¿Puede Marco Rubio cambiar tanto a Vietnam como a Cuba?

Las banderas de Cuba y Vietnam

HAVANA TIMES – Si Marco Rubio se convierte en Secretario de Estado en una administración Trump 2.0, heredará un mundo que enfrenta el resurgimiento autoritario, la inestabilidad económica y la rivalidad geopolítica. Estos desafíos son particularmente evidentes en Vietnam y Cuba, dos regímenes comunistas persistentes que, aunque divergen en sus trayectorias de desarrollo, comparten una resistencia a la gobernanza democrática. Rubio, un firme defensor de la democracia y los derechos humanos, enfrenta una pregunta crucial: ¿puede inspirar cambios en ambas naciones sin desestabilizarlas?

La respuesta es sí, pero solo con un enfoque pragmático que equilibre la defensa de los principios de derechos humanos con una comprensión estratégica de las realidades geopolíticas.

Vietnam: La piedra angular geopolítica

Vietnam es un país paradójico. Su éxito económico, impulsado por reformas de mercado y la integración global desde la política de «Đổi Mới» en 1986, es innegable. Ahora es un actor clave en las cadenas de suministro globales y un socio esencial de Estados Unidos para contrarrestar la agresividad de China en el Indo-Pacífico. Sin embargo, su sistema político sigue siendo rígido, con poca tolerancia al disenso y un historial deficiente en libertades civiles.

Rubio debe abordar esta dualidad de manera directa. Los políticos estadounidenses suelen pasar por alto la importancia estratégica de Vietnam, enfocándose únicamente en sus reformas económicas o en su papel en la rivalidad entre Estados Unidos y China. Pero para que Vietnam alcance una verdadera estabilidad y prosperidad, debe adoptar reformas políticas. Una sociedad más libre liberaría todo su potencial, fomentando la innovación y el emprendimiento, al tiempo que generaría confianza en la gobernanza.

No obstante, presionar demasiado podría alienar a Hanoi y acercarlo a Beijing. Los líderes vietnamitas desconfían profundamente de la interferencia extranjera, marcada por una historia de resistencia a la dominación china y la colonización occidental. Rubio debería abogar por reformas graduales que se alineen con las realidades culturales y políticas de Vietnam. El apoyo a la sociedad civil, el periodismo independiente y las iniciativas de estado de derecho pueden servir como peldaños hacia una mayor apertura política.

Al mismo tiempo, Rubio debe ser claro en que la asociación con Estados Unidos conlleva expectativas. Las aspiraciones de Vietnam de una integración más profunda en la economía global—a través de marcos como el Acuerdo Integral y Progresista para la Asociación Transpacífica (CPTPP)—deben estar vinculadas a mejoras medibles en derechos laborales y libertad de expresión. El pragmatismo no significa comprometer los principios; significa perseguirlos estratégicamente.

Cuba: Una crisis en la encrucijada

La trayectoria de Cuba contrasta marcadamente. Mientras Vietnam utilizó las reformas de mercado para escapar del estancamiento económico, Cuba se aferra a un modelo socialista anticuado que ha dejado su economía en ruinas. La Isla enfrenta una crisis humanitaria sin precedentes, con escasez generalizada de alimentos, medicinas y electricidad. Más de un millón de cubanos han huido desde 2020, creando una crisis migratoria que afecta directamente a Estados Unidos.

Rubio, un cubanoamericano, ha defendido durante mucho tiempo la causa de la democracia en Cuba. Su liderazgo potencial podría marcar un punto de inflexión, pero solo si modera la búsqueda de un cambio de régimen con un compromiso hacia el alivio humanitario y las reformas incrementales.

Críticos como el profesor William LeoGrande en Foreign Policy advierten que una política de máxima presión corre el riesgo de empujar a Cuba hacia el caos, con consecuencias graves para la región. El colapso del régimen cubano podría desatar una migración masiva, desestabilizar el Caribe y crear un refugio para el crimen transnacional. Rubio debe reconocer estos riesgos y pivotar hacia una política que combine presión selectiva con pasos  constructivos.

La ayuda humanitaria, como alimentos y medicinas, es tanto un imperativo moral como una oportunidad estratégica. Esto socava la narrativa del régimen sobre la hostilidad de Estados Unidos mientras alivia el sufrimiento. Levantar ciertas sanciones, como las relacionadas con los envíos de petróleo desde Venezuela, podría ayudar a estabilizar la red energética de Cuba, preparando el terreno para reformas futuras.

Al mismo tiempo, Estados Unidos debería empoderar al sector privado cubano, que ha mostrado resiliencia a pesar de las restricciones gubernamentales. Expandir las remesas, apoyar a pequeñas empresas y facilitar el acceso a internet son pasos prácticos que fortalecen la sociedad cubana desde adentro. Rubio debería dejar claro que estas medidas no pretenden apuntalar al régimen, sino apoyar al pueblo cubano en su búsqueda de dignidad y libertad.

El triángulo EE.UU.-China-Vietnam

Tanto Vietnam como Cuba están profundamente entrelazados con la dinámica entre Estados Unidos y China. Mientras Vietnam resiste activamente las ambiciones territoriales de China, Cuba se ha vuelto más dependiente del comercio y la inversión chinos a medida que las sanciones estadounidenses hacen mella. Rubio debe navegar estas complejidades con cuidado.

En Vietnam, Estados Unidos tiene una oportunidad única de profundizar lazos y contrarrestar la influencia china. Esto requiere más que cooperación en defensa; demanda una asociación integral que incluya iniciativas económicas, culturales y de gobernanza. Alentar a Vietnam a diversificar sus alianzas fortalece su autonomía, reduciendo su dependencia de Beijing.

En Cuba, el desafío es evitar que China llene el vacío dejado por el desinterés de Estados Unidos. Beijing ya ha ganado terreno, desde inversiones en infraestructura hasta exportaciones de tecnología. Rubio debe ofrecer una visión alternativa, una que priorice la soberanía cubana y la autosuficiencia económica sobre la dependencia de poderes autoritarios.

Pragmatismo con principios: El camino a seguir

El posible mandato de Rubio como Secretario de Estado ofrece una oportunidad para redefinir el compromiso de Estados Unidos con Vietnam y Cuba. Ambas naciones representan la lucha más amplia entre la democracia y el autoritarismo, una lucha que exige tanto firmeza como flexibilidad.

En Vietnam, Rubio debería aprovechar las ambiciones económicas del país para impulsar reformas políticas graduales, demostrando que la libertad y la prosperidad van de la mano. En Cuba, debería abordar la crisis humanitaria inmediata mientras sienta las bases para un cambio a largo plazo.

Los críticos pueden argumentar que tal enfoque carece de audacia o corre el riesgo de legitimar regímenes autoritarios. Pero la historia muestra que los cambios transformadores a menudo comienzan con pasos pequeños e incrementales. La relación entre Estados Unidos y Vietnam, antes marcada por la hostilidad, es ahora un pilar de estabilidad regional. Una trayectoria similar es posible para Cuba, pero requiere paciencia y visión estratégica.

Rubio también debe estar preparado para el largo plazo. El verdadero cambio en Vietnam y Cuba no ocurrirá de la noche a la mañana, ni vendrá únicamente de la presión externa. Surgirá de las aspiraciones de sus pueblos, apoyadas por una política estadounidense que defienda la libertad, la democracia y la dignidad humana.

Al combinar la defensa de principios con una diplomacia pragmática, Rubio puede responder a la pregunta central de este debate. Sí, puede cambiar Vietnam y Cuba, no imponiendo soluciones, sino empoderando a sus pueblos para construir sociedades más libres y justas.


*Khanh Vu Duc es abogado y profesor de derecho en la Universidad de Ottawa.

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