Obama, el Tampa Bay y los Rolling Stones: ¡a conocer Cuba!

Osmel Ramírez Alvarez   (Fotos: Esteban Manuel Gómez Becerra)

HAVANA TIMES — Marzo está premiado para Cuba si de visitas inusitadas se trata. Es normal ver llegar jefes de estado, ministros y funcionarios de alto nivel de países e instituciones tradicionalmente amistosos.

Pero un presidente estadounidense después de nueve décadas, un equipo de las Grandes Ligas de béisbol, nada más y nada menos que de la Florida, y un grupo de rock del nivel de los Rolling Stones, con toda la polémica vinculada a su prohibición en Cuba, ya es otra cosa.

Son episodios fuera de lo común, fruto de una nueva época en la que se está produciendo la reinserción de Cuba en el mundo. El socialismo radical o comunismo no logró remover nuestro sustrato cultural occidental, del que somos parte. Tanto adoctrinamiento, lavado de cerebro e implantación de una moral y cultura diametralmente opuesta a la nuestra, hizo mucho daño, pero no nos cambió en lo básico.

Se fingía ser ateo al estilo marxista, pero en silencio se le imploraba a Dios; se denigraba en público a un negociante, pero en privado y susurrando se le compraba cualquier bisutería; se acataba frente a los factores revolucionarios cualquier prohibición por motivos “ideológicos”, pero en el baño, a solas, se tarareaban las canciones más polémicas.

Es el resultado de imponer las cosas. Peor aún, de imponer cosas aberrantes, antinaturales y ajenas. De tronchar la libertad y hacerlo en nombre de la propia libertad. Supongo que para los dictadores norcoreanos sea más sencillo, por la tradición despótica impregnada en su cultura. Pero aquí en Cuba, en occidente, la cosa es más compleja.

Los miles de jóvenes, y hasta los menos jóvenes, que disfrutarán del concierto de los R.S. ignorarán por completo la polémica historia del pasado extremista.

Este mismo cubano que les escribe no se apena de confesar que desconoce los detalles y solo ha escuchado este o aquel comentario fugaz sobre el tema, pero nada en concreto. Claro que suficientes como para creerlos. Nací en el 75 y el poder mediático hegemónico no me deja aún visitar esos oscuros rincones de nuestra historia reciente.

El Tampa Bay en La Habana será sensacional. Muchos amamos la pelota y soñamos con elevar el nivel de nuestra serie o crear una serie profesional que brinde un espectáculo de calidad, al nivel de muchos de nuestros peloteros.

El profesionalismo siempre ha sido criticado y despreciado en la Cuba revolucionaria. Nos asustan desde hace décadas con la comercialización del deporte. Sin embargo, las mismas personas que lo hacen lanzan bombos y platillos si nos visita un equipo de las Grandes Ligas como los Rayas de la Bahía de Tampa o como los Orioles de Baltimore en los 90. Luce un tanto hipócrita ¿verdad?

Obama, el presidente valiente que se atrevió a ponerle el cascabel al gato, vendrá el 21. El 22 se ha anunciado el juego de pelota entre el Tampa y una selección cubana, y allí estará Obama. Será un evento muy simbólico. Y el 25 los R.S. serán los dueños de la escena.

El béisbol es algo que nos une, que tenemos en común. Es pasión a ambos lados del estrecho de la Florida y representa mucho que Raúl y Obama, juntos, formen parte de la afición en el estadio Latinoamericano del Cerro habanero.

Tan relevante es el acontecimiento que las obras de restauración que llevaban meses en ejecución o tal vez años, se terminarán en pocos días. Ya Obama nos está ayudando, porque ni en diciembre se hubieran finalizado. Aquí solo se trabaja bien y rápido cuando se impulsa la obra por algo político.

Gran molestia trasmiten los medios cubanos, que no reflejan el sentir popular, sino oficial, por los anunciados contactos de Kerry y Obama con miembros de la disidencia y la sociedad civil, paralelos a los encuentros oficiales. Lo ven como una intromisión en los asuntos internos.

En analogía me hacen pensar en la posición similar que adoptan los hombres que maltratan a su familia, cuando la Policía o algún amigo quieren indagar o mediar. Los tildan de intrusos y proclaman el derecho a que se respeten “los asuntos de familia”. Simple mecanismo de defensa para preservar el crimen.

Pero es normal para los dirigentes cubanos cuando visitan otros países donde gobierna la derecha, reunirse con los partidos de izquierda y los movimientos sociales que le son afines. Nadie se siente ofendido por ello. Una gran paradoja en verdad, como casi todo en este sistema disfuncional.

Bienvenidos Obama, el Tampa Bay y los Rolling Stones. Nuestro pueblo lee en revistas viejas como las principales figuras de todos los ámbitos hacían escala obligada en Cuba. Construyendo el paraíso terrenal que nos prometieron nos perdimos cinco décadas. Pero queremos reinsertarnos ya mismo y jugar nuestro role en el área y en el mundo.

Que venga Obama y tire la primera pelota; que el Tampa Bay mida fuerzas con nuestros talentosos peloteros; que los R.S. den su más estelar concierto. Son buenos indicios, sin duda, de que nuestro camino se está enderezando poco a poco. ¡Alea jacta est!

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