Todavía es 17 de diciembre en La Habana

¿…Y ahora qué va a pasar? (De un comentario callejero)

Vicente Morín Aguado

Al mediodía del 17 de diciembre los presidentes Obama y Castro hablaron a sus naciones. Foto: progresosemanal.com

HAVANA TIMES — Por primera vez en mucho tiempo, un 17 de diciembre relegó al santo Lázaro a un segundo plano, cuando Obama y Raúl protagonizaron el acontecimiento del año, aunque algunos creyentes atribuyen los hechos al milagroso santo- Babalú Ayé de los Yorubas- cuyo onomástico siempre convoca a los cubanos.

El primer asombro fue la noticia misma, tejida con inusual discreción al estar involucrado el país rey del mundo mediático, agréguese la tradicional tendencia parlanchina de la otra parte. Una vez más la tan cuestionada Iglesia católica hizo su aporte concreto al sentido común, entre tanto los nobles canadienses, amoroso país, aportaron mucho más que ese millón pasado de turistas cada año en Cuba.

Al caer la tarde había más calma de la esperada en La Habana. En los alrededores de las instalaciones centrales de la radio y la televisión cubanas, aparecieron manifestantes evidentemente organizados por el oficialismo. Fuera de este ámbito perteneciente a la concurrida esquina de 23 y L, el resto de la ciudad asimilaba la gran sorpresa poco a poco, tal parece que fue mucho en muy poco tiempo.

El propio Raúl, la prensa le hizo obligado eco, recordó al Comandante y su “Volverán”, una frase evidentemente fuera de la nueva situación. No es para asombrarse, Lenin, Mao y el Tío Ho permanecen tranquilos en su embalsamamiento, mientras sin ser públicamente ofendidos, sus herederos iniciaron reformas impensables por estos paradigmáticos líderes comunistas.

El dia de San Lazaro. Foto: Elio Delgado Valdés

No tenemos consenso, imposible tenerlo a pocos días de unos sucesos que rebasan inclusive a sus protagonistas. En Cuba es lógico el escepticismo luego de tantos años de autoritarismo. Ninguna persona con sentido común, sobre todo viviendo en el país, puede negar los cambios, aún cuando muchos piden más y otros están azorados por el alcance de las reformas.

Recomiendo leer detenidamente la declaración del gobierno de los Estados Unidos, igualmente las palabras de los presidentes de ambos países.

Aunque no sorprende, es importante resaltar la sinceridad norteamericana:

“No podemos seguir haciendo lo mismo y esperar obtener un resultado diferente. Intentar empujar a Cuba al abismo no beneficia a Estados Unidos ni al pueblo cubano. Hoy, al tomar estas medidas, hacemos un llamamiento a Cuba para que desencadene el potencial de 11 millones de cubanos poniendo punto final a las innecesarias restricciones impuestas en sus actividades políticas, sociales y económicas.”

Por su parte, el Presidente cubano se concentró en un llamamiento concreto, consecuente con su estilo de trabajo:

“Exhorto al Gobierno de los Estados Unidos a remover los obstáculos que impiden o restringen los vínculos entre nuestros pueblos, las familias y los ciudadanos de ambos países, en particular los relativos a los viajes, el correo postal directo y las telecomunicaciones.”

El dilema es que, luego de tantos años retando al imperio, esta vez el administrador número 44 de los EE.UU. decidió desafiar a sus hasta ahora aplaudidos oponentes.

De momento, como se dice popularmente, la mesa está servida, pero la sirvieron desde La Casa Blanca.

No es un buffet cualquiera, cuenta con la magnificencia de quiénes manejan el dinero del mundo. En Cuba son mayoría los necesitados si se trata de comer. Tal es el desafío para quiénes hoy, desde los más variados puntos de vista, celebramos el acontecimiento, calificado por Obama de la siguiente forma:

“Hoy vamos a renovar nuestro liderazgo en el continente americano. Vamos a llevar las anclas del pasado porque es necesario alcanzar un futuro mejor: para nuestros intereses nacionales, para las personas que viven en Estados Unidos y para el pueblo cubano.”

La respuesta del mandatario cubano quedó definida en sus últimas palabras:

“Como hemos repetido, debemos aprender el arte de convivir, de forma civilizada, con nuestras diferencias.”

Festejando los hechos un amigo exclamó: ¡…Y ahora qué va a pasar!

PD: Las recientes palabras de Raúl Castro no cambian mis ideas, ¡seguimos en el 17 de diciembre!
—–
Vicente Morín Aguado: morfamily@correodecuba.cu

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