No debemos esperar que una vacuna nos rescate

Foto: Juan Suárez

Por Bryan Ch. Campbell Romero*

HAVANA TIMES – Desde finales de marzo del 2020, Cuba se encuentra bajo un estricto estado de confinamiento para detener la propagación de la Covid-19. Ante la aparición repentina del nuevo coronavirus, fue necesario implementar medidas de aislamiento social. Estas estaban destinadas a cortar las cadenas de transmisión y así mantener la disponibilidad del Sistema de Salud y ganar tiempo para desarrollar nuevos protocolos de tratamiento y candidatos vacunales.

Luego de seis meses con cuarentenas interminables, la sabiduría convencional ha establecido que solo a través de una vacuna se podrá recuperar un mínimo de normalidad en la vida de los cubanos. El resultado de ese enfoque ha sido un plan de reapertura en tres fases, basado en la premisa de que Cuba podría evitar que la Covid-19 se convirtiera en una enfermedad endémica.

Mientras algunas provincias lograron cierto éxito en la contención de la enfermedad, La Habana con su complejidad demográfica se mantiene con una situación epidemiológica poco estable. El mes de septiembre trajo para los habaneros una nueva cuarentena con toque de queda incluido, medidas aún más restrictivas y multas exorbitantes para quienes las incumplan.

Sin embargo, cada mañana los reportes de casos siguen siendo preocupantes y las proyecciones de modelos matemáticos identifican momentos de pico en el futuro cercano. Mientras tanto, el impacto del confinamiento sobre las vidas de los cubanos y sobre lo que queda de la economía del país se profundiza.

Ante esta realidad, es necesario actuar de manera inteligente y selectiva a la hora de aplicar políticas públicas. No es sensato que el país se prolongue en una situación que mantenga un número tan elevado de personas sin trabajo. Tampoco se debe soñar con la intervención del Estado y la recuperación del turismo para levantar la economía una vez que todo termine. Es necesario comenzar un proceso de educación y diálogo honesto entre todos sobre lo que es posible.

La posibilidad de una vacuna no es tan segura como muchos piensan. Se necesita una con un alto nivel de eficiencia y con una duración prolongada de protección. Sin embargo, la logística de desarrollo, pruebas, fabricación y distribución es extremadamente complicada, especialmente cuando enfrentamos una pandemia global. El caótico ejemplo de la distribución de la vacuna contra el H1N1, hace unos años, ayuda a entender la dificultad de este proceso para un virus respiratorio.

Conociendo todo esto ¿acaso no sería correcto prepararnos para la inevitable realidad de convivir al menos 12 meses más con la circulación constante de este nuevo coronavirus? ¿Los cubanos deben seguir invirtiendo tiempo en toques de queda, pagos de multa y aislamiento indefinido? ¿Es momento para preparar esa nueva normalidad que tanto se ansía?

Una nueva normalidad implicaría una dosis alta de civismo y eficiencia. Una tarea difícil, conociendo la realidad de la sociedad cubana. Eso no quiere decir regresar a la vida precoronavirus, al contrario. La nueva normalidad debe darnos un sentido renovado de la importancia de construir algo nuevo.

Se necesitan políticas públicas selectivas y realistas que reemplacen las cuarentenas interminables y respondan a las realidades diversas del país. ¿Aquellos que viven en situaciones de viviendas complejas, dígase pasillos, solares etc., pueden practicar distanciamiento social? ¿Los que carecen de agua potable, pueden mantener condiciones sanitarias para evitar el contagio? ¿Se podrían desencadenar las fuerzas productivas y permitir que los cubanos alcancen cierta solvencia económica bajo esas condiciones? ¿Solo una vacuna permitirá la reapertura de la frontera y el restablecimiento de vuelos comerciales?

Foto: Juan Suárez

¿Qué opciones existen para aquellos que no han podido practicar su fe de manera social desde hace más de seis meses? ¿Alguien duda que, para la gran mayoría de estudiantes de la educación básica, el curso escolar ya está perdido? ¿Qué soluciones se brindan para aquellos que necesitan atención médica, pero las consultas externas y ciertos procedimientos no están disponible hasta la fase uno de reapertura o incluso hasta la fase tres? ¿Deben esperar a situaciones de emergencia para atender problemas de salud que no estén relacionados con la Covid-19?

Hablo desde la perspectiva de una persona joven, relativamente sano y sin condiciones preexistentes que afecten mi sistema inmune. Entiendo bien que esa no es la realidad para muchas personas: jóvenes y ancianos.

 Por esa misma razón, mantengo que se debe gobernar de manera selectiva. Mantener cerrada la capital de la nación de esta manera afecta significativamente a aquellos que más necesitan atención médica, a los que dependen de la seguridad social o subsidios estatales. Si no se generan recursos, no queda nada para distribuir y ayudar a aquellos que más lo necesiten.

Es necesario desarrollar un plan claro a mediano plazo de convivencia razonable con la circulación activa de la Covid-19. Las personas seguirán saliendo a las calles e intentarán trabajar, aunque sea de manera informal, porque no se les puede pedir que escojan entre enfermar de Covid-19 y pasar hambre. Es una decisión imposible. Debemos pensar en estas y otras preguntas cuando enfrentemos el comienzo de octubre con la interrogante de extender la cuarentena sobre La Habana.

*Bryan Ch. Campbell Romero es licenciado en Filosofía por la Universidad de la Habana. Actualmente colabora con diversas publicaciones enfocándose en asuntos de América Latina y el Caribe.

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2 thoughts on “No debemos esperar que una vacuna nos rescate

  • Con una mirada autocrítica, un empleo del lenguaje asequible Para el pueblo cubano, Bryan Campbell ha expuestos puntos claves en la sociedad habanera. Sin caer en culpas, o posturas que se hacen fácil para el gobierno cubano atacar, se cuestiona como será su vida y la de su familia. Ojalá y su voz se escuche, totalmente de acuerdo contigo.

  • Esa misma opinión la di dos meses atrás y me dijeron desde terrorista hasta ignorante. La realidad se impone.

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