Remedios contra el miedo

Rogelio Manuel Díaz Moreno

Foto: Michael Schoelzel

HAVANA TIMES — La semana pasada conocimos de una reunión inesperada de nuestros altos poderes. Hacía cierto tiempo se habían discutido ciertos documentos, que no parecieron entonces transformar rápidamente las vidas de los mortales comunes. El Gobierno cubano ha redactado sus Lineamientos y Conceptos, destinados a definir los rumbos del país y sus planes de desarrollo futuro, pero pocos cambios se producen con inmediatez.

Según las últimas noticias, parece haberse avanzado algunos pasos por esos rumbos. Un grupo selecto, sigiloso, esotérico, en laboratorios secretos, estuvo enfrascado en perfeccionar tales planes. Analizaron las opiniones de la población y definieron lo que era correcto y lo que no. Al final, sometieron sus resultados a la aprobación del Parlamento cubano –unánime–, en ese mitin de la semana pasada.

Todavía no se han publicado las versiones definitivas, que permitirán análisis y conclusiones más precisas. Aún así, parece haber un punto que ha llamado particularmente la atención de participantes activos tanto como de espectadores.

Parte esencial de las reformas del Gobierno cubano en curso fortalecen los elementos de economía de mercado y propiedad privada sobre los medios de producción. La concentración de capital, inherente a esos fenómenos, preocupa mucho. No pocas voces se elevan, demandan la erección de barreras y cualesquiera otras limitaciones que se puedan imaginar.

El panorama está servido para las contradicciones. El Estado ejerce el control sobre la economía, mediante la propiedad y administración de las empresas y el control sobre la inversión extranjera. Incapaz de alcanzar niveles satisfactorios de crecimiento y empleo, convocó en cierto momento al emprendimiento privado de la ciudadanía local. Sin embargo, ciertos pruritos ideológicos se interponen en el desencadenamiento pleno de esa misma iniciativa privada. Se percibe la antipatía hacia la acumulación de riquezas y contra el progreso de la nueva clase social corporativa.

Por ese camino de inconsistencias, no se favorecerán los fines con los que se invocó desde un principio la iniciativa privada. Y tampoco se resuelven las insuficiencias económicas y sociales de la economía estatalista. Curiosamente, los ideólogos oficialistas no perciben los males de la economía privada en el área de los negocios de extranjeros, pero eso es harina de otro costal.

Diagonal. Foto: Michael Schoelzel

El caso es que, según algunos, el grado de desarrollo actual de las fuerzas productivas cubanas requiere participación de la propiedad privada nacional. Tal tesis no está totalmente demostrada, puesto que nunca se le ha dado toda la libertad a la propiedad socialista cooperativa y estatal autogestionada. En todo caso, si se va a reconocer lugar y participación a la iniciativa privada, hay que conocer un poquito de sus reglas elementales. Que no son las mismas que en la época del Renacimiento.

Para que ese sector constituya una alternativa seria de trabajo para un millón o más de personas en nuestra sociedad, para que genere establemente determinadas mercancías y servicios a los que el Estado ha renunciado, se necesita comprender y ser consecuentes con las leyes básicas de la economía política. Sería imperativo realizar el balance de fuerzas productivas y relaciones de producción, de la posición de Cuba relativa a la economía y el comercio internacional, para aportar la claridad necesaria, redescubrir algunas verdades de Pero Grullo y asumirlas con el coraje necesario para seguir adelante.

Puede que un escenario tipo NEP(*) no sea la peor alternativa frente a nosotros. Para ser consecuentes y productivos, entonces, habría que manejar el asunto con base científica, y con la seriedad del marxismo revolucionario. Hay que encarar dialécticamente las contradicciones entre una economía, temporalmente con “las armas melladas del capitalismo” y el propósito a mayor plazo, de socialismo.

Toda clase capitalista, de vieja o nueva constitución, tiende al crecimiento y concentración de sus capacidades. Es su naturaleza y la manera natural de desarrollarse. El Estado puede disparar andanadas de inspectores, políticas de impuestos y requisitos regulatorios, pero tales herramientas adolecen de serias limitaciones.

O inhiben desastrosamente el desarrollo de dicho sector, o se revelan entonces incapaces de limarle sus aspectos más conflictivos, esos que asustan a la dirigencia cubana y sus pensadores oficiales. Ya hemos visto repetidas veces ese tipo de pulsos: en nuestros mercados agropecuarios, servicios de máquinas de transporte, etc., siempre con malos desenlaces. Quiero decir, malos para el Estado que termina en el ridículo.

Para darle participación a la clase capitalista nueva –o no tan nueva–, esta y sus nuevos titulares han de gozar de derechos y protecciones bien establecidos, con reforma constitucional incluida. Y esos derechos pueden contenerse en determinadas áreas, sin abrirle paso en espacios sociopolíticos de mayor trascendencia.

Por suerte, el mismo marxismo que explica la inevitable pujanza del sector privado, identifica los recursos más adecuados para enfrentarlo dialécticamente. Y lo más desesperante es que nuestros esclarecidos dirigentes desdeñan apelar a esas fuerzas, las más progresistas y revolucionarias del panorama.

Farmacia. Foto: Michael Schoelzel

El crecimiento de la clase capitalista implica también, en términos generales, el de la fuerza proletaria, asalariada. Las masas de personas trabajadoras contienen un potencial insustituible, con su capacidad de estructurar organizaciones de masas combativas y sensibilizadas con la evolución de sus vidas y la sociedad.

Para contrarrestar las manifestaciones más nocivas de la concentración de la propiedad privada, el arma más poderosa es el fortalecimiento del poder de la clase trabajadora. Un conjunto de sindicatos poderosos, democráticos, horizontales, con clara conciencia política, es el remedio más seguro contra los miedos que despierte la inexorable actividad del capital.

Por supuesto que, para ello, los actuales sindicatos oficialistas no son el mejor punto de partida. Para empezar, los sindicatos actuales pretenden integrar tanto a las personas titulares de negocios, como a las personas empleadas en aquellos. El (o la) patrón(a), junto al asalariado(a).

La organización futura tiene que tener claro el carácter clasista, proletario, si no, estará incapacitada para afrontar el reto que los nuevos capitalistas le imponen. No podrá estremecerse ante el mero sonido de la palabra huelga, como ocurre hoy. Tiene que reconocer todos los recursos y tradiciones de las luchas de trabajadores de Cuba y del mundo, desde la propaganda, las protestas, los plantones, convocatorias de solidaridad entre gremios y demás sectores de la sociedad, etcétera.

Siguiendo con la teoría básica, el Partido Comunista deberá sentirse concernido. Obviamente, le llegará el momento de tomar parte. Para ser consecuente con la clase trabajadora, para bien o para mal, la idea utópica del Partido de todos los cubanos no es sostenible en un escenario de sociedad dividida en clases.

Esperar que las élites cubanas sigan ese camino puede parecer muy difícil. Queda de parte de todas las fuerzas de izquierda, anticapitalistas, afanarse para no perder las últimas oportunidades.

(*) La NEP, Nueva Política Económica, introdujo en la Rusia bolchevique elementos de economía de mercado en la década de 1920, con alivio de la grave crisis imperante.

4 thoughts on “Remedios contra el miedo

  • Yo le pregunto al autor: ¿Conoce todos los derechos laborales de la OIT y ha hecho un balance de todos los que se violan en Cuba?
    Cuba es una sociedad en la cual los derechos laborales son violados de una manera muy superior a lo que ocurre en el capitalismo desarrollado y subdesarrollado.Empecemos por un diagnóstico real y luego seguimos por las estrategias.
    GAESA es un monopolio dizque estatal sin ningún control público.¿Es que por tener un nombre de estatal no es capitalista? Esta ceguera para analizar las relaciones de producción en Cuba hoy sin propiedad privada me dejan muy confundida acerca del marxismo que se maneja al interior de Cuba.

  • Marlene
    Con mucha frecuencia yo reconozco, bien claro, que soy un gran neófito en eso del marxismo. Así que no te asombres de cualquier burrada que yo pueda haber cometido. Ahora, tratando de entender lo que quieres decir, creo que tiene que ver conque yo hablo de la potencial contradicción clase-trabajadora vs empresariado privado, dejando de lado la que existe entre clase trabajadora y empresariado de tipo estatal, “público”, del que GAESA formaría parte. Bueno, por una parte, es que el artículo tiene que tener un límite de tamaño. Ahora bien, la similitud entre uno y otro campo es bastante clara. Los conflictos de clases que veas en un lado, tienen un reflejo/extensión bien evidente en el otro, con algún que otro ligero matiz diferente por materia de legislación. Por ahí hay cantidad de potencial para desarrollar las ideas que traté de expresar acá, y eso es un trabajo interesante e importante para hacer, al que solo lamento tener limitadas posibilidades para contribuir.

  • Rogelio, dices que hay que -” Esperar que las élites cubanas sigan ese camino puede parecer muy difícil” en este quinquenio Es imposible

  • No te preocupes que la Dra. tiene ideas fijas y siempre quiere hablar de la lombriz, por eso si tu le enseñas un elefante ella le mira el rabo y empieza a hablar de la lombriz

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