Protestas de masones queda en el aire

Por Francisco Acevedo
HAVANA TIMES – Durante la semana lo más viral en Cuba fue la protesta de los masones el pasado martes contra Mario Urquía, quien con el respaldo del Gobierno está investido como Gran Maestro de la Gran Logia de Cuba en La Habana, pese a la oposición de parte de sus seguidores.
Más de un centenar de miembros de la organización masónica de varias provincias, entre quienes se incluían altos funcionarios de la fraternidad, se congregaron frente al edificio de la Logia en Centro Habana para manifestarse contra Urquía, a quien acusan de ser un ladrón y un usurpador, y no está exento de ser juzgado por el hecho de ostentar esa responsabilidad.
Este Gran Maestro fue impuesto en su cargo por una entidad estatal, lo cual algunos militantes consideran una injerencia a la institución, de la cual fue expulsado el 25 de enero por el Supremo Consejo del Grado 33 para la República de Cuba, que dirige los grados filosóficos del 4 al 33.
Con gritos de “fuera, usurpador, sinvergüenza, traidor”, los presentes expresaron su descontento con la presencia del polémico líder, un suceso sin precedentes en la historia del país y una de la mayores muestras de rebelión contra las imposiciones del régimen a la Masonería en la Isla.
La gota que colmó la copa fue el Decreto No. 1791 de fecha 19 de julio de 2024, donde Urquía suspende el Tratado de Amistad y Mutuo Reconocimiento entre la Gran Logia de Cuba y el Supremo Consejo, lo cual rompe con 200 años de unidad y paz masónica, divide a los correligionarios y hace peligrar el reconocimiento internacional de la Orden cubana.
Según este Tratado, si un masón es expulsado en una de estas instancias, la otra parte debe cumplirla igualmente basados en los principios del honor y la moral que rigen a ambas.
El pasado 24 de marzo representantes de más de 300 logias del país expulsaron a Urquía y le impidieron abrir y presidir la sesión semestral de la Alta Cámara Masónica, pero el Ministerio de Justicia emitió una resolución que dejaba sin efecto la sustitución y le permitió continuar ejerciendo como jefe.
El grado de descontento entre los masones se basa en acusaciones relacionadas con el robo de 19 mil dólares de la tesorería de la Gran Logia, que le atribuye al líder, quien dicho sea de paso, se negó a salir de su oficina para darle el frente a los demandantes.
El dinero, resultado de donaciones de masones dentro y fuera de la Isla, estaba en la oficina personal de Urquía, en el onceno piso del edificio de la Gran Logia, y pertenecía al Asilo Nacional Masónico, una institución que alberga a decenas de ancianos en la capital.
En su momento, el Patronato del Asilo (grupo de masones encargados de administrar el Asilo), aseguró que el funcionario trató de ocultar el delito y solo lo comunicó a la policía por exigencia directa de ellos.
Como resultado de las primeras acusaciones, se realizaron elecciones internas y Juan Alberto Kessel fue elegido como sustituto de Urquía el pasado mes de abril, pero abandonó la oficina luego de ceder a las presiones del Gobierno.
El pasado 3 de junio, el Ministerio de Justicia (MINJUS) –a través del Registro de Asociaciones– intervino por segunda vez en la discusión e invalidó la decisión de expulsar a Urquía de la Gran Logia de Cuba y el Supremo Consejo para el Grado 33, encabezado por Ramón Viñas Alonso, crítico con el régimen.
Según este departamento, directamente asociado a la Oficina de Asuntos Religiosos del Consejo de Estado, los sufragios de donde salió elegido Kessel tuvieron “irregularidades por incumplimiento de sus estatutos internos”, y por tanto pidieron que se repitieran.
También se decretó la suspensión de las actividades oficiales y la posibilidad de operar cuentas bancarias tanto de la Gran Logia como del Supremo Consejo “hasta el esclarecimiento de lo acaecido”.
El Gran Maestro también está acusado de apropiación indebida de 2 360 dólares, pero el MINJUS considera que “no ha sido instruido de cargos, ni se ha puesto a disposición de la Fiscalía y fue concluido como caso sin lugar”.
Durante la visita a la Logia, los manifestantes recordaron que habían recurrido a los caminos que establece la institución para resolver este tipo de crisis, pero nada había cambiado y por eso puede considerarse que la congregación, que reúne a unos 20 mil ciudadanos distribuidos en alrededor de 300 logias según sus datos, se encuentra “en un estado lamentable de descomposición”.
Entre los presentes se encontraban los periodistas independientes Camila Acosta y Ángel Santiesteban, quienes transmitieron en vivo y exigieron respetar su trabajo, pero el jueves el propio Santiesteban fue apresado y liberado horas más tarde.
En una carta pública, el Gran Maestro censuró que Acosta haya expuesto asuntos internos masónicos a través de redes sociales reiteradamente, “con informaciones que un profano no debe dominar”.
Es bueno recordar que el cargo lo asumió en marzo de 2023, luego de que su antecesor se exiliara en los Estados Unidos huyendo de las presiones de la Seguridad del Estado.
Por principio, la masonería no discrimina a sus miembros, y en el caso de Cuba muchos de sus integrantes son provenientes de las Fuerzas Armadas y del Partido Comunista, otros son opositores al régimen.
Por la vía pacífica, la comunidad masónica cubana sigue esperando siete meses después que se restablezca la legitimidad y la moral en la institución, pero de entrada dejaron de protestar, y ese es el primer paso precisamente para lo contrario.
Es lo más lógico, luego del operativo de agentes de la Seguridad del Estado vestidos de civil montado el mismo martes, con apoyo de trabajadores estatales de centros laborales cercanos convocados de urgencia como parte de ese diabólico plan llamado De Respuesta Rápida.
Según trascendió posteriormente, apenas un día antes de la manifestación, su líder, Gerardo Cepero, fue citado por la Teniente Coronel Kenia, de la Seguridad del Estado, que lo amenazó por la acción que desarrollarían.
De momento parece que se apaga la llama, pero precisamente lo que quiere el régimen es que si se caldean los ánimos sea en serio, para poder usar la fuerza sin tapujos, consideran masones consultados para la elaboración de este artículo, cuyo mayor miedo es la posible ilegalización de su fraternidad.