Nicaragua: Una mentira que jamás será verdad

Ortega y Murillo saben que su comportamiento es patético. Han validado como nadie el desafío de abril. El grito de miles demandando “que se vayan”.
Por Gioconda Belli (Confidencial)
HAVANA TIMES – Decía T.S. Eliot en su poema Tierra Baldía, que abril era el mes más cruel. Lo decía por todo lo contrario de lo que se piensa en los países donde abril cae en la estación más seca, la de las quemas y las tardes ardientes. Eliot se refería a la crueldad de estar triste cuando llega la primavera y la naturaleza explota con su verdor y sus flores.
En Nicaragua, desde 2018, abril es el mes más cruel. Un mes teñido de rojo por la sangre de los trescientos y más nicaragüenses en la guerra que empezó la dictadura Ortega-Murillo contra un pueblo que se tomó la libertad para protestar. Si la protesta empezó por una ley que afectaba la pensión de jubilación de los abuelos, ésta se generalizó y se tornó en una confrontación desigual cuando la gente se rebeló por la represión salvaje de que fue objeto.
Revivió la memoria colectiva del pasado somocista: los policías, los grupos de choque armados de palos y apoyados por antimotines golpeando a mansalva a los jóvenes, llevó a más personas a la zona. Para defenderse, los estudiantes y pobladores se refugiaron en las universidades del sector: la UCA, la UNAN, la UNI, y la UPOLI. El 19 de abril hubo tres muertos y 48 heridos. “Vamos con todo” había anunciado Rosario Murillo. Y así sucedió. De abril a julio más de 300 personas fueron asesinadas en Nicaragua, víctimas de la declaración de guerra de un gobierno ajeno la realidad, que había cambiado las reglas del juego con que fue elegido, para perpetuarse en el poder. La rebelión ciudadana fue también la primavera de abril.
Ni la cristiana y solidaria Rosario Murillo, ni su marido que la nombró este año “copresidenta”, para premiarle por salvarle el poder con sus mentiras y acciones represivas, aceptaron jamás su responsabilidad de convertir una protesta en una masacre. A pesar de que, desde 2007, tenían excelentes relaciones con los Estados Unidos, la pareja se sacó de la manga el antimperialismo justo de los años 80, para que la gente sobrepusiera ese discurso a la realidad de lo que había visto.
Durante siete años, en una campaña feroz para tapar la verdad, no han cesado de repetir la mentira de que fueron víctimas de un golpe de estado. Son conscientes de que es una mentira tan grande, una manipulación tan burda, que no han cesado día tras día, año tras año, en repetirla. No se han detenido hasta cerrar todos los medios de comunicación que demostraban lo contrario, o en sacar del país a quienes conocían la verdad.
En comunicación, se dice que “una mentira repetida suficientes veces se convierte en verdad” A eso han apostado.
¿Qué barbaridades no han hecho para tapar la miseria de su realidad inventada? Prohibir, confiscar, desnacionalizar, encerrar en prisión a todos los posibles candidatos electorales, ¿alguno de los cuales de seguro habría sido electo en noviembre de 2021? Más recientemente, cambiar la Constitución para asegurar el poder de Madame Murillo si Ortega se muere.
Daniel Ortega y Rosario Murillo deben de saber que su comportamiento es patético. Que ellos han validado como nadie la importancia del desafío de abril de 2018, que los hemos forzado a que no cesen de oír el grito de la gente repetido por miles pidiéndoles “que se vayan” Que nosotros que no teníamos armas, sí pudimos vencerlos moral y éticamente.
Es patético verlos finalizar abril 2025, con un acto donde pronuncian un discurso que enaltece la paz. Lo dicen mientras bloques de personas convocados por ellos, por el miedo que le tienen a su propia gente, exhiben formados en una plaza su preparación para la guerra. La pareja lo sabe: lo único que les queda para seguir en el poder es la amenaza: un ejército de paramilitares con la cara cubierta. La represión de fuerzas armadas contra la libertad.
Rosario Murillo y Ortega se han convertido en caricaturas de sí mismos. Aislados, febriles, frenéticos, invocan a un Dios producto de su invención. Ella incluso se ha llegado a creer inmortal cuando jura que los ausentes de los que reniega jamás volverán. Puede estar segura de que sí volverán. Pasarán por su tumba para recordarle que no tiene, ni tuvo nunca el poder de negarle la Patria a quienes la hemos amado.