Plantados, parecía que nadie escuchaba

Por Jorge Luis Lanza Caride

HAVANA TIMES – He decidido iniciar esta impostergable reseña sobre el filme Plantados (2021), del cineasta cubano-colombiano residente en Miami Lilo Vilaplana de una manera inusual, porque en mi larga trayectoria como crítico de cine no he tenido la costumbre de explicar el título de mis textos periodísticos.

Para escribir el guion del filme, excelente por cierto, Lilo se apoyó en el escritor Ángel Santisteban, autor de la antología de cuentos Los hijos que nadie quiso, considerado uno de los más prolíficos escritores cubanos de su generación y una de las voces más críticas al régimen cubano en este momento, exponente de la literatura sobre temática carcelaria en Cuba y heredero del legado en el género de autores como Carlos Montenegro autor del libro Hombre sin mujeres.

La cinta, estrenada en Miami en el 2021, narra las estremecedoras historias de los presos políticos del régimen cubano que a inicios de los sesenta tuvieron la osadía de negarse a usar el uniforme de recluso  y de esa manera exigir sus derechos humanos como presos políticos.

El filme fue protagonizado por los actores Gilberto Reyes, Ricardo Becerra, Frank Egusquiza, Carlos Cruz y Roberto Escobar. Estrenada en el Festival Internacional de Cine de Miami, donde ganó el Premio de la Audiencia.

Incluso su exhibición generó polémicas dentro del exilio cubano ante la inconformidad de muchos miembros de esa comunidad resentidos ante la recepción que tuvo la cinta por parte del Festival de Cine de Miami. 

En un escenario como Miami no me sorprende que recibiera el premio de la popularidad, pero figuras del exilio tenían mayores expectativas en relación con los premios. En lo relativo a su calidad estética hay aspectos cuestionables, actuaciones pésimas y escenas de represión extremadamente exageradas. En cambio, resulta totalmente creíble la secuencia del filme en que uno de sus protagonistas que había sufrido la represión en las cárceles del régimen identifica a uno de sus carceleros en el exilio en la misma ciudad de Miami y lo secuestran para hacer justicia por sus propias manos. En esas escenas finales del filme se encuentran las claves de su mensaje, un dilema latente en la propia isla, donde las tensiones políticas crecen, vencer el resentimiento y reconocer que el verdadero camino para una transición pacífica en Cuba debe ser desde la reconciliación.

En Cuba, el crítico de cine oficialista Rolando Pérez Betancourt dedicó una página entera del periódico Granma a atacar el filme y también a la cinta La ciudad perdida de Andy García.

Resulta inusual que un largometraje producido en EE. UU., captara el interés de un medio oficial, teniendo en cuenta que esta zona de la cultura cubana ha sido ignorada por la política cultural del ICAIC, salvo el reconocimiento de académicos como el crítico de cine Juan Antonio García Borrero, quien ha catalogado estas producciones como una especie de cine cubano sumergido, debido a su difusión clandestina e informal. 

La única ocasión que los medios oficiales mostraron interés cultural por los filmes cubanos de la diáspora fue en el 2006 cuando la revista La Gaceta de Cuba le dedicó un dossier al tema.

Para un régimen totalitario como el cubano esa actitud era vista como un desafío al sistema político cubano y la naciente Revolución, por lo cual recibieron tratos inhumanos y las insospechadas formas de violencia que el filme describe con gran realismo y veracidad histórica, reconocida por varios de los supervivientes de esa tragedia y exiliados políticos Ángel Francisco de Fana, Luis Zúñiga, entre otros que se emocionaron ante su estreno y hasta lloraron por evocar tanto dolor y sufrimiento. Precisamente los verdaderos rostros de esos líderes del exilio aparecen al final de filme cuando los créditos comienzan.

Para lograr impregnarle el realismo necesario a este filme su realizador apeló a una estética visual tenebrosa y asfixiante, coherente con la atmósfera requerida para una cinta de temática carcelaria, discurso visual que se nutre de sus obras anteriores para la televisión, específicamente de narco series como El Capo, de gran aceptación del público latino en aquel momento y de cortos de ficción como La muerte del gato (2014), ésta última circuló de manera clandestina en la isla.

Volviendo a mi idea inicial, Lilo ha tenido el coraje de contar una desgarradora historia que pocos conocían y que había permanecido inédita en el cine de ficción, el único antecedente existente hasta ese momento sobre el tema era el filme La ciudad perdida (2006), debut como cineasta del famoso actor cubanoamericano Andy García con guión de Guillermo Cabrera Infante, al estilo de Casablanca pero en esta ocasión asistimos al drama del exilio cubano, incluyendo las pequeñas historias de las ejecuciones de los prisioneros de la Cabaña que nadie había contado.

Precisamente el antecedente más cercano al filme Plantados es el documental Nadie escuchaba realizadoen 1988por los realizadoresJorge Ulla y Orlando Jiménez Leal,una obra imprescindible que posee el mérito de testimoniar muchas de las situaciones que describe este largometraje de ficción y que muchos desconocían, historias que fueron decisivas para la inspección de que fue objeto la isla por parte de una Comisión de Derechos Humanos de la ONU.

Anterior a la histórica visita de la Comisión de la ONU y la indiferencia de la comunidad internacional sobre la situación de los derechos humanos en la isla se publicaron dos libros que tuvieron gran impacto y han sido una fuente de inspiración para cineastas como Andy García y Vilaplana: Contra toda esperanza: 22 años en el Gulap de las Américas, del ex preso político Armando Valladares y Siete años en Cuba, de Pierre Golendorf, fotógrafo francés que había sido encarcelado en Cuba a inicios de los setenta acusado de ser agente de la CIA y paradójicamente era un prominente intelectual representante de la izquierda europea deslumbrada con la Revolución cubana.

Cuando escribo estas líneas Vilaplana acaba de estrenar su secuela fílmica Plantadas sobre las historias de las presas políticas en Cuba con mayor impacto de público y acertada recepción en las redes sociales. En un contexto como el actual donde permanecen más de mil presos políticos en Cuba el filme no envejece.

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