, los medios masivos de comunicación son propiedad del binomio Partido-Estado, la mentalidad imperante aún no asume un análisis crítico respecto a las decisiones de política exterior, consideradas una cuestión de expertos, inclusive en sociedades con un acceso a la información muy superior al nuestro.

Aun siendo diferentes, ambos líderes comunistas citados fueron auténticas hormigas, pacientes, trabajadores, a contrapelo de sus genios antecesores.

De momento, quedan los indudables éxitos del nuevo presidente cubano en política exterior; asombra el contraste, porque su figura, comparada con la de su hermano antecesor, parecería la antítesis del diplomático.

En su tratado sobre la diplomacia, el célebre Secretario de Estado norteamericano reflexionó:  “Stalin, el gran ideólogo, en realidad estaba poniendo su ideología al servicio de la Realpolitik. Richelieu o Bismarck habrían comprendido sin dificultad su estrategia.”

—–

Vicente Morín Aguado: morfamily@correodecuba.cu

Articulos recientes:

  • Cuba
  • Reportajes
  • Segmentos

San Antonio de los Baños, donde el humor dio paso al dolor

Sin electricidad y sin acceso a la red de redes, así pasan los habitantes de…

  • Cancion del Dia
  • Mundo
  • Noticias
  • Segmentos

Mayra Andrade – Canción del día

La artista destacada de hoy es Mayra Andrade de Cabo Verde con la canción Tan…

  • Mundo
  • Noticias

Haití estrena presidencia colegiada de nueve miembros

De los 11,5 millones de habitantes en este país, unos 4,5 millones necesitan ayuda humanitaria…

Con el motivo de mejorar el uso y la navegación, Havana Times utiliza cookies.