¿Quién entiende a los cubanos?

Cubanos marchando el 1ro de mayo. Foto en Contramaestre, Santiago de Cuba. Foto: radiogritodebaire.cu

HAVANA TIMES – Para quien no conoce la realidad de Cuba tiene que haber sido muy raro oír hablar de dictadura cuando ve un desfile como el celebrado el pasado 1ro de mayo.

Si una población se siente oprimida y quiere libertad lo peor que puede hacer es ir a rendirle pleitesía a sus dirigentes a la vista de todo el mundo.

Probablemente varios de los que se pasearon por delante de la Plaza de la Revolución estuvieron en las calles el 11 de julio de 2021, en el colmo de la falta de coherencia inherente a esta sociedad en los últimos 60 años.

Mentir, repetir y aplaudir es lo que pulula en la población, asediada por el desastre por todos lados pero dócil ante el llamado de sus represores, y eso no lo puede entender nadie con un mínimo de sentido común.

Hay que vivir o haber vivido en este país para saber el estado de terror que predomina en los cubanos, y ya diría que hasta de manera gratuita, porque tampoco es que dejar de ir a la marcha desencadene esas grandes represalias, sin que esto signifique para nada menospreciar los mil y un métodos de coacción que se utilizan con trabajadores y estudiantes.

Todavía ningún trabajador estatal me ha podido hablar de ninguna coacción explícita, simplemente se trata del miedo ya instalado en las venas y por “no buscarse problemas” madruga y da la peor imagen posible de un pueblo que supuestamente desea su libertad.

Las Micro, Pequeñas y Medianas Empresas (Mipymes) también estuvieron presentes, se supone que por la misma razón, porque el entorno legal a su alrededor es tan endeble que se sienten a merced del Estado.

Varias zonas de La Habana fueron “perdonadas” de los apagones esa semana, pero muchos fueron a pesar de haberlos sufrido y de estar plenamente consciente de que seguirán en el infortunio apenas abandonen la Plaza.

Los mismos trabajadores de la salud que cuando llegas al hospital te dicen que no hay medicamentos ni reactivos para realizar análisis caminaron por las calles dando una imagen de apoyo a quien los tiene trabajando en esas deplorables condiciones.

Todos los medios de transporte que no se van a ver en las avenidas habaneras durante todo el mes estuvieron en los alrededores de la Plaza ese 1ro de mayo, para eso sí hay combustible suficiente. Todas las guaguas que están rotas y no pueden garantizar el transporte diario en la capital estaban parqueadas en las calles aledañas para trasladar a los marchistas, al igual que el resto de los medios arrendados, comprados todos por un poco de combustible.

Por ejemplo, en las pocas escuelas internas que quedan, en el último pase los estudiantes llegaron a sus casas sobre las diez de la noche, porque no había cómo recogerlos, y también está en el aire su traslado para las pruebas de ingreso, que decidirán probablemente su futuro profesional.

Es el habitual reparto de prioridades de este Gobierno, que guarda el petróleo para salir a reprimir al primero que grite ¡Patria y Vida!, pero mucho más vergonzoso es ver las congas de gente cantando y bailando durante toda la madrugada, como si hubiese algo que celebrar en este país donde ni el pan de cada día está garantizado.

Esta vez ni siquiera se apreció el tradicional apoyo gastronómico de estas ocasiones: total, si es para dos horas de desfile, habrán dicho. Tampoco ese día se realizaron las decenas de Ferias agropecuarias de antaño, aunque sí hubo algunas.

El 2 de mayo ya toda Cuba volvió a su miseria habitual, pero el circo fue montado y el mundo ve que lo que falta es vergüenza, por más que me duela reconocerlo, y al final hay que decir que cada cual tiene lo que merece.

Se puede entender a todos los que viven como privilegiados, y a los extranjeros que participan en la pantomima pensando que es real, pero los miserables de toda la vida no tienen justificación alguna para dejarse utilizar de esa manera.

No quiero ni referirme a los niños y adolescentes, que también son parte del espectáculo con el beneplácito, y a veces la complicidad de sus padres, lo cual me sigue pareciendo inconcebible. Son los mismos que se quejan de que no les alcanza el salario para vivir decentemente, que no tienen merienda para darles a sus hijos ni posibilidad de garantizarles unas vacaciones dignas; entonces es normal que nadie los entienda y que el cambio que en teoría ansían se aleje cada vez más.

Los que en estos mismos momentos dan su libertad personal por mantenerse fiel a sus principios se sentirán traicionados por las mismas personas por las que ellos pierden sus mejores años en cárceles de todo el país.

A propósito, este 29 de abril volvió a prisión el más conocido de los disidentes de la Cuba actual, José Daniel Ferrer, quien estuvo pocos meses en su casa sin detener su labor de protesta luego de ser beneficiado por una amnistía general solicitada por el Vaticano.

Todavía no se había enfriado el cuerpo del Papa Francisco y ya la dictadura había dado marcha atrás a esa concesión de moribundo que le hicieron. No fue un arresto normal, porque fue todo un operativo en su casa y se llevaron incluso a su hijo de cinco años, además de confiscar todo lo que quisieron.

No hacía falta mucha justificación, pero Ferrer la dio desde que puso un pie en su casa al decir que no acudiría a las citaciones oficiales, y prefería seguir encarcelado.

Durante su poco tiempo en libertad dedicó buena parte de su tiempo a repartir comida en su barrio pese a las constantes amenazas recibidas, y estoy seguro de que muy pocos de ellos ahora darán la cara por quien les alimentó, al igual que quienes fueron atendidos de manera gratuita por su esposa doctora.

El régimen del terror impone esto, y reiteramos que quien nunca haya vivido aquí no podrá entender jamás cómo es posible que el ser humano sea tan ingrato, pero las reglas del decoro y la decencia no aplican en una dictadura como esta.

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