Por qué hay que cambiar el sistema político cubano

Por Repatriado

Foto: Juan Suárez

HAVANA TIMES – Acabo de llegar del mercado, una col costó 20 pesos; 4 mangos 32; 2 mazos de lechuga 14 pesos, cinco libras de bistec de cerdo 250. Compré 4 tornillos de pared a 100; un cuarto de galón de pintura de aceite, 200. Compré a una vecina el pescado que le dan en la bodega por ser diabética, 12 libras de flacos jureles con cabeza y tripa, 288 pesos. He gastado en media mañana 904 pesos, más del doble de los 415 pesos que gana mensualmente la maestra de mi hijo.

Me es difícil entender cómo una gran parte del pueblo cubano no desea un cambio político en la Isla, prefieren cambios en la organización económica que mejore sus condiciones materiales. Eso es un hecho, también lo es que están equivocados, lo cual me entristece muchísimo.

Por qué lo desean, según mi apreciación:

  • Desconocimiento mayoritario de otro sistema aparte del castrista. Cambiarlo no es equivalente a un cambio de gobierno, es una alteración de todo lo que resulta habitual y eso asusta.
  • Supresión de la iniciativa privada en lo económico y en lo civil, constriñendo la creatividad a estrechos límites ideológicos, resultando una sociedad pasiva que aguarda le digan qué debe hacer, cuándo y cómo.
  • Monopolio propagandístico, incluyendo el sistema educativo y cultural, ha insistido durante décadas en los supuestos y no tan supuestos horrores del capitalismo, contraponiéndolos a los supuestos y no tan supuestos éxitos del Castrismo.
  • Falsa idea de que con el Castrismo desaparecerían los sistemas universales de Educación y Salud, como si no existieran en ninguna otra parte.
  • Nacionalismo tribal. La pequeña oposición que logra articularse es inmediatamente asociada a los supuestos intereses malignos extranjeros, legitimándose su represión.
  • Ajiaco conceptual de lo nacional, lo estatal, lo patriótico y la ideología comunista asumida instrumentalmente por el Gobierno.
  • Inexistente libertad de asociación, palabra, acceso a los medios de comunicación o residencia dentro y fuera del país, impidiendo la elaboración y flujo de ideas.
  • Paradójico efecto de los movimientos disidentes que no logran popularizarse al querer decir su verdad en un pueblo educado en la intolerancia ideológica.
  • Sublimación de pensamiento racional, cierre frontal al análisis que llevaría por el inequívoco camino de reconocerse impotente y desamparado frente al estado totalitario.
  • Inexistente propiedad privada, en la práctica quien posee la ley, los medios represivos y comunicativos es dueño de todo lo demás. Dolería, pero nadie en Cuba se asombraría ni protestaría si mañana se vuelve a estatizar toda la economía y a prohibir la compra y venta de casas o carros.

Por qué creo están equivocados.

  • La planificación económica central ha fracasado. Se depende de un sostén externo que siempre que falta provoca crisis.
  • Cualquier mejoría económica es eventual, sin un sistema de mercado las mejoras dependerán de circunstancias políticas y no de una distribución racional de recursos, todo avance estará próximo a un retroceso.
  • El Gobierno sin oposición ni escrutinio público no tiene incentivos para hacer más que lo que necesite en cada momento la casta dirigente. Sus necesidades ocasionalmente coinciden con las del pueblo y hay resultados positivos, pero eso es marginal, de aquí que la conducta gubernamental sea inexplicable e imprevisible para los ciudadanos.
  • La necesidad de democracia no es cuestión estética, solo en ella se crean los contrapesos institucionales que garantizan la libertad.
  • En el Castrismo solo sobreviven los acéfalos sin criterio, la verdad es lo que quiera ver la nomenclatura dirigente alimentada por un ejército de complacientes burócratas.
  • Las diferencias clasistas que se expresaban fundamentalmente en diferencias de poder e influencia, se están convirtiendo en diferencias económicas de una clase allegada a figuras políticas o militares que poseen rentables negocios privados en Cuba o invierten capitales de origen “desconocido” en el extranjero.

Es suicida seguir a expensas de los intereses de esa casta, algo profundamente erróneo debe estar pasando en este “socialismo” para que la hija de un general y exministro regente una guardería para la jet set cuya matrícula cuesta 1920 pesos mensuales, mientras la maestra de mi hijo gana 415. Que se vayan es el primer paso aunque sea radical, luego intentaremos organizarnos con todos y para el bien de todos.

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