Los propagandistas de la tiranía van ganando

Nuestros fondos siguen siendo sólo una fracción de los miles de millones que los autócratas gastan en fortalecer sus redes para difundir desinformación

Por Maria Ressa & Nixhant Lalwani* (Confidencial)

HAVANA TIMES – Si la democracia tuviera su propio reloj del fin del mundo, faltarían dos minutos para la medianoche. Según el análisis más reciente de Varieties of Democracy (publicación conocida como V-Dem), el 72% de la población mundial vivió bajo una autocracia el año pasado, en comparación con la cifra de sólo el 50% hace una década. Por primera vez en más de dos décadas, hay más regímenes autoritarios que democracias liberales, y no estamos haciendo lo suficiente para abordar esta amenaza.

El retroceso ha sido impresionante. En Filipinas, Ferdinand “Bongbong” Marcos, Jr., ganó las elecciones presidenciales del año pasado, 36 años después de que una revuelta popular derrocara la dictadura de su padre. En Brasil, millones de personas aún se niegan a aceptar la derrota del ex presidente Jair Bolsonaro ante Luiz Inácio Lula da Silva.  La invasión rusa de Ucrania ha obligado a sus ciudadanos a levantarse contra un ocupante genocida. Y en Egipto, los últimos vestigios de resistencia contra la autocracia se han visto forzados a entrar en la clandestinidad. En todos los continentes, los políticos antiliberales retratan a la democracia como una reliquia histórica poco práctica.

Debemos hacer más para detener este rápido retroceso democrático. Durante la Segunda Guerra Mundial, cuando la democracia se vio amenazada de manera similar, el mundo libre se unió para lograr un orden internacional más pacífico. El sistema multilateral que se estableció en 1944 en Bretton Woods, New Hampshire, y la creación de las Naciones Unidas al año siguiente, condujeron a décadas de relativa estabilidad y cooperación internacional en materia de derechos humanos.

Hoy nos encontramos en un momento similar, pero el presente momento tiene un giro importante. El conflicto actual entre autocracia y democracia no sólo se libra en el campo de batalla y en la arena política, sino también en las redes sociales y la televisión. Para que prevalezca la democracia, será esencial contar con medios de comunicación que sean creíbles e independientes.

Sin medios fiables e imparciales, no podemos compartir hechos; sin hechos compartidos, no podemos tener responsabilidad política o elecciones justas; y sin elecciones justas, la democracia no puede sobrevivir. Y, sin embargo, justo cuando más lo necesitamos, el periodismo de interés público que se fundamenta en los hechos está desapareciendo. El continuo desvanecimiento de los ingresos por publicidad ha limitado gravemente la capacidad de los medios de comunicación para informar a los ciudadanos, para exigir que los poderosos rindan cuentas, y para relatar noticias importantes.

El fracaso del modelo de negocio del periodismo ha provocado dos décadas de bajones de ingresos, recortes de costos y despidos. Miles de organizaciones de noticias en todo el mundo han cerrado, a la vez que actores políticos han adquirido otras de dichas organizaciones de noticias para utilizarlas como vehículos para difundir propaganda. Únicamente China ha gastado un estimado de $6,6 mil millones desde el año 2009  en fortalecer su influencia sobre los medios internacionales, y Rusia gastó al menos $1,5 mil millones el año pasado en esfuerzos similares.

Los esfuerzos internacionales que tienen el propósito de apoyar el periodismo independiente han sido insignificantes en comparación. Según un informe de 2022 del Center for International Media Assistance, dicha financiación ascendió a $385 millones en el año 2019, es decir aproximadamente el 0,3% de la ayuda al desarrollo en el extranjero, y no ha crecido desde entonces. Esto es lamentablemente insuficiente. Los financiadores públicos y privados deben aumentar el apoyo a las organizaciones de medios de comunicación a al menos el 1% de la ayuda mundial al desarrollo, de manera que se proporcionarían mil millones de dólares adicionales al año dirigidos a apoyar el periodismo de interés público.

El desafío que define nuestra época, salvar la democracia, debe ser un esfuerzo colectivo. Hoy, el gobierno del presidente estadounidense Joe Biden celebrará su segunda Cumbre para la Democracia, cuyo objetivo es hacer que las democracias sean “más receptivas y tengan mayor resiliencia”. La primera cumbre se celebró (de manera virtual) en diciembre del año 2021 y concluyó con el compromiso que varios jefes de Estado (entre ellos Biden, la entonces primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern, y el presidente francés, Emmanuel Macron) asumieron con respecto a brindar apoyo al International Fund for Public Interest Media (IFPIM).

El IFPIM es la primera institución multilateral en su género cuyo objetivo es impulsar la resiliencia económica de los medios de comunicación y marcar el comienzo de un nuevo paradigma para el periodismo de interés público en la próxima década. Hoy anunciaremos que el IFPIM ha recibido contribuciones financieras por una cifra que casi alcanza los $50 millones de 16 donantes, incluidos siete gobiernos y nueve empresas y organizaciones filantrópicas. Muchos de estos financiadores están contribuyendo significativamente al apoyo de los medios globales por primera vez. También anunciaremos nuestra primera cohorte de beneficiarios: desde la última cumbre, el IFPIM ha financiado 11 medios de comunicación en diez países, entre ellos medios de Brasil, Ucrania, Níger, Túnez y Colombia.

Y, sin embargo, nuestros fondos siguen siendo sólo una fracción de los miles de millones que los autócratas gastan en fortalecer sus redes para difundir desinformación. En la cumbre de hoy, así como a lo largo de este año, los Estados democráticos deben intensificar y comprometer fondos que alcancen cifras significativas con el propósito de intensificar la lucha a favor de contar con medios de comunicación independientes. Las democracias ricas que desde hace tiempo han comprendido la importancia de una prensa libre, entre ellas las democracias de los países del G7, deben movilizar sus vastos recursos para apoyar la creación de un ecosistema de información global que tenga mayor resiliencia ante la desinformación. Las empresas privadas, que dependen de información precisa para prosperar, deben desempeñar un papel destacado en este esfuerzo al comprometer capital para corregir la falla del mercado que ha debilitado el periodismo de interés público.

El apoyo a los medios de interés público no es nostalgia por una era pasada feliz. La capacidad de acceder a información precisa y en tiempo real es esencial para el buen funcionamiento de la democracia. Con el propósito de defenderse contra la creciente ola de autoritarismo, las noticias basadas en hechos deben ser fácilmente accesibles para todos. El reloj del fin del mundo de la democracia liberal se acerca a la medianoche. Debemos actuar ahora, o lamentar nuestra indecisión durante la larga oscuridad tiránica que vendrá después.

—–

** Texto original publicado en Project Syndicate

Read more opinion pieces here on Havana Times