Selecciones del primer y otros mundos
Por Martin Guevara*
HAVANA TIMES — A lo largo de los años y por diferentes causas me tocó vivir en países del antiguamente llamado Primer, Segundo y Tercer Mundo, a saber: la primera denominación continúa dándosele a los países capitalistas desarrollados, la segunda ya extinguida, era para referirse a los países desarrollados socialistas o en avanzado proceso de desarrollo, y la tercera continúa definiendo a los países subdesarrollados o en vías de desarrollo precarias.
Aunque estas tres categorías resulten demasiado vagas si se entiende que Brasil y Bangladesh o Luxemburgo y EEUU quedaban en el mismo saco, sí que había trazos que los emparentaban, tenues, sí, pero concretos.
De la observación de las diferencias, de las contradicciones y las paradojas que se daban en unos y otros, muchas me resultaban flagrantes, divertidas, llamativas. Pero había una paradoja que por sus aristas evidentes, cromáticas, imposibles de ocultar, me resultaba muy curiosa, y que hoy habiendo caído al menos todo el entusiasmo revolucionario de aquellos años aunque perduren los estertores de algunos dinosaurios, me sigue pareciendo sumamente visual.
Los países en cuyos seleccionados nacionales generalmente no hay ningún atleta de procedencia extranjera, ni siquiera de los países vecinos, es en aquellos países que pasaron por el experimento de las dictaduras dirigidas desde la URSS, incluyendo a las repúblicas que conformaban aquella sórdida unión.
En los únicos equipos de fútbol de las selecciones nacionales europeas que no hay jugadores procedentes de la inmigración, es los de los países que pretendidamente fueron los adalides de la solidaridad universal entre los proletarios del mundo.
Inglaterra, Francia, Portugal, Austria, Bélgica, Holanda, Alemania, hasta Italia que se resistía a la inclusión ya tiene sus hijos de extranjeros inmigrantes, sin embargo los rusos sólo tienen rusos, los polacos sólo polacos, los serbios ni siquiera tienen croatas, los húngaros sólo magiares, y así con los búlgaros, letones, estonios, ni hablar de las ex repúblicas soviéticas.
En los equipos de béisbol cubanos no hay ni un sólo jugador extranjero, mucho menos norteamericano. En los equipos dominicanos tampoco hay demasiada interacción con el vecindario. En cambio en los equipos norteamericanos están los mejores jugadores de Cuba y también de República Dominicana.
A juzgar por la pinta, sin indagar demasiado se podría aventurar que los jugadores de béisbol tienen derecho a proceder de cualquier clase social, pero preferentemente los inversores se inclinan a apostar por genéticas que puedan garantizar un buen manojo de jonrones en condiciones. Ello otorga clara ventaja a las clases trabajadoras, de igual modo que los manager de los ajedrecistas deben procurar jugadores más proclives a dar jaques mates que nocauts o jonrones.
De la abrumadora diferencia entre los emigrantes de una sociedad a otra, se podría inferir que al proletariado le podrían interesar otras cosas que las que nos inculcaron en las lobotomizadoras academias de adoctrinamiento ideológico. Quizás cosas más relacionadas con el placer, con el confort, la vanidad, la holgazanería, el descanso, el relax. La vergüenza de la virtud.
El comunismo real, la revolución socialista, la dictadura del proletariado no sólo parece haber constituido un fallido despropósito, una experiencia de opresión continuada sin parangón al haber tenido lugar a partir de una premisa viciada, ficticia, imposible, sino que fue también como Roma en su momento cuando pasó de ser verdugo del viejo Jesús a ser su más ferviente valedor, la mayor estafa y tomadura de pelo a que se ha sometido la confianza de los necesitados.
Como mínimo resulta curioso el hecho de que no haya ni un representante del proletariado de los países capitalistas, emigrado por causas políticas a los países ex comunistas o los pocos socialistas que a duras penas se mantienen en pie, que hubiese aguantado un minuto más en dicha sociedad, que lo que tardó en expirar la prohibición de entrada a su país, ni que se hayan quedado la descendencia de estos, llama la atención que no nunca hubo oleadas de norteamericanos pidiendo asilo en la URSS Corea o Cuba, no me refiero a ricos, sino a multitudes de homeless, de trabajadores explotados, y por supuesto no hay un sólo indignado inglés, francés o español que quiera pasar ni siquiera un sólo día como ciudadano cubano, ex soviético, polaco o vietnamita.
Ni siquiera las pobres personas en condiciones extremadamente precarias de África centraron jamás sus esfuerzos para cruzar fronteras hacia las patrias del obrero y el campesinado, de la ex Yugoslavia, de Bulgaria de Rumania, o de las más cercanas Argelia, Angola, Mozambique, Etiopía cuando tenían revoluciones socialistas, ni los Guatemaltecos, costarricenses, salvadoreños o mejicanos se desvivieron por entrar clandestinos al paraíso del hombre humilde que pregonaba Nicaragua, ni los pakistaníes e indios a las repúblicas soviéticas.
Contrasta por la cantidad ingente de personas agraviadas por el colonialismo en los orígenes de sus nacionalidades o etnias, que no obstante ello, no sólo no reniegan ni un ápice de la Metrópolis, sino que la han procurado como la mosca al residuo intestinal.
Podría dar que pensar una de dos cosas.
O bien que cada una de esas sociedades son bien diferentes a lo que nos enseñaron, o que el ser humano, con el proletario incluido y en destacadísimo primer lugar, no es demasiado diferente de una perecedera y medianamente útil pieza mecánica de plástico, lo más alejada posible de cualquier precepto moral.
En todo caso parece que el ser humano, incluso la clase trabajadora, con tiempo y posibilidad de elección, más que la muerte de la burguesía, la distribución equitativa de todos los bienes, el estímulo moral y la solidaridad de clases, termina haciéndose simpatizante de muy buena gana, de las opciones que contemplen al individuo, la libertad de opinión y movimiento y ¿por qué no? también amante incondicional de unos buenos morlacos en el bolsillo, como sucedáneos del amor eterno y la paz universal, en tanto ésta se toma su tiempo y recaudos para darnos ese tan esperado alcance.
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Podemos nombrar a Picasso, Neumeyer, Brech y miles de casos más; comunistas convencidos que trabajaron plenamente en sociedades capitalistas sin que nadie les limitase para nada dar todo su talento. Porque el capitalismo se aprovecha de todo el talento de las personas sin ningún tipo de discriminación ideológica.
En contrapartida no hay en Cuba ni un solo cubano anticastrista al que le permitiesen desarrollar todo su talento sin menoscabar su libertad de expresión. A esos cubanos los expulsan de Cuba y van al extranjero donde desarrollan plenamente su talento.
De esa forma el Comunismo pierde porque renuncia al talento de sus mejores ciudadanos, mientras que el Capitalismo gana por asimilar y explotar el talento de los mejores ciudadanos del mundo entero.
Me gustó mucho ese ángulo de análisis.
Hay toda una serie de reportajes del ex campo socialista que habla de cómo supuestamente están peor que antes en muchos de ellos y se le achaca a las políticas neoliberales y a políticos nacionales corruptos.
Los hacedores de estos reportajes «olvidan» los niveles de miseria que existían antes del derrumbe y que no se podían visualizar como hoy, además de que las decisiones políticas están tomadas por las mismas «nomenclaturas» que dirigían antes esos países. Constatan que la mayoría de los corruptos nacionales y dirigiendo el país pertenecen a las anteriores nomenclaturas, ahora actuando como «mafiosos» pero no pueden asociar que aquellos vientos trajeron estas tempestades, sino que es el imperialismo el causante de la situación actual. Una simplificación digna de tontos.
Sabes que creo que es, que las personas terminan enajenados, odiando tanto ese sistema socialista que se les cae encima y que pesa tanto que terminan aceptando cualquier cosa que no sea lo que tenian. Creo que algo asi, paso con la revolucion de enero del 59 en nuestro pais, que la gente humilde, sintiendose tan aletargados y cansados dejaronse irse agregando mas carga y eliminando derecho porque siemre se les llenaba de miedo la cabeza diciendoles que irian hacia detras. Ahora, creo que estan por las calles de mi habana en la misma fase, donde no les importa nada ni nadie siempre y cuando se haga un cambio.
En la siguiente fotogalería se ven fotos de Berlín comparando calles en la época comunista con las mismas calles actualmente:
http://www.spiegel.de/fotostrecke/photo-gallery-the-berlin-wall-then-and-now-fotostrecke-48432-4.html
Y ya no sólo eso Gabriel, sino que se los muestras así mismo , tan gráficamente a la gente de clase media capitalista, que te discute que se vivía mejor en el Comunismo, y te sigue diciendo que no, y le muestras el siguiente vídeo, que ya es la tapa del pomo, porque te muestra La Habana en 1030!! y la comparas con la misma ciudad hoy y está mejor hace 80 años!!! y te siguen diciendo que no sé que y no sé cuantos https://www.youtube.com/watch?v=3_cBT6m2pjI
Gracias Gabriel, sorprendentes esas fotos