Migración, Cumbre y falacias

Por Javier Herrera
HAVANA TIMES – El 22 de octubre del presente se reunieron en la fronteriza ciudad de Palenque, Chiapas, representantes de 11 países de la región más México para analizar y tomar medidas ante la crisis migratoria sin precedentes que vive la región. Los asistentes fueron Ecuador, Colombia, El Salvador, Honduras, Belice, Guatemala, Venezuela, Haití, Cuba, Costa Rica y Panamá, principales emisores de migrantes hacia la que es una de las rutas migratorias más peligrosa del mundo.
La cita tiene lugar 15 días después de una reunión migratoria de alto nivel entre autoridades estadounidenses y mexicanas, y mientras ambos países aumentan las deportaciones expeditas.
Durante el encuentro se analizaron las principales causas de la migración masiva que sucede en la región y que tiene como epicentro los países centroamericanos por ser puntos intermedios hacia el destino final en los Estados Unidos de América.
Dentro de las estrategias trazadas se acordó elaborar un plan de acción que tenga como ejes la autosuficiencia alimentaria, la protección del medio ambiente, la seguridad energética, el comercio, la inversión y el combate al crimen organizado.
La cita concluyó con una declaración conjunta que rechazó las “medidas coercitivas”, la promesa de respetar el derecho humano a migrar y la petición de más alternativas legales para la migración, en clara alusión a los Estados Unidos, lugar donde intentan llegar los migrantes.
El Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador se comprometió a presentarle una postura regional común al presidente de Estados Unidos, Joe Biden, en noviembre próximo.
Leyendo la declaración final llama poderosamente la atención que los países estuvieron de acuerdo con instar a que se levanten sanciones y medidas coercitivas en la región, una referencia a Cuba, Nicaragua y Venezuela, así como favorecer un diálogo entre los gobiernos de Cuba y Estados Unidos.
Siendo una cumbre de este nivel se puede asumir que los participantes estén lo suficiente informados sobre la situaciones en estos tres últimos países o quizás prefieran hacer la vista gorda e ignorar la realidad.
Hubiera sido bueno que también exhortaran a los dictadores de Cuba, Nicaragua y Venezuela a hacer algo por sus pueblos y de ser posible retirarse del poder dando paso a un gobierno libre y democrático, dando rienda suelta a las fuerzas productivas de sus respectivas naciones.
La migración ha existido desde siempre, pero desde que el hombre pasó de cazador-recolector a agricultor, hace miles de años, se crearon lazos con la región de origen. Solo en caso de catástrofes naturales que hicieran la región inhabitable o de guerras e invasiones se veían migraciones masivas.

Cuba hoy, más que migración sufre un éxodo masivo. De la hermosa isla caribeña huyen hoy jóvenes y viejos, obreros y profesionales, niños, familias enteras y cuanta persona tiene la posibilidad económica de pagarse un pasaje o de que alguien se lo proporcione.
Al indagar las causas del éxodo cubano es común escuchar como primera respuesta la miseria que asola la nación y la falta de esperanza de que esto cambie en el corto o mediano plazo. Luego de exponer las razones económicas los migrantes cubanos pasan a contar la falta de libertades que padecen, la imposibilidad de quejarse ante las autoridades so pena de ser perseguidos y encarcelados por las hordas de la Seguridad del Estado cubana.
Alguien debería explicarle a los mandatarios presentes en la reunión que las “medidas coercitivas” que impiden que la economía cubana despegue no son las leyes del embargo estadounidense a la Isla sino las medidas económico-políticas tomadas por el Partido Comunista de Cuba, quien detenta el poder hace 64 años, y prueba de ellos es la reciente visita de 20 representantes de las MIPYMES (emergente sector privado en Cuba) a Miami con el fin de encontrar capacitación, oportunidades de negocios y financiamiento en el país que el régimen asegura que bloquea la Isla.
No es el embargo estadounidense quien impide que los cubanos pesquen en las aguas nacionales. No es el embargo quien impide que el campesino cubano comercialice el producto de su esfuerzo libremente mientras la mercancía se pudre en los establecimientos de acopio estatal. No es el embargo quien impidió durante 60 años el sacrificio y comercialización de ganado vacuno. No es el embargo quien desmanteló más de dos tercios de los centrales azucareros existentes, principal rubro económico nacional.
Igualmente, no es culpa del embargo que el desgobierno de La Habana sea incapaz de honrar sus deudas por coger el dinero que recauda en el país para invertir en propaganda política, pagar grupos de agitadores pro régimen en diversas latitudes y fortalecer el aparato represivo interno. No es culpa del embargo que el régimen le pague a los cubanos en una moneda sin respaldo y les venda en moneda estadounidense los alimentos y otros productos de primera necesidad. No es culpa del embargo que el régimen exporte profesionales a infinidad de países y les pague apenas el 20 % de los sueldos contratados haciéndolos esclavos de hecho.
No es el embargo quien encarceló a más de mil jóvenes por el “terrible” delito de salir a las calles a reclamar un cambio de régimen dada la incapacidad del actual de resolver la crisis sistémica que devasta al país.
Si de veras los gobiernos de la región desean parar el flujo migratorio cubano deberían dejar de apoyar la dictadura con declaraciones tendenciosas y falaces, y exigirle al régimen que le permita a sus ciudadanos todas las libertades políticas y económicas inherentes al ser humano.
Otra parte de las declaraciones finales que se escucha y lee con tristeza es exigirle a los países de destino, en alusión a los Estados Unidos, la ampliación de las vías regulares, ordenadas y seguras de migración con especial énfasis en la movilidad laboral y promover la reintegración y el retorno de los trabajadores temporales.
No tienen en cuenta los demandantes que es una prerrogativa soberana de cada Estado permitir o no el ingreso a su territorio a migrantes, sea cual sea su condición. Si los mandatarios quejosos lograran en sus países la autosuficiencia alimentaria, la protección del medio ambiente, la seguridad energética, el comercio, la inversión necesaria y mantener a raya al crimen organizado, como bien plantean en dicha reunión como objetivos, no estarían lidiando con la emigración que lastra la realidad centroamericana hoy.
Llama la atención que dentro de los planes de acción que se plantean para disminuir los flujos migratorios no se habla de la corrupción político-administrativa presente en tantos países latinoamericanos y que constituye el caldo de cultivo donde nacen y florecen todos los males que azotan nuestra región. Este combate sí se puede ganar y para corroborarlo tenemos ahí a El Salvador, país que ha pasado, en apenas unos años, de ser el más violento del mundo a ser un ejemplo de tranquilidad ciudadana, donde se trabaja por un futuro mejor, futuro que los salvadoreños ya están viviendo hoy.

Es hora de parar de culpar al vecino del norte de todos los males que nos agobian y mirar hacia el interior de nuestras sociedades. Los Estados Unidos no están en deuda con el resto de América por la pobreza que han sembrado décadas de gobiernos corruptos y de guerrillas marxistas convertidas luego en carteles delictivos que han llevado la guerra, la muerte y la destrucción a nuestras tierras.
Está en manos de los mismos países afectados por el éxodo detenerlo y no es haciéndole reclamos al vecino poderoso, es reestructurando nuestras sociedades y sistemas de gobiernos y si algo deberíamos pedirle a los Estados Unidos es ayuda y asesoramiento, pero ojo, una cosa es pedirle y otra es exigirles que cambien su política migratoria bajo la amenaza de continuar permitiendo caravanas de migrantes que crean una crisis en la frontera con México y por tanto afecta a este país también.