Roca Tarpeya, el abismo desde donde caen los traidores
Por Julio Antonio Fernández Estrada (El Toque)
HAVANA TIMES – La Roca Tarpeya era el lugar en la antigua Roma desde donde se precipitaba a los traidores al vacío. El precipicio se encontraba en el Monte Capitolino y estaba muy cerca, precisamente, del Capitolio.
La cercanía fue la que propició la frase —después convertida en proverbio— que reza: «la Roca Tarpeya está próxima al Capitolio». Sin embargo, no alude a una situación geográfica, sino al hecho muy común en política de que las personas encumbradas están también —y precisamente por la «altura»— en peligro de caer desde allá arriba.
Una versión más refinada del dicho es: «Del Capitolio a la Roca Tarpeya no hay más que un paso». La frase evidencia que los romanos experimentaron los vaivenes del poder y el carácter efímero de algunos liderazgos humanos.
Esta debería ser una asignatura primordial en la formación política cubana. La enseñanza de las caídas en picada (que no siempre son caídas hacia arriba, como también nos hemos acostumbrado a ver) y las lecciones sobre cómo esquivar los truenes que como el rayo de Júpiter Tronante desguaza a cualquier «cuadro», de la magnitud que sea, sobre todo a los que creen —«creyentes»— que son intocables o eternos en sus cargos.
Roma siempre nos habla, como también lo hace Atenas, Esparta, Tebas, el Egipto antiguo o la Babilonia de Hammurabi; pero nosotros insistimos en no escuchar.
Según Plutarco cuando escribe sobre Rómulo en sus Vidas paralelas, el nombre Tarpeya era el de una virgen vestal que traicionó a Roma y dejó entrar a los sabinos que asediaban después del célebre Rapto de las Sabinas. Cuenta la leyenda que Tarpeya quedó encantada con los brazaletes de oro que los soldados enemigos lucían y les entregó el escondite de los romanos a cambio de lo que llevaban en sus brazos izquierdos. La joven vestal recibió, sin embargo, también los escudos pesadísimos que los sabinos cargaban en esos brazos y fue sepultada por el peso de las armas.
Según el relato, la colina donde ocurrió el hecho empezó a ser llamada Tarpeya, hasta que el rey Tarquinio el Soberbio la consagró a Júpiter y empezó a ser nombrada Capitolina. Aun así, se mantuvo el nombre de la virgen vestal traidora y mártir para identificar la roca desde la que se lanzaba a los traidores.
Otra versión de la leyenda muestra a Tarpeya como heroína porque relata que la muchacha habría engañado a los sabinos para que entraran en la colina fortaleza sin sus escudos, de manera que fueran presa fácil de los romanos; lo cual explicaría que algunas fuentes hablan de un monumento consagrado a Tarpeya donde se hacían libaciones en su nombre.
Lo que sí es un hecho histórico es que desde la Roca Tarpeya se arrojaba a los reos del delito de perduellio (delito público de alta traición), que convertía a sus comisores en personas fuera de la ley, fuera del ámbito jurídico del Derecho y, en todo caso, en manos de lo sagrado, por malditos, no por consagrados. Ello hacía que los traidores fueran procesados de forma sumaria y que la pena incluyera que no se podía llevar luto por su muerte ni se les podía dar sepultura.
La Ley de las XII Tablas es un antiquísimo cuerpo legal de inicios de la República, pero contenedor de Derecho arcaico romano. Las Tablas II y VII mencionan que los esclavos sorprendidos cometiendo hurto debían ser arrojados de la Roca Tarpeya y que igual debía sucederle a cualquier persona que diera falso testimonio.
Lo anterior parece indicar que desde la Roca Tarpeya no solo se lanzaban a los traidores, sino que en tiempos de los Decenviros se ejecutaban a reos de muchos más delitos.
Roma nos habla. La Roca Tarpeya sigue allí, el lugar desde donde se precipitaba a los sancionados se puede encontrar con un buen guía de la Ciudad Eterna, pero en realidad también sigue en nuestras ciudades, cerca de nosotros.
Los burócratas cubanos siguen sin entender que traicionar al pueblo es un crimen de lesa majestad. Han confundido las gratitudes, creen que les deben su poder a sus mantenedores y olvidan obstinadamente a la ciudadanía. Olvidan también que la Roca Tarpeya está demasiado cerca del Capitolio, que las escaleras que parecen llevar al olimpo de la prepotencia pueden ser los peldaños hacia el abismo desde donde caen los traidores.