Testimonios de una asamblea

Por Manuel Ingenio

Miguel Diaz Canel y Raul Castro Ruz. Foto: cubadebate.cu

HAVANA TIMES – Un intercambio entre dos personas de diferentes generaciones puede ser contemplado con interés. Se suele identificar a la más joven como a aquella con posiciones más idealistas, románticas, con las mayores esperanzas ante las sacudidas de la vida. A la mayor le distingue la experiencia, la objetividad, más realismo para caracterizar las esencias y los procesos vitales.

Una ventana singular hacia los entresijos políticos cubanos se abrió el pasado 19 de abril. Ese día, la dirección del Estado y Gobierno cubanos pasó formalmente a manos de Miguel Díaz-Canel, de parte de Raúl Castro Ruz. Algunos armaron mucha alharaca sobre la trascendencia del hecho y otros dijeron que no era para tanto.

Un aspecto que encontré elocuente e ilustrativo en grado sumo, lo constituyó el uso de la palabra por parte de ambos dirigentes para cerrar la pomposa ceremonia. Los discursos se trasmitieron en vivo y fueron reproducidos fidedignamente por la prensa oficial; allí están, para quienes quieran revisarlos.

Primero habló el más joven. Para ese orador, el reciente proceso electoral “revolucionario que […] ha protagonizado el pueblo cubano” reafirma “su carácter eminentemente democrático”. Afirmó también que el pueblo ejerció su derecho, propuso, nominó y eligió sus representantes. Y que los ciudadanos “han distinguido a personas humildes, trabajadoras y modestas”, en una elección que “emerge desde el pueblo”, que controlará su gestión, participará en la toma de decisiones y la implementación de las políticas aprobadas.

Nótese la consonancia con lo que sostiene nuestra prensa convencional y demás voces oficialistas. Como mucha gente, Díaz-Canel puede asumir que tiene cierto conocimiento del sentir popular. Basado en ello, pronosticó además que Raúl mantendrá el protagonismo en la toma de las decisiones más trascendentales para la nación.

A continuación habló el ya expresidente, Raúl Castro. Una de las cosas que se le deben agradecer, sin duda, es la sinceridad y lo claro que resulta, en aquellos tópicos sobre los que se manifiesta. Deja muy poco margen para las interpretaciones, sin floreos o vuelos metafóricos. Veamos cómo resultó en esa ocasión.

Raúl le dedicó algunas palabras de agradecimiento a las comisiones electorales y de candidatura, y demás instituciones  que colaboraron con las recientes elecciones cubanas. Y se enfrascó en el elogio de las trayectorias de los compañeros y compañeras que se eligieron como presidente y vicepresidentes.

Comenzó por el ya legendario año 1994, cuando comenzó la responsabilidad del hoy flamante presidente al frente de la estructura del Partido Comunista en la provincia de Villa Clara.

Nueve años después, Díaz Canel partió a similar responsabilidad en la provincia de Holguín, por otros 6 años. Todo eso fue planificado, advirtió Raúl; aquí no hubo casualidades. De hecho, no se trataba de un solo compañero en preparación. Los líderes de la generación anterior tenían toda una organización, y detalló que una operación similar “intentamos hacer con cerca de una docena de jóvenes”.

Reconoció, también, que con el resto de aquellas personas, los planes no salieron tan bien. Con mucha discreción y mesura, no profundizó en las deficiencias de aquel grupo, más bien se atribuyó, de conjunto con otros dirigentes de mayor experiencia, la responsabilidad por quienes resultaron tener, al final, un carácter algo menos que humilde, trabajador o modesto. Esas circunstancias le dieron pie al general a repetir el énfasis que deben tener –supongo que se refería a los dirigentes de mayor nivel y experiencia– en la atención a la preparación de los potenciales cuadros del relevo.

Al nombrar vicepresidente a Díaz-Canel, afirmó satisfecho Raúl, el Buró Político tuvo “la absoluta certeza” de que habían “dado en el clavo” (sic) para la solución que cristalizaría cinco años después. O sea, ahora, cuando lo nombraron presidente, reiteró Raúl, no se cometieron los errores que existieron con los otros compañeros.

No se aceleró inadecuadamente el proceso de preparación, sino que “se aseguró con intencionalidad y previsión el tránsito por diferentes responsabilidades partidistas y gubernamentales, de manera que adquiriera un nivel de preparación integral que, unido a sus cualidades personales, le permitirán asumir con éxito la jefatura de nuestro Estado y Gobierno, y más adelante la máxima responsabilidad en el Partido.” (sic)

Se percibe, pienso yo, una diferencia natural, comprensible, entre las perspectivas ofrecidas por los oradores de distintas generaciones. Y qué instructivo resulta atender al correspondiente diálogo. Lo bueno de Raúl es que le llama al pan, pan, y al vino, vino. Por la misma vía, queda claro que va a seguir de primer secretario del Partido hasta el año 2021, en el que el propio Díaz-Canel va a asumir también dicho cargo.

El susodicho compañero va a cumplir sus dos mandatos de cinco años, dado que el Comité Central del Partido y la Asamblea evalúen de positivo su trabajo. Puesto que así ha sido y así seguirá en el futuro, “los órganos superiores del Partido y del Estado serán los que decidirán, tomarán la decisión final en esas actividades”. (sic) Más adelante, Raúl reiteraría que “corresponde al Partido, al Estado y al Gobierno” cumplir con una política de garantizar la cantera de los principales dirigentes de la nación.

No dejó de hablar de los retos que enfrentaban las autoridades, que han retrasado bastante los planes de reformas. Una de las transformaciones que se vienen es la de la Constitución, sobre la cual ya se han realizado estudios, según sus palabras. Nosotros no sabemos qué contienen esos estudios sobre nuestra Constitución, pero nos queda el consuelo de que al Comité Central del Partido ya se los explicaron. También quedamos ya informados de que el nuevo Parlamento aprobará en su próxima sesión ordinaria –seguramente por unanimidad– la Comisión que elaborará la propuesta del nuevo texto constitucional.

Fue bien abarcador el discurso de Raúl Castro, y merecedor de atención suma. En este limitado espacio intenté comentar apenas un par de puntos. Considero que las intervenciones del nuevo presidente y el anterior establecieron una complementación muy ilustrativa. Queden todos avisados.

2 thoughts on “Testimonios de una asamblea

  • Lo único válido es que todos los colores políticos puedan ser candidatos en la elección. Todo lo demás nada.

  • Manuel si todo esto te ha parecido interesante, entonces no sabes nada de los graves problemas de tu propio país y desde cuando se arrastran. Si el diálogo intergeneracional es continuar con la misma incompetencia de la gestión pública y con la masiva represión, no sirve de nada que haya entendimiento entre generaciones de la élite: ese entendimiento significa el fracaso del desarrollo, la continuación de la represión a la discrepancia y la abrumadora pobreza en la que estamos. Sería mejor para resolver las necesidades del pueblo cubano que no tuvieran ningún entendimiento.

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