Negocios privados en Cuba: el cuento del afloja y aprieta

Belleza y decadencia. Foto: Nan Black

HAVANA TIMES – Es recurrente el tema en estos tiempos, porque resulta que el Gobierno cubano juega al gato y al ratón aparentemente con las Medianas y Pequeñas Empresas (MiPyMes).

Por estos días se anunció que próximamente 16 municipios del país potenciarán de manea experimental nuevas MiPyMes, lo cual se ve como una apertura al empresariado local, pero visto lo visto en ejemplos previos (en estas mismas páginas abordamos los sucesos de la tienda China Import), no todo es color de rosa.

Según explicó un funcionario en el Noticiero Nacional de Televisión, la orientación es que no existan más revendedores, sino empresas que realmente produzcan desde Cuba, en lugar de adquirir productos baratos en Estados Unidos para revenderlos.

La escasez de alimentos, combustible, agua y electricidad en la nación impide que se elimine lo anterior, pero lo ideal es que con la misma infraestructura existente, modernizándola evidentemente, se garanticen los servicios elementales.

No sé qué hay que experimentar, porque ya en este mundo todo está inventado y aquí mismo se ha visto que cuando hay un dueño con nombre y apellidos las cosas funcionan mejor, incluso en un mercado tan depauperado donde hay que acudir a la ilegalidad prácticamente para todo.

Por ejemplo, fuentes oficiales confirmaron que más de 600 000 personas (más de 1 de cada 20 en la isla) sufren problemas con el suministro de agua, de acuerdo a los dirigentes por falta de combustible, pero se trata de un sector estratégico y la mentalidad estatal se niega a entregar su manejo a los privados.

En La Habana pululan las calles con fugas de agua, que pueden estar meses vertiendo el preciado líquido antes de que la empresa estatal capitalina llegue para controlar el daño. Para cuando se tapa ese salidero, millones de litros de agua se perdieron, y eso hay que multiplicarlo municipio por municipio en todo el país.

También escasean las piezas de repuesto para la infraestructura hídrica obsoleta, como tuberías y bombas, y sin combustible también son insuficientes los camiones cisterna para resolver el problema.

Lo mismo pasa con la canasta básica, una “conquista” cada vez más depauperada, y que se resintió esta semana cuando se informó que desde este lunes el peso del pan racionado que se vende a la población por “la libreta” será de 60 gramos en lugar de los 80 habituales.

Se le rebajarán 15 centavos a su precio habitual de un peso, pero la mala calidad debe ser la misma (la nota oficial dice lo contrario), y la escasez de harina seguirá tensando a las empresas productoras.

Datos oficiales indican que la Isla requiere diariamente unas 700 toneladas métricas de harina –en su mayoría importada–, lo que da unas 21 000 toneladas mensuales, pero la pregunta es cómo los privados sí pueden ofrecer pan de calidad, con esa misma infraestructura y esa misma materia prima.

Existen varios puntos de venta especializados donde se pueden adquirir croissants y baguettes, pero lo que llega a la bodega es una masa medio cruda que solo se puede digerir acabada de hacer.

De acuerdo con las autoridades, la harina y otras materias primas empleadas por la Cadena Pan Cubana (estatal) no son “comparables con el volumen de harina que importan los productores privados que, solo en el primer semestre del año, trajeron solo una pequeña parte de lo que requiere la Industria Alimentaria para garantizar ese servicio”.

El sujeto líder en materia de quejas de la población por décadas reforzará entonces esta posición, aunque las MiPyMes tengan la solución a mano, mucho más caro, pero al menos accesible para quien lo pueda pagar. Es la muestra de otro rubro que el Estado se resiste a entregar a empresarios privados, aunque se vea sobrepasado por la tarea.

Sin embargo, por otro lado no se entiende mucho la flexibilización de las restricciones a las importaciones de automóviles de lujo procedentes de Japón, Corea del Sur, China y Estados Unidos.

En una nación donde es común ver rodar automóviles de los años 50 del pasado siglo y Ladas de la era soviética, son cada vez más frecuentes los Mercedes, Teslas y 4×4 de última generación. Tienen impuestos y aranceles aduaneros exorbitantes, pero algunas empresas privadas, o particulares con beneficios sospechosos, lograr adquirir esos lujosos vehículos extranjeros, mucho más acordes con las metas medioambientales de la actualidad.

Para que se tenga una idea, en el primer trimestre de este año ascendió a más de 20 millones de dólares las compras de autos solamente en Estados Unidos, importados por MiPyMes, y ya eso era el doble de todo lo adquirido en 2023, según estadísticas del Consejo Económico y Comercial EE.UU.-Cuba.

Los precios de los que vende el Estado siguen siendo descomunales, y estos son un poco menos caros, pero igual de inalcanzables para la gran mayoría de los cubanos que no solo no pueden darse el lujo de comprar uno, sino que invierten horas en una parada esperando por los transportes estatales o pagan a boteros particulares precios excesivos por tramos en la capital, o por desplazamientos más largos en el resto de Cuba.

La inercia lleva a culpar al endurecimiento de las sanciones estadounidenses, pero no se pone el dedo en la llaga sobre la burocracia, la mala gestión y la corrupción que predominan en la gestión estatal, lo que provoca el éxodo récord de migrantes cubanos en los últimos dos años.

Con las MiPyMes es el clásico afloja y aprieta, porque son el mal necesario para mantener a flote la economía nacional dada la incapacidad del sector estatal, pero cuando se le antoja a alguien pueden ser cerradas intempestivamente, y el inversor, ya sea cubano o extranjero, pierde su tiempo y su dinero, y el Gobierno su prestigio y su seriedad.

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