Sueños y frustraciones de un niño campesino

Elio Delgado Legón

familia-campesinaHAVANA TIMES — Mi amigo Celestino nunca pudo ser un niño feliz. Nacido en plena campiña cubana, su padre tenía que buscar el sustento de la familia haciendo lo único que sabía: trabajar la tierra. Pero la tierra ajena, porque no tenía propia; es decir, vendía su fuerza de trabajo a quien la necesitara, pero la oferta de empleo en el campo era muy escasa.

Muchas veces tenía que trabajar por una arroba de boniato o unas libras de harina de maíz. Pero otras tantas no encontraban dónde trabajar y tenía que irse al río a pescar algunas biajacas para tener algo que llevar a la boca de su familia cuando regresara a su casa por la tarde.

De pequeño, Celestino no podía siquiera pensar en juguetes. Se entretenía con botellas que amarraba y enyugaba como si fueran bueyes. Cuando tuvo edad para conocer que existía un día del año en que aparecían unos reyes magos que les traían juguetes a los niños, comenzaron sus sueños.

Pedía que le trajeran cualquier cosa, lo más sencillo, pero muchas veces terminaba en frustración porque su padre no lograba conseguir los centavos necesarios para comprarle algo que satisficiera su deseo de recibir un regalo sorpresa, algo que hiciera realidad su sueño de niño.

Cuando esto sucedía, pasaba varios días triste, casi sin hablar con nadie; sólo tratando de explicarse por qué a él no le trajeron nada los Reyes.

Un día, sus padres tuvieron que explicarle que los Reyes Magos eran sólo una fantasía, que los regalos del Día de Reyes los compraban los padres según sus posibilidades económicas y que las de ellos, como las de otros muchachos del campo eran muy escasas.

Así terminó esa fantasía, esos sueños y esas frustraciones. Luego vendrían otras.

Celestino creció algo raquítico y enfermizo debido a la mala alimentación, pero con él crecieron sus sueños. Hubiera querido aprender a tocar la guitarra, como lo hacía un vecino suyo que a cada rato armaba un guateque en el portal de su casa; pero ¿cómo comprar una guitarra si el dinero que entraba a su casa no alcanzaba para comer siquiera una pobre comida?

También le gustaba el piano, pero esa posibilidad la veía aún más lejana. Muchas veces, en el pueblo, iba por la calle y en alguna casa se oía un piano tocar cualquier melodía o simplemente un ejercicio de práctica, y él se quedaba parado en la acera escuchando e imaginándose sentado frente al instrumento deslizando sus manos sobre el teclado.

Cada vez que esto sucedía, un sentimiento de frustración invadía su alma y se marchaba triste y cabizbajo.

A pesar de la situación económica familiar, su madre siempre se esforzó para que sus tres hijos (tenía dos hermanas) no abandonaran la escuela.

Debido a problemas de salud, Celestino alcanzó el sexto grado a los 15 años. Soñaba con estudiar una carrera universitaria, pero la realidad no le permitía siquiera pensarlo en serio.

Optó por estudiar lo único que podía cursar de noche para poder trabajar de día y costearse los gastos que sus estudios le ocasionarían. Comenzó  a estudiar Contabilidad en la Escuela Profesional de Comercio.

Pero aun así, lo que ganaba con su trabajo no le alcanzaba para pagar los gastos de pasaje, materiales, conferencias y libros. Algunas veces no podía asistir a clases por no tener los 30 centavos que le costaba el pasaje.

Con mucho esfuerzo, logró concluir sus estudios, pero se quedó con la frustración de no haber podido estudiar Ingeniería Electrónica, que después de la música era lo que más le gustaba.

Cuando triunfó la Revolución en 1959, Celestino era un joven de 21 años, que desde los 17 estaba metido de lleno en la lucha revolucionaria contra la tiranía de Batista. La lucha continuó frente a las agresiones del imperialismo y sus lacayos; pero un día le propusieron una beca para estudiar una carrera universitaria.

No era la que él soñó, pero aceptó. Le pagarían íntegramente el salario que ganaba en su trabajo, mientras estudiaba. Gracias a eso logró graduarse en la Universidad, sueño y frustración de su adolescencia, que ya no se repetiría nunca más en sus hijos ni en sus nietos.

Me cuenta que todavía hoy se queda extasiado cuando oye tocar una guitarra o un piano y siente la frustración de no haber podido estudiar música, que era su verdadera vocación, como pueden hacer hoy todos los niños cubanos, que estudian lo que les gusta, según su vocación, sin que les cueste un solo centavo.

Elio Delgado Legon

Elio Delgado Legón: Soy un cubano que ha vivido ya 80 años, que conoce bien la etapa anterior a la Revolución porque la sufrió en carne propia y en la ajena y a quien le duele que se escriban tantas calumnias sobre un gobierno que lucha a brazo partido para darnos una vida mejor, y si no lo ha podido hacer a plenitud es por tantos obstáculos que se le han puesto en el camino.

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9 thoughts on “Sueños y frustraciones de un niño campesino

  • Por lo menos el papá de Celestino podía pescar biajacas, porque ya ni biajacas hay.

  • Exacto, ahora no tienen tierras ni propias ni ajenas para trabajar, no se lo que son biajacas pero imagino que serian mejor que las clarias, ya sabemos que todo lo que “fue” durante la tirania de Batista, fue mejor que todo lo que ha llegado a “ser” durante la tirania de los castro.

    Tremenda la guayaba de Celestino o la del Elio, porque si a los 21an`os le dieron una beca en la Universidad y ya se “podia escoger” lo que le gustara, porque no escogio aprender a tocar guitarra que en realidad era su vocación?, y hasta mas facil , y si estaba en tiempos tan exquisitos de “poder escoger”, porque no cogio su ingenieria electrica que era su otro suen`o?, No, el guajiro se mando nada mas y nada menos que para la Escuela de Comercio a estudiar Contabilidad, para quedar doblemente frustrado.

    Mire Elio, digale a Celestino que con 21an`itos, siendo hijo legitimo de la revolucion, El hubiese podido llegar hasta donde El hubiese querido, si no lo logro entonces la culpa de sus frustraciones no se le puede echar a las limitaciones de Batista.

  • en el pequeño pueblo de campo donde vivia, habia una escuela publica, otra era privada, todos los niños como yo, hijos de padres humildes asistiamos, en los campos de la zona habia pequeñas escuelas con una sola maestra, no entendia bien, como muchos padres, siendo pobres tambien, pero que ganaban para comer y vestirse, se dedicaban a una vida licenciosa, muchas veces, mujeriegos, en prostibulos, jugadores, bebedores, preñaban a sus mujeres varias veces y poco les importaba sus hijos, no habia ninguna ley que obligara a los niños a asistir a escuelas, parece que habia demasiada libertad. Año 1959, una revolucion por los humildes, de los humildes y para los humildes nos enseñaba una doctrina, que a su vez nos explicaba que era la plusvalia, al fin lograbamos una explicacion de porque algunos tenian de todo y otros no tenian nada, por lo tanto, habia que recuperar aquella riqueza que nos habian robado, expropiarlos a todo, esa era la solucion, lo hicimos paulatinamente, en Marzo de 1968, termino la obra con los puestos de frita, nada podia ser privado. Segui sin entender mucho cuando empezaron a pasar los años y la plusvalia no aparecia por ningun lado, sino la tenian los ricos donde estaba, empece a conocer que las guerras en Africa, en America, en el mundo, nos costaban miles de millones, que solamente un central azucarero que regalamos costaba 50 millones, pero faltaba lo peor, que los que tenian que repartirla, empezaron a vivir igual que los que antes se la robaban, para colmo hasta en las mismas casas o se las fabricaban mejores, que estaba pasando. Acaso esto ha sido UN QUITATE TU, PA PONERME YO”. Entonces tendremos que empezar de nuevo en cero, que surja un lider, que ataque una unidad militar donde mueran decenas de soldados rebeldes, que se refugie, que el Cardenal Ortega lo rescate, interceda por el, que la Revolucion magnanima y generosa lo condene a una leve condena, que lo ubiquen en el combinado hasta con Internet, que lo indulten, que vaya al extranjero, que regrese en una expedicion, se alze y a los dos años entre trinfal en la Plaza de la Revolucion y proclame, ahora si VAMOS A HACER UNA REVOLUCION, POR LOS HUMILDES, POR LOS HUMILDES Y PARA LOS HUMILDES. Y si no cumple, como el anterior, cuantas veces se tendra que repetir el ciclo.

  • Aplausos Zacerio!!!, porque es que todos no saber sacar que 2 x 2 son 4 ?

  • Zecereo.
    Una cosa es tener voluntad política o no tenerla.
    Mientras el país se desenvolvió económicamente todos esos sueños inalcanzables para país tercermundista en Cuba se fueron cumpliendo y sobre cumpliendo. Pero comenzó una crisis económica descomunal al destruirse el campo socialista que era el soporte fundamental de la economía cubana y su refugio ante el bloqueo estadounidense. Ahora sin ese campo socialista quedo el bloqueo endurecido.
    No vasta con tener voluntad política pues se necesitan recursos económicos o hay que ser mago para mantener los que se logro y continuar desarrollando.
    Gracias a esos logros revolucioarios y a la voluntad política por recuperar lo perdido el pueblo de Cuba apoya a su revolución a pesar de las inenarrables necesidades que pasaron y pasan. El pueblo de Cuba se puede quejar de esto o aquello, de un líder o un dirigente. Pero para tu información el pueblo de Cuba quiere que continúe avanzando su revolución social con los cambios que sean necesarios y añora la década de los 80 cuando mejor nivel de vida alcanzaron en su historia como país y el de mejor nivel de vida general de todo el tercer mundo.

  • Gracias Josue, por interesarte por mi comentario y expresar tu criterio, lo respeto.

  • Era Cuba un pais tercer mundista en el 1959?, se necesitaba un gobierno como este para que se desenvolviera economicamente?, necesitaba el pais estar bajo el refugio total de una potencia extranjera que fuese el fundamento de su economia?. Ya en los an`os 40’s no tenia Cuba uno de los primeros lugares por su alto nivel de vida?. Por favor que alguien me guie a encontrar una historia de Cuba imparcial para poder comprobar la verdad.

  • Yo nací en La Habana, Marianao para ser exacto, pero de padres “guajiros”, uno de Mantua, en el extremo de Pinar del Río; la otra de Antilla, en el extremo oriental. Y las historias que me contaban los viejos – y junto a ellos mis abuelos, tíos y primos – sobre sus respectivos hábitats eran de apaga y vámonos. La Habana – y alguna que otra ciudad importante- eran un país aparte. Pero más allá de la Víbora, como todavía suelen decir algunos habaneros, andaban sueltos el vara en tierra, el desalojo y el olvido. Para ser honesto, creo que Elio se quedó chiquito con este retrato de lo que vivía buena parte del campesinado cubano. A mi madre nunca se le olvidaría el día que tuvo que regalar su voto a un sargento político para conseguir el ingreso a un hospital en Holguín. ¿Ya nadie recuerda esa pieza clásica de nuestra documentálistica que es Por primera vez, de Octavio Cortázar, que registra el primer y azorado encuentro entre una comunidad campesina y el cinematógrafo, algo que nunca vieron hasta después de la Revolución?

    Hoy, por otra parte, hay mucho que enmendar, empezando por limpiar medio país de marabú, revivir si es posible la industria azucarera y retomar el maltrecho amor por la tierra que nos da de comer. Pero sería bueno irse a la campiña y empezar a preguntar cuándo empezaron a tener hospitales, escuelas, servicios sociales y, sobre todo, un trato humano…

  • Todos los logros alcanzados por la ex-revolución cubana fueron puro espejismo gracias a la multimillonaria ayuda del campo socialista que permitia derrochar a trote y moche. Logicamente esos logros no podían ser sostenibles por cuanto no eran producto de la rfiqueza de una economía nacional, sino de factores externos. Durante todos esos años Cuba recibió de la Unión Soviética mas dinero que la que recibió toda Europa con el Plan Marshall después de la segunda guerra mundial.
    No todo el campesino era como el del cuento de Elio. Mi tio era campesino, vivía en una casa de madera y piso de cemento pulido que invitaba a dormir la siesta, tenia auto, no tenia electricidad, pero tenia un refrigerador que trabajaba con keroseno, al igual que una plantica de electricidad. no era dueño de tierras, solo un empleado de la finca San Gabriel. famosa por sus vaquerias

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