Samba política
Por Javier Herrera
HAVANA TIMES – El domingo 30 de octubre, en segunda vuelta, resulto electo Presidente de Brasil Luis Inacio Lula Da Silva. Con apretado margen de apenas 1,8 % de diferencia en el voto popular el expresidente brasilero accede a su tercer mandato.
Una vez declarado el triunfo no se hicieron esperar las repercusiones. Estados unidos y la Union Europea se apresuraron a felicitar al nuevo presidente electo y con esto a reconocer la legitimidad de las elecciones. Por otra parte gobernantes de izquierda de América, y de todo el mundo, festejan el triunfo y no demoraron tampoco en congratular a Lula. Aparentemente se cumplió la voluntad popular que apostó por las políticas de izquierda.
Pero a pesar de cualquier triunfalismo de la izquierda mundial, Lula, sabe que no la tendrá fácil para gobernar al gigante sudamericano.
Por una parte, hay que tomar en cuenta que Brasil es un país con una democracia relativamente joven que se ha visto interrumpida en más de una ocasión, siendo el último periodo democrático el más extenso de su historia, desde 1985 hasta hoy.
A tener en cuenta muy seriamente en la situación política de Brasil es el partido o acción que tomen los militares, a quienes no en balde se les conoce como el poder moderador en el derecho brasilero. Por lo anterior, se espera con ansias las declaraciones que ofrecerá el lunes 7 de noviembre el Ministro de Defensa.
Por otra parte, es de notar que Lula comenzará su mandato con un Parlamento hostil, con una mayoría de las bancadas de la ultraderecha en el Senado y la cámara de Diputados. Una gran parte de los estados que conforman el país estarán también en manos de la derecha bolsonarista.
Hasta aquí, a grandes rasgos, la situación política que se dirime hoy en el país verde amarelo. La situación social no deja de ser tan convulsa y polarizada como la antes expuesta y podría decirse que más peligrosa para el mandatario entrante.
Desde el mismo anuncio de los resultados preliminares del escrutinio electoral el sector de la población contrario a Lula salió a las calles alegando fraude en la recepción y conteo de los votos. Entre otros, el gremio de los Transportistas ha realizado cortes de carreteras y grandes sectores de población se reúnen en las afueras de las instalaciones militares y reclaman su intervención.
A pesar de que Bolsonaro comenzó ya el proceso de transición democrática y llamó a los manifestantes a llevar a cabo sus acciones dentro del marco de la ley, el domingo 6 de noviembre aún persistían las manifestaciones y reclamos de intervención militar.
Para enrarecer aún más el ambiente post electoral, el grupo “Brasil Was Stolen” denuncia desde Argentina anomalías en las máquinas empleadas durante los comicios, siendo las principales el uso de diferentes modelos de las urnas electrónicas, así como algunas jamás auditadas.
Estas declaraciones, aunque no son pruebas de fraude, al menos le plantean algunas preguntas al tribunal Supremo Electoral, el que ahora ha eliminado los resultados de su sitio web oficial y declara que los resultados aún están siendo contados. Es curioso que ni Lula ni Bolsonaro se han expresado al respecto.
Por otra parte, el poder judicial ha ordenado la censura de los principales diputados del bolsonarismo, así como de los grandes medios de comunicación. Incluso el juez Alexandre de Moraes, fiel seguidor de Lula da Silva, dijo que aquellos que “en forma delictiva no acepten el resultado serán tratados como delincuentes y tendrán que hacerse responsables”.
Ya se han dado incidentes violentos dentro de las manifestaciones, siendo el más lesivo de todos el atropello de una docena de manifestantes por un automóvil al que le era impedido el libre tránsito.
Estamos hablando del enfrentamiento de casi la mitad exacta de una población contra la otra mitad. Hablamos de un país enormemente influyente en la región, para no decir determinante.
De lo que suceda hoy y en los próximos días depende el futuro del pueblo de Brasil y en gran medida de más de una nación sudamericana que se debaten hoy entre los extremismos de derecha e izquierda. No solo Brasil, el mundo también, esperan por las declaraciones de Bolsonaro, Lula y del Ministro de Defensa brasilero.
Es importante que la institucionalidad siga su curso en Brasil. Si hubo fraude es menester reparar el daño. Pero si la izquierda se alzó con el triunfo de manera legal es menester respetar el derecho de la mayoría, por más que le pese a muchos. En Brasil se dirime hoy no solo la voluntad popular de los brasileros, también se trata del respeto a las instituciones y a la legalidad, incluso podría ser un ejemplo para el resto de latinoamérica.
Mas allá de izquierdas o derechas, cuando se interrumpe la constitucionalidad en un Estado quien termina pagando es el pueblo en general. Un gobierno militar no es deseable en ningún escenario.