Periodistas cubanos reclaman ejercer su profesión

Por Pilar Montes

La población quisiera ver reflejada su preocupación y no solo lo dicho por los funcionarios que tienen responsabilidad en estas deficiencias.
La población quisiera ver reflejada su preocupación y no solo lo dicho por los funcionarios que tienen responsabilidad en estas deficiencias.  Foto: Robert Hills

HAVANA TIMES — El más ilustre y fundador del periodismo cubano, José Martí, dijo que “la palabra no es para encubrir la verdad, sino para decirla”. También señaló que “las verdades reales son los hechos y las palabras”. Pero también recordó que estas “están de más cuando no fundan, no esclarecen, no atraen.”

Los periodistas de Santa Clara* y otras regiones del país, y los debates en el reciente Pleno de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC), exigieron cambios en la política informativa y cese de la censura que limita la creatividad y, lo que es peor, la información al pueblo.

La subdirectora del diario oficial Granma, Karina Marrón, alertó en el citado pleno de la UPEC realizado el 28 de junio, que se está formando una tormenta social por el malestar que hay en la población frente a lo que está mal y no solamente por escasez de combustible o alimentos, como señalan medios de prensa foráneos.

Ejemplos de este disgusto abundan en reportajes televisivos y en la sección de Cartas a la Dirección del periódico Granma en su edición de los viernes.

Estos incluyen la situación insostenible del déficit habitacional; calles y aceras que asemejan zonas bombardeadas; el derroche de agua; los consumidores insatisfechos ante las irregularidades en precios y peso de lo que compran en las tiendas; salarios y pensiones que para la gran mayoría de las personas solo alcanzan como dicen muchos, para sobremorir, y se unen a las ataduras que impiden el desarrollo de las fuerzas productivas de este pueblo trabajador.

En los trabajos informativos sobre los servicios públicos, de gas, electricidad y teléfonos, la población quisiera ver reflejada su preocupación y no solo lo dicho por los funcionarios que tienen responsabilidad en estas deficiencias.

Karina Marrón, sub-directora de Granma. (Foto: YAG)
Karina Marrón, subdirectora de Granma. (Foto: YAG)

Haría falta una organización defensora de los consumidores, independiente de las cadenas de tiendas y los ministerios que hacen de “juez y parte”.

Es preciso impulsar el periodismo investigativo para que la población vea que sus denuncias no caen en saco roto y los delitos no quedan impunes, así como saber en qué se gasta el dinero entregado al Estado como tributos e impuestos.

Nada de lo que he mencionado implica un cambio de sistema, pero sí de conciencia de dirigentes que no se sensibilizan con esos problemas, porque no chocan con ellos. En ese sentido, el comunicador debe llamar su atención, exigir medidas que no lleven décadas para que den solución a las dificultades.

La prensa nacional abusa de los reportajes y los comentarios casi siempre edulcorados de la actualidad, falta la noticia, la información precisa que de más de una arista de los problemas. Que los informes sobre cumplimiento de los planes se den con cifras y razones por las cuales se cumplieron o no y quiénes fueron los responsables del éxito o el fracaso, con nombres y apellidos.

De nada sirve la voluntad y oficio de los periodistas si no hay una línea consecuente que estimule el cambio en este sector.

También salió a relucir la no permanencia de los jóvenes en las redacciones y la emigración de estos hacia otros sectores más remunerativos de la economía.
También salió a relucir la no permanencia de los jóvenes en las redacciones y la emigración de estos hacia otros sectores más remunerativos de la economía.

El primer vicepresidente de los Consejos de Estado y de Ministros, Miguel Díaz-Canel, expresó el 8 de enero de 2014 que los organismos del Estado tienen su cuota de responsabilidad en las dudas, incomprensiones y falta de información a la población. Esto último fue reiterado por el presidente Raúl Castro en el reciente VII Congreso del PCC. Sin embargo, no se concreta el alegado objetivo.

La tesis de que “nos estamos dejando robar el escenario, la iniciativa, que el público busca lo interesante por encima de lo importante y es necesario convertir lo importante en interesante, fue expuesta por el periodista Noel Otaño de la TV cubana. En otras palabras, un lenguaje fresco por el que el público se reconozca en sus trabajos.

También salió a relucir la no permanencia de los jóvenes en las redacciones y la emigración de estos hacia otros sectores más remunerativos de la economía.

En el Pleno, los periodistas también llamaron la atención de los dirigentes acerca de la urgencia de estos cambios, tanto en la economía, la constitución y las instituciones, que no pueden esperar a que la actual administración entregue el país a su relevo en 2018.

 

*Carta de periodistas de Santa Clara

Compañeros y compañeras, miembros de la UPEC:

Como periodistas elegimos el derecho a publicar en medios digitales o impresos que no representan ofensas a la dignidad plena del hombre y la mujer, ni significan una amenaza a la soberanía de nuestro país. Hacemos uso del derecho más legítimo de escribir y opinar tanto en medios oficiales como en las plataformas digitales emergentes. Y no existe, como a algunas personas les parece, ninguna contradicción entre nuestro trabajo en los medios oficiales y la colaboración con los medios alternativos y/o privados.

Pero, ¿por qué colaboramos? Las respuestas incluyen numerosos aspectos que combinan el deseo personal y el derecho legítimo con la necesidad económica. Luego de egresar de las universidades comenzamos a trabajar en medios de prensa que si bien se actualizan, no logran superar de una vez sus distorsiones estructurales. Y a pesar de que juicios bastante superficiales culpan a los jóvenes de no cambiar el propio panorama mediático, nosotros no podemos ni podremos mejorar el periodismo cubano mientras las políticas informativas no se liberen definitivamente de sus ataduras a las instituciones y a las fuentes oficiales.

Se asume que el temor, la pereza, el silencio de los periodistas supuestamente autocensurados e incapaces de investigar a profundidad, justifican el estado de nuestra prensa. Pero ese argumento se derrumba por su propio peso.

¿Por qué los medios de la Isla esperaron varios días para referirse a la crisis migratoria provocada por los cubanos varados en Centroamérica, mientras la revista digital OnCuba actualizaba esos acontecimientos a diario? ¿Por qué OnCuba se refirió a las últimas inundaciones de Santa Clara y el periódico Vanguardia no? ¿Por qué OnCuba atendió los falsos rumores sobre la tasa de cambio del CUC mientras Vanguardia no otorgó importancia al suceso? Es cierto que la emisora CMHW atendió esos asuntos desde su móvil, pero un solo periodista y un solo medio no son suficientes para abordar la realidad social cubana.

Aunque el primer vicepresidente cubano Miguel Díaz-Canel Bermúdez, consciente de la función del periodismo en la actualidad cubana, aseguró hace poco que los medios “ya no tienen que aguardar por orientaciones de arriba”, la censura está lejos de desaparecer. La censura existe y ata el ejercicio del periodismo revolucionario. Como una hidra de mil cabezas, la censura afecta especialmente las palabras, las ideas y los matices de los textos. No hace falta vetar la publicación de un comentario periodístico si se altera su sentido mediante numerosas estrategias discursivas.

Para censurarnos los jefes de los medios de prensa arguyen que las ideas expresadas en nuestros trabajos “no convienen a los intereses del país en los momentos actuales”, o que nuestros reportajes y comentarios resultan “demasiado críticos”, o que late en alguna parte de nuestros textos el doble sentido. Según nuestros superiores un reportaje “incómodo” puede carecer de fuentes oficiales que apunten al esfuerzo y la voluntad del Estado para resolver las dificultades del pueblo. O puede que, por defecto, solo esboce la versión negativa de un asunto. En estos casos, editores y directivos conminan a “suavizar” las ideas, en bien de “los pobres receptores” incapaces de comprender los fenómenos sociales.

Si hoy padecemos un discurso hipercrítico sobre Cuba tendremos que reconocer que el propio país ha labrado ese destino. Tantas décadas y tantos medios acríticos dedicados a presentar visiones triunfalistas de los hechos, han provocado una avalancha hipercrítica sobre Cuba. Y nosotros, en cualquiera que sea el caso, no somos los responsables.

En un panorama mediático sin precedentes, particularmente OnCuba ha llamado la atención por sus niveles de audiencia. Si se considera que esta publicación digital tiene fines opuestos a nuestra soberanía, nos gustaría saber por qué tantas empresas e instituciones revolucionarias como Gaviota Tours, BioCubaFarma, Gran Caribe, CubaRon, HavanaTour, TecnoAzúcar, la Bienal de Diseño, Habanos, Habaguanex, Cubatur, Islazul, Havana Club y Mintur, entre otras, presentan publicidad en OnCuba. Si OnCuba es una página contrarrevolucionaria nos gustaría saber por qué numerosas personalidades afiliadas a la UPEC, la UNEAC, la AHS, la ANEC y hasta al PCC escriben para OnCuba. ¿Por qué los escritores e intelectuales Marilyn Bobes, Laidi Fernández de Juan y Arturo Arango, los periodistas Yuris Nórido y Reinaldo Cedeño, el meteorólogo José Rubiera y el economista Juan Triana Cordoví, entre otras personalidades, escriben para OnCuba? Pero sobre todo, si OnCuba es una página contrarrevolucionaria nos gustaría conocer hoy, aquí, ¿por qué ese medio alcanzó estatus legal en Cuba y por qué pertenece al Centro Internacional de Prensa de La Habana? Solo después de responder convincentemente estas preguntas se podría pretender que no colaboremos con OnCuba.

Por otro lado, pero sin asumir que se trata de un motivo menos importante, también colaboramos porque nuestra posición en la tristemente célebre pirámide invertida nos impulsa a hacerlo, sin descontar que también escribimos porque se trata de nuestro más legítimo deseo. Y nadie nos usa ni se vale de nuestra supuesta ingenuidad. Escribimos lo que queremos e intentamos emplear todas las herramientas periodísticas aprehendidas en nuestras universidades. Nadie altera nuestros textos ni negociamos nuestras posturas revolucionarias. Ahora más que nunca somos y debemos ser totalmente responsables de nuestra opinión.

¿Cuántas veces en cuántos plenos y congresos colegas nuestros han alertado sobre la necesidad de revertir el alcance limitadísimo del ingreso de los periodistas? Pero el aumento salarial, tanto como la Ley de Prensa y el reordenamiento de los medios de comunicación, ha tardado demasiado. Mientras aprobamos la llevada y traída ley, mientras se estudie y no se ejecute el aumento salarial, pero sobre todo, mientras las políticas informativas aten el ejercicio del periodismo, nosotros colaboraremos. Y con eso no hacemos ni queremos hacer daño a la Revolución. Todo lo contrario: queremos construir una Cuba diversa, muy lejos del discurso gris y chato. Y debiera asumirse como una ventaja y no como un peligro que seamos nosotros mismos —jóvenes periodistas formados en las universidades cubanas— los colaboradores de esos medios.

Sin embargo, nuestra labor ha desatado sobre nosotros una cacería de brujas preventiva. No tenemos tapujos para decir aquí hoy que fuerzas extraperiodísticas nos investigan en los centros de trabajo y en los CDR; nos siguen paso a paso y nos llaman a contar por la publicación de comentarios o trabajos polémicos. Nosotros no somos un peligro para la seguridad del Estado cubano y eso debería estar claro.

Puede que no sea en unos medios y sea en otros. Pero si los periodistas no podemos desembarazarnos de una relación nociva con las fuentes e instituciones, aun cuando estas sean criticables, hallaremos un canal para nuestras opiniones. Y ninguna ley, disposición, decreto, convenio laboral o instrumento jurídico prohíbe la colaboración con los medios no oficiales. ¿Cómo se detendrá el ejercicio de la opinión en las plataformas actuales o en las venideras? Creemos que no se puede ni se debe detener el libre y responsable ejercicio de la opinión. Por el momento nosotros colaboramos y seguiremos colaborando con responsabilidad y espíritu revolucionario. Y ese hecho no debiera ser problemático ni motivo de acusaciones furibundas, como ha sucedido hasta hoy.

Comité de Base de la UJC
Periódico Vanguardia, Santa Clara

6 thoughts on “Periodistas cubanos reclaman ejercer su profesión

  • la parte que mas me gusta de la carta es esta: Y ninguna ley, disposición, decreto, convenio laboral o instrumento jurídico prohíbe la colaboración con los medios no oficiales.

    que buena idea le acaban de dar a los imebcilologos del PCC, dentro de unos días ya tendrán ley, disposición, decreto, convenio laboral e instrumento jurídico que prohíba la colaboración con los medios no oficiales…

    pobres muchachos, dentro de poco se van a reunir con ellos, no sin antes saberle vida y obra a cada uno y les van a decir que muy bien echo, que muy valiente y que la revolución está con ellos y los exhorta a colaborar con los medios alternativos siempre y cuando sea bajo las doctrinas y directrices del PCC, UJC, FMC, CTC, MTT, TTT, TATA, TUTU y ♪♫TAN TA TA TAN TAN, TAN TAN ♪♫

    les van a dar la vuelta, los van a ir diseminando, moviendolos de centros de trabajo, dándoles tareas aquí y allá de tal manera que se disperse el foco de rebelión, los irán presionando en sus puntos débiles y al final se sacarán al mas recalcitrante de ellos como el autor intelectual pagado desde el imperio con dinero de la mafia de Miami, el resto de distancia y ya está, una victoria más para la revolución… y luego serán base material de estudio en la carrera de periodismo para que sepan desde antes que es lo que ni por sus mentes les puede pasar, que es decir públicamente lo que piensan.

  • Ojalá fuese la mayoría que los tuviesen así de descifrados.

  • Les pisaron el cayo, perdon el bolsillo de las colaboraciones en CUC con las publicaciones extranjeras a los propagandistas de PCC. No se puede ser periodista y propagandista al mismo tiempo en una dictadura, acaben de entenderlo.

  • yo,envidioso,rencoroso,fracasado,vengativo que soy,me allegro mucho de estas “inyecciones de gusaneria” a las jovenes generaciones de “hombres como el Che” ,pues no hay nada mejor que una leccion practica,pues : quienes se acuerdan de los miles de periodistas (en este caso ) represaliados,expulsados,muertos de tristezas y fracasos en tierras extranas solo por querer decir lo que querian y debian ???!!!Solo por querer preserver los derechos y libertades a los cubanos ?? Asi se sentian,muchachitos,ellos tambien eran personas !!!

  • Acaso no han leido las Palabras del Iluminado a los Intelectuales ?????Donde piensan ellos que estan ???Ellos no oyen a Radio Marti ??? Para ser periodista no se puede ser credulo ni lento !!!

  • Valientes los jóvenes.Lo lamentable es que de manera cíclica cada nueva generación vuelve a plantear los mismos problemas de hace 30 años y no pasa más que la represión a sus demandas.Como decía la subdirectora del Granma, cada pleno de la UPEC repite las mismas demandas desoídas por el gobierno año tras año. Lo mismo pasa con la ANAP,con los plenos de la UNEAC, de la CTC, de los CDRs.Todas esas organizaciones son poleas de control político de la población pero no resuelven ninguna demanda ciudadana. Están presentes para cumplir las tareas que le asigna el gobierno y por eso mismo no tienen nada de sociedad civil.
    La diferencia es que ahora con Internet y a pesar del acceso miserable y caro, las demandas se filtran al menos hacía afuera y quizás en los pocos conectados a banda ancha, cuando antes quedaban en el más absoluto silencio.

Comentarios cerrados.