Ministros, cinismo y burlas
Por Javier Herrera
HAVANA TIMES – En cualquier país normal, digo normal porque en la distopia llamada Cuba nada funciona como en el resto del mundo, los ministros y demás miembros del gobierno tienen la obligación de rendir cuentas ante el pueblo por su gestión, sobre todo cuando las cosas van mal. En Cuba los gobernantes jamás rinden cuentas y cuando aparecen en televisión es para justificar con mentiras todos y cada uno de los fracasos de su gestión, mentiras que muchas veces son un insulto a la inteligencia cuando no una burla descarada.
El pasado miércoles 27 de septiembre el viceprimer ministro y titular de Economía y Planificación de Cuba, Alejandro Gil Fernández, se personó en el programa televisivo La Mesa Redonda para dar el anuncio a los cubanos de que a pesar de la profunda crisis económica que padece el pueblo cubano, esta se iba a profundizar en los próximos meses.
Al titular de economía lo acompañaba el ministro de Energía y Minas, Vicente de la O Levy, quien en escueta alocución anunciaba una nueva ola de apagones cuando decía que se intensificarán los apagones en octubre por déficit de combustible.
Luego de explicar la dura situación que se avecina Alejandro Gil concluyó:
“Hay afectación, hay impacto, sabemos que es dura la vida, que es complicado encontrar los alimentos del día a día, que es complicado a veces un apagón de ocho y diez horas, que es complicado el tema del transporte, lo sabemos. Pero confianza, que la única salida es la revolución y el socialismo, y para eso trabajamos todos.”.
Apenas cinco días más tarde el primer ministro, Manuel Marrero Cruz, contradice la narrativa triunfalista de estos Vice ministros y afirma:
“No podemos estar satisfechos, pero yo creo que eso tenemos que montarlo así, como un sistema de trabajo… y sobre todo con la claridad de que es que no tenemos más, y que tenemos que ver cómo explotamos todas las potencialidades territoriales y la necesidad de revisar los métodos y estilos de trabajo”.
Para colmo el miércoles cuatro de octubre, la Ministra de Comercio Interior, Betsy Díaz Velásquez se personó en el mismo programa televisivo para detallar las vicisitudes que padece el Estado para intentar suplir los alimentos que se venden por la libreta de racionamiento. Brindándonos trato de subnormales, nos cuenta que los chícharos que se distribuyen provienen de Canadá y que en el periodo de enero a mayo los ríos se congelan impidiendo que dicho alimento pueda ser adquirido.
Muy bueno que se le informe al pueblo de la situación precaria por la que atraviesa el país, pero sería mejor si lo hicieran con la verdad en los labios y respetando la inteligencia del pueblo.
Sería bueno que alguien le haga saber a la ministra Betsy Diaz que los cubanos conocemos desde que damos geografía en la escuela secundaria que en un clima como el de Canadá los ríos se congelan en algunas épocas del año. Pero también sabemos señora ministra que el comercio ni el transporte de mercancías se detienen en Canadá en ninguna época. Si Cuba no adquiere alimentos en el mercado canadiense es por falta de fondos o por mala gestión de los encargados de hacerlo.
Al señor Primer Ministro Marrero es bueno aclararle que hace mucho tiempo que el pueblo sabe que no tenemos más y que las potencialidades productivas de la isla el régimen las agotó convirtiendo fértiles tierras en campos repletos de marabú, desmantelando más del 80 % de los centrales azucareros, destruyendo la ganadería y eliminando la empresa privada que hoy intentan revivir mediante las MIPYME. O ¿acaso olvida el ministro que el sabio y revolucionario cubano, y apodado el 4to descubridor de Cuba, Antonio Nuñes Jimenez, estimaba en sus textos sobre geografía que la isla tenia capacidad para alimentar alrededor de 26 millones de personas? ¿Olvida el Primer Ministro que los métodos y estilos de trabajo son los impuestos por el régimen?
Pero lo que sería más importante aclararle al señor Ministro es que lo que verdaderamente ya no existe es el capital político que alguna vez atesoró la revolución y sus dirigentes. Es bueno que sepa que hace mucho, producto de un descalabro económico tras otro, producto de las constantes violaciones de los derechos más elementales del pueblo, producto de tener sumida a casi el 88% de la población en la pobreza, el pueblo no cree en promesas hechas por ellos, como no cree en las justificaciones que esgrimen ante las cámaras.
A Alejandro Gil le vendría muy bien que alguien le explique que acá abajo en el pueblo sí sabemos lo dura que es la vida, sí sabemos lo que son apagones de varias horas, sí sabemos lo difícil que se hace conseguir un poco de alimentos para llevar a la mesa, sobre todo si se tienen niños, ancianos o enfermos en la familia.
Alejandro Gil también debería saber que el pueblo sí sabe lo que es no tener transporte, siquiera una ambulancia para trasladar un enfermo o un carro fúnebre para llevar un familiar muerto a su última morada.
Sería muy importante que Gil supiera, aunque sospecho que eso ya lo sabe, que esa confianza que pide hace mucho tiempo se agotó y que el pueblo sabe que el socialismo cubano no es el camino a no ser para la banda de corruptos funcionarios que viven a costillas del pueblo.
Alejandro Gil debería saber sin que nadie se lo cuente que mientras él se mueve por el país en carros de último modelo con combustible otorgado por el Estado, el pueblo se mueve en ómnibus abarrotados, mal olientes y en mal estado que a veces no llegan.
Alejandro Gil debería saber de los malabares que tiene que hacer el pueblo llano, incluso viviendo de limosnas y remesas, para conseguir alimentos mientras a él le llega mes tras mes una asignación de alimentos a cuentas del Consejo de Estado.
Alejandro Gil debería saber que mientras en su barriada no falta el fluido eléctrico y si faltara para eso tienen plantas eléctricas y combustible de sobra, el pueblo sufre apagones de 4, 8 y 12 horas mucho antes de este anuncio catastrófico.
Alejandro Gil debería conocer y jamás poner en duda que el pueblo hace mucho que no confía en el socialismo gracias a que conoce el modo de vida de los altos mandos del país y esa confianza que él reclama el pueblo la demuestra cruzando peligrosas fronteras en Centroamérica, arriesgando sus vidas en embarcaciones precarias o buscando desesperadamente un familiar o amigo que le financie el programa de Parole de los EEUU.
Señores ministros, bajen de su pedestal, quizás desde allí no se observa bien al pueblo, tómense un té de humildad, reconozcan su fracaso y denle a la Isla de Cuba lo único que necesita para ser próspera nuevamente: LIBERTAD.
Totalmente de acuerdo. Gracias al autor.