¿Oponerse a la nueva Constitución cubana es un acto de rebeldía?

¿O una manifestación cívica justificada?

Por Osmel Ramírez Álvarez

HAVANA TIMES – En numerosas ocasiones he dejado claro que mi voto en el referendo del 24 de febrero será por el NO. Incluso soy muy activo en Facebook en debates sobre la factibilidad del NO frente a la opción de No votar. Muy difícil es el intercambio con los opositores radicales, tanto como con los comunistas sinceros.

Pero ¿acaso somos guerreros sin causa?; ¿queremos el NO por maldad, por ir contra la corriente o por el simple placer de contradecir? Son preguntas importantes y procuraré responderlas brevemente con los siguientes puntos.

Reconozco la necesidad de una nueva Constitución para el país, pero debe ser una que resuelva los problemas nacionales. Y esta que proponen no tiene la más mínima posibilidad de lograrlo, es para la continuidad. Y no queremos seguir con los mismos problemas.

La propuesta constitucional no reconoce los derechos políticos de los que no somos comunistas, al establecer que solo puede haber un partido político, el comunista y lo sitúa por encima del Gobierno y del Estado. ¿Acaso todos los cubanos somos comunistas? Es evidente que no. Incluso considero que son una minoría política empoderada, igual que los blancos lo hicieron en el Gobierno del Apartheid sudafricano. Los “no comunistas” estamos sufriendo un apartheid político en Cuba.

Los derechos fundamentales están mencionados en el texto constitucional, pero no pueden ser efectivos si no hay un auténtico estado de derecho con separación de poderes. Lo cual queda anulado con el propio artículo 5, con el empoderamiento superior del Partido Comunista y el modelo antidemocrático de elección indirecta manipulada.

El Ministerio del Interior (Minint) tiene prerrogativas sobre los derechos fundamentales de los ciudadanos, que no se mencionan en la Constitución y deben estar “legalizadas” por esos dejamientos a la ley posterior. Que en estos casos no es la ley la que se subordina al texto constitucional, sino una extensión abierta de este. Y la ley se dicta en Cuba por decreto, cosa muy fácil para el Gobierno y jamás se ha votado una sola en contra.

   Llámese detención arbitraria hasta por 7 días; sin abogado desde el primer minuto; sometido a torturas sicológicas por aislamiento y en condiciones infrahumanas. Sin mencionar que luego de los 7 días no cambian las circunstancias, solo empeoran. Y la aplicación desproporcionada de “desacato a la autoridad” y “atentado a la autoridad”, como vía expedita de escarmiento, con penas excesivamente elevadas para el supuesto delito en el Código Penal. Regulación arbitraria de la libertad de circulación, al exterior principalmente, sin proceso legal. Y la imposibilidad de acusar a los agentes del Minint, pues se subordinan a la justicia militar. Solo el derecho a una queja ante el propio Minint.

La ciudadanía efectiva, que podría entenderse como positiva en un estado de derecho, en las condiciones reales de Cuba es un arma poderosa para mantener la neutralidad política de los cubanos de la diáspora, a cambio de poder visitar su propio país y sus familiares. Mientras estén en Cuba la ciudadanía extranjera no los protege y tienen los mismos derechos o ausencia de derechos que los cubanos de la Isla.

La economía seguirá igual. No hay progreso posible si mantienen los mismos obstáculos que nos tienen en la miseria. Aunque se mencionan otros tipos de propiedad, se deja claro que la primacía o monopolio lo seguirá teniendo la empresa estatal socialista, que es la causante del fracaso económico por 60 años. Y el mercado se reconoce, pero sigue siendo la planificación la que tiene la voz cantante, esa que ha servido de camisa de fuerza a las fuerzas productivas cubanas. Claro enfoque continuista, de combatir la riqueza en vez de la pobreza.

Por último, el sistema político en general no es ni democrático ni representativo. El Parlamento seguirá siendo un auditorio formal que se reunirá 6 días al año para aprobar por unanimidad las leyes y decisiones que dicte un grupo de líderes superiores. Que serán diputados por nombramiento, pero nada que ver siquiera con el 50% que sale de la elección popular directa. Y los cubanos del exterior ni podrán votar ni ser elegidos, tal vez solo opinar como se estrenó ahora con el referendo constitucional.

Si esta Constitución resolviera, al menos, uno solo de los problemas nacionales, tal vez votaría SÍ. Especialmente si fuera el rescate de los derechos fundamentales, como la libertad de expresión o política. Pero ni uno solo se resuelve y no por gusto el pueblo ha reaccionado al debate del texto emigrando más, porque no queda duda de que es lo mismo con lo mismo.

Por eso VOTO NO. Quiero una Cuba mejor, no la misma Cuba que niega el espacio vital a los cubanos, por seguir aferrada a dogmas disfuncionales y desfasados con nuestra realidad. Quiero que nuestro pueblo no tenga que seguir emigrando para tener una vida digna. Oponerse no es un capricho, ni un simple gesto de rebeldía con el sistema, es un acto legítimo y necesario de responsabilidad cívica.

 

Osmel Ramirez

Soy de Mayarí, un pueblecito de Holguín. Nací el mismo día en que finalizó la guerra de Viet Nam, el 30 de abril de 1975. Un buen augurio, ya que me identifico como pacifista. Soy biólogo pero me apasionan la política, la historia y la filosofía política. Escribiendo sobre estos temas me inicié en las letras y llegué al periodismo, precisamente aquí en Havana Times. Me considero un socialista demócrata y mi única motivación comunicacional es tratar de ser útil al cambio positivo que Cuba necesita.

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3 thoughts on “¿Oponerse a la nueva Constitución cubana es un acto de rebeldía?

  • // Es que… votar NO no resuelve esos problemas y serias deficiencias que listas //

    Pero es perfectamente posible desarrollar y establecer una buena y legítima Constitución, HECHA POR TODOS los que quieran y sepan participar. Ese referendo del PCC no es importante.

    Gran Foro Legislativo Nacional Cubano
    GranFLNC.net

  • Por supuesto que no resuelve los problemas. Pero es un primer paso de responsabilidad ciudadana. No votar sería peor, sería la invisibilización ciudadana. No cuenta.

  • Ahora mismo estoy en la WiFi y escucho a los jóvenes hablando solo de emigrar. Y cuando les preguntas si votarán si o no, dicen que “para qué, da lo mismo”. Incivismo inoculado.

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