Regresa Trump, regresa la mano dura con Cuba

Por Francisco Acevedo
HAVANA TIMES – No lleva dos semanas en el cargo, y ya Donald Trump tiene al Gobierno cubano patas arriba, con las primeras disposiciones que van encaminadas a cortar los suministros a la dictadura y reforzar el control fronterizo y los viajes.
Como la administración del presidente saliente Joe Biden dio marcha atrás a su decisión tomada de 2017 de incluir a Cuba en la lista de Estados patrocinadores del terrorismo, nada más pisar la Casa Blanca Trump volvió a incluirla.
Esta semana fueron recordados varios casos específicos para sustentar esa posición, como los de Joanne Chesimard, conocida también como Assata Shakur, y William Morales.
La primera, miembro del Black Liberation Army, es buscada por el asesinato de un policía estatal en Nueva Jersey en 1973, y tras escapar de prisión en 1979 ha vivido en Cuba desde entonces.
El segundo, vinculado al grupo nacionalista puertorriqueño Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN), es responsable de una serie de atentados, incluido el trágico bombardeo de la taberna Fraunces en Nueva York en 1975, que dejó cuatro muertos y decenas de heridos.
Morales logró escapar de la justicia tras ser arrestado en 1979 por posesión de explosivos, y formó una familia en Cuba luego de huir de la justicia.
Esto para hablar solamente de los relacionados con sucesos ocurridos en territorio estadounidense, porque se multiplican los casos en cuanto a apoyo logístico y de entrenamiento a grupos armados latinoamericanos desde la década de los 60 del pasado siglo, y asilo a otras figuras con pasado terrorista de varias partes del mundo.
En un acto público, el Secretario de Estado, Marco Rubio, hizo alusión a los aproximadamente 70 prófugos que se estima residen en Cuba, protegidos por el régimen. Aquí se incluyen no solo criminales estadounidenses, sino también miembros de organizaciones como el Ejército de Liberación Nacional (ELN) de Colombia y otros grupos insurgentes latinoamericanos.
La extradición de estos fugitivos parece poco probable en el corto plazo, porque nunca ha habido voluntad de las autoridades cubanas en este sentido.
Este viernes la administración Trump dio un paso más, y anunció la restauración del Título III de la Ley Helms-Burton, también anulado por Biden, y que además de reforzar el cerco económico sobre los fondos estatales avala el derecho a reclamaciones internacionales de particulares o empresas por confiscaciones ocurridas el pasado siglo..
Entre otras cosas, se ratificaron las sanciones a entidades relacionadas con el Gobierno directa o indirectamente, una lista que también añadió a Orbit, S.A., una empresa de procesamiento de remesas dirigida hacia Cuba, porque según sus informes “opera para o en nombre del Ejército cubano”.
Es bueno recordar que durante su primer mandato (2017-2021), Trump impuso al menos 243 medidas restrictivas que reforzaron la persecución a los fondos económicos de la dictadura, y algunas se flexibilizaron con Biden.
No es nada nuevo, y muchas veces tampoco nada que se haga solapadamente, la administración en secreto por militares de los principales recursos del país, sobre todo aquellos relacionados con las divisas, y desde hace ya varios años, por ejemplo, el polo turístico de Varadero es regentado por los militares, sin rendir cuentas a la Contraloría General ni a la Fiscalía de la República.
En particular el envío de remesas, que representa miles de millones de dólares cada año, es el elemento más codiciado de la dictadura, y por eso actualmente la mayoría de los cubanoamericanos prefiere enviar dinero en efectivo con pasajeros de avión que lo llevan directamente a la isla y lo entregan a sus familiares.
Orbit S.A. fue creada después de que la administración Trump impusiera sanciones a su predecesora, Fincimex, en 2020, porque era parte de la estatal CIMEX, que según informes divulgados esta semana proporciona informes detallados mensuales a los altos mandos del consorcio militar GAESA sobre las transferencias de dinero procesadas por Orbit.
De hecho, Orbit está actualmente dirigida por Diana Rosa Rodríguez Pérez, exvicepresidenta ejecutiva de GAESA y exvicepresidenta de CIMEX, así que las conjeturas no parecen estar lejos de la realidad.
El objetivo es reforzar el aislamiento del régimen cubano en el sistema bancario global, lo cual le dificulta el acceso a créditos, relaciones comerciales y financiamiento externo, y golpea más a su ya debilitada economía.
Aunque la restricción también impacta a la población cubana, que ahora debe recurrir a métodos informales para recibir ayuda económica de sus familiares en el exterior, se busca frenar el flujo de dinero que alimenta la maquinaria represiva del Gobierno cubano.
Por otra parte, Rubio afirmó que la embajada de Estados Unidos en La Habana se está reuniendo con familiares de disidentes y otros procesados con trasfondo político, ”para que sepan que Estados Unidos los apoya incondicionalmente”.
También desde su vuelta a la presidencia, Trump firmó una orden ejecutiva que eliminó el programa de parole humanitario, que permitía la entrada legal a Estados Unidos con permisos de residencia temporales para ciudadanos de Cuba, Venezuela, Nicaragua y Haití.
El programa, que fue suspendido temporalmente al presentar muchas irregularidades, incluye a más de medio millón de cubanos que ya habían sido aprobados o estaban en proceso de solicitud que ahora se han quedado sin opciones legales inmediatas para emigrar.
Igualmente, muchos que ya se encontraban en suelo estadounidense con este estatus deberán buscar otras vías para regularizar su situación, como la Ley de Ajuste Cubano.
También está en el aire la suspensión de subvenciones y financiamiento federal a programas de ayuda exterior, lo que afecta a organizaciones no gubernamentales y medios independientes en Cuba que dependen de estos fondos.
De momento una jueza federal bloqueó temporalmente esta suspensión, pero en cualquier momento se hace efectiva.
La gran pregunta es si este cerco financiero acelerará un cambio real en la isla o si el régimen logrará, una vez más, adaptarse y sobrevivir a la presión internacional.
La respuesta solo el tiempo lo dirá, pero como estaban las cosas no se logró nada, era el momento de probar cosas nuevas, y aunque evidentemente esto complica la situación del cubano de pie, si rinde los frutos esperados a largo plazo habrá valido el sacrificio. En definitiva, la Revolución viene pidiendo sacrificio desde hace más de 60 años sin que se vean resultados.