Regreso a Ítaca: un brindis amargo por el reencuentro

en el cine cubano

Captura de la película Regreso a Íthaca

Regreso a Ítaca explora los conflictos que surgen al mirar al pasado, tanto para los que se fueron de Cuba como para los que decidieron quedarse.

Por Jorge Luis Lanza

HAVANA TIMES – El largometraje de ficción Regreso a Ítaca (2014), del cineasta francés Laurent Cantet, basado en la obra del afamado escritor cubano Leonardo Padura La novela de mi vida, retoma desde una perspectiva intimista e inédita hasta ese momento el dilema existencial que implica el retorno definitivo. Anteriormente el popular cineasta francés había abordado la realidad cubana en uno de los cortos que conforma el largometraje Siete días en La Habana (2013), junto a Julio Meden, Gaspar Noe, Juan Carlos Tabío, entre otros cineastas, desde los códigos del realismo sucio bastantes desgastados en la actualidad.

Regreso a Ítaca posee el mérito de explorar los conflictos derivados del examen del pasado, tanto para aquellos que en su momento decidieron marcharse como aquellos que optaron por quedarse en Cuba. Desde ángulos distintos, examina el pasado con nostalgia, desde un realismo conciliador a tono con los nuevos tiempos.

Desde la perspectiva de las narrativas y discursos estéticos sobre la emigración en el cine y el audiovisual cubano Regreso a Ítaca resulta novedosay aportadora.El filme toma como referentesvariascintas que anteriormente habían abordado el tema de los procesos de retorno en el cine y el audiovisual cubanos, como Lejanía (1985), del autor de la novela Las iniciales de la tierra Jesús Díaz, Mujer transparente (1990), Miel para Oshún (1999), de Humberto Solás, entre otras caracterizadas por el abordaje del impacto sociológico y emotivo del éxodo, es decir, el drama de la partida y sus heridas familiares, aspecto de nuestra realidad que una autora como la poetisa Lourdes Gil abordó magistralmente en su ensayo sobre el desarraigo y el exilio Tierras sin nosotras.  

Regreso a Ítaca no sólo resulta novedosa por abordar ese lado menos explorado del regreso, sino por abogar por la impostergable reconciliación entre los cubanos de ambas orillas, separados por radicalismos de toda índole, por resentimientos y cicatrices que el tiempo no ha podido sanar. En ese sentido es una obra redentora que promueve un mayor acercamiento entre la isla y sus diásporas.

En regreso a Ítaca, Amadeu es un escritor que había emigrado a España debido a la represión social y el ambiente de hostilidad imperante en el ámbito intelectual de la isla durante la década del ochenta, aunque el contexto referido resulta impreciso. 

Décadas después ha tomado la compleja e incomprendida decisión de regresar de manera definitiva a la isla, aspecto que marca una total diferencia con el resto de las cintas analizadas anteriormente, cuya representación del retorno solamente ha sido temporal, es decir, nunca para quedarse.

Esta vez el anhelado reencuentro no transcurre en espacios cerrados, se desarrolla en una azotea. Dos posibles lecturas pretendo compartir con el lector, desde una dimensión semiótica hay un sugerente diálogo intertextual con la escena de la azotea en Lejanía.

Desde esa perspectiva existe un diálogo y una conexión orgánica entre ambas cintas y con la poetisa y ensayista cubanoamericana Lourdes Casal, figura clave que promovió el acercamiento entre Cuba y EE. UU. a fines de los setenta. Por esas razones reproduzco una estrofa de su poema Para Ana Velfort que en el filme Lejanía el personaje interpretado por Isabel Santos lo cita textualmente.

“Pero New York no fue la ciudad de mi infancia, no está ahí el rincón de mi primera caída, ni el silbido lacerante que marcaba las noches, por eso siempre permaneceré al margen. Una extraña entre esas piedras, como ya, para siempre permaneceré extranjera, aun cuando regrese a la ciudad de mi infancia. Cargo la marginalidad inmune de todos los retornos. Demasiada habanera para ser newyorkina, demasiada newyorkina para ser, aún volver a ser, cualquier otra cosa”.

Según la ensayista Hiraida López: “Al mismo tiempo, Amadeu no concibe el viaje en ambas direcciones y en este terreno tampoco se encuentra al día: en Cuba ya es posible no circunscribirse al pasaje en una sola dirección. La fatal combinación de la castración simbólica y el rechazo al viaje contribuye a hacer de Regreso a Ítaca una cinta de cierto modo anacrónica que responde a perspectivas arraigadas”.

Aunque Amadeu no decide regresar solamente para reconciliarse con un pasado colmado de extremismos, dogmatismos y represiones sufridas por el gremio intelectual cubano, causa de la partida de ilustres escritores y artistas, sino porque necesitaba el contacto permanente con su patria para recuperar su vocación como escritor. Sobre este elemento se focaliza el verdadero drama y conflicto del filme, a partir de la incomprensión de sus amigos ante su decisión. 

Pocas cintas han visibilizado esta problemática, la histórica relación entre identidad, desarraigo y creación literaria en el cine cubano, la imposibilidad de escribir y repensar Cuba desde la diáspora, la misma nostalgia que en su momento había experimentado el desterrado José María Heredia, en La novela de mi vida, de Leonardo Padura.

Para dicha autora: “La tendencia que se ha manifestado, aun incipientemente, en la producción cubana más reciente es hacia el viaje de ida y vuelta, a pensar en el punto de partida y el destino como inestable e indeterminado. En contraste con el viaje de regreso hasta hace poco más de dos años, la movilidad adquirida últimamente permite articular otros discursos de desplazamientos y valorarlos de manera positiva. No se trata de descartar otras opciones legítimas, como la de permanecer en la patria o el exilio, sino de explorar las implicaciones de los nuevos retos que emergen de la coyuntura actual’’.

En un contexto donde el radicalismo no ha desaparecido entre ambas orillas, cuando la emigración continúa fragmentando la familia y la nación cubana, filmes como ese son cada vez más necesarios, su mirada redentora nos devuelve la esperanza en la reconciliación entre los cubanos por encima de todas las fronteras y barreras que nos separan. 

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