Los más de 100 nicaragüenses con ciudad por cárcel
Todos los días sin importar si llueve o truene, si es Navidad o Año Nuevo, deben presentarse a la estación policial a firmar
Por Ivannia Álvarez (Confidencial)
HAVANA TIMES – La tarde del 3 de mayo del 2023, se volvió confusa y aterradora para más de cien ciudadanos en los 15 departamentos del país. Camionetas llenas de agentes policiales armados, como quien va a un combate de guerra, se estacionaban frente a los hogares para segundos después irrumpir en ellos sin ninguna orden judicial y sin importar si habían niños o ancianos enfermos. Entraron removiendo camas, roperos y otros muebles en busca de “pruebas incriminatorias”, sin tener éxito, porque todos son inocentes.
Al no encontrar “pruebas”, los policías robaron computadoras, celulares, dinero en efectivo, documentos personales como, cédulas, pasaportes, e incluso prendas de ropa. A las buenas o por la fuerza subieron a las patrullas policiales a los ciudadanos por los cuales llegaban. Esposados los trasladaron a grandes velocidades por las carreteras oscuras del país; desconcertados por no saber hacia dónde los llevaban, preguntaban sin obtener respuesta, suponiendo que les esperaba cárcel en El Chipote o cárcel La Modelo.
Quienes fueron trasladados de la Costa Caribe y Chinandega, sufrieron más malos tratos, esperando toda la noche mientras se juntaban las caravanas de patrullas en algún empalme.
La incertidumbre se hizo peor al encontrarse con conocidos en el parqueo de los juzgados de Managua, percatándose de que aquello había sido una redada nacional. Se sintieron acompañados porque por alguna razón, compartir las desgracias siempre nos reconforta.
Esa noche, grupo por grupo de detenidos, según del departamento del que provenían, fueron pasando frente a los jueces cómplices de la dictadura. Con el retrato de Sandino de testigo y la bandera azul y blanco de Nicaragua custodiada por la bandera rojinegra del Partido, escucharon los supuestos delitos de los que se les acusaba: ciberdelitos, traición a la patria, menoscabo a la integridad nacional. Esas eran las palabras que escucharon repetir una y otra vez, sin derecho a la defensa.
Posteriormente, sin mayor explicación, les obligaron a firmar un documento. Minutos después de firmar el judicial les informó que a solicitud de la Fiscalía se les había impuesto “medidas cautelares de presentación periódica” y que debían presentarse todos los días a las 7:00 de la mañana a firmar al distrito policial más cercano mientras les confirmaban fecha del juicio o serían llevados a la cárcel por desacato.
Mientras esto pasaba, las redes sociales se inundaron de denuncias y demandas de libertad e integridad para los secuestrados. Desde distintas partes del mundo, exiliados nicaragüenses reclamaban a sus amigos y familiares. No había ningún municipio del país sin ser afectado por la redada ilegal. Desde Bilwi hasta Villanueva, o la distante Isla de Ometepe, la redada se repitió 10 días después, el 13 de mayo, con el mismo proceder.
La vida de más de un centenar de nicaragüenses cambió ese 3 y 13 de mayo. Todos los días sin importar si llueve o truene, si es Navidad o Año Nuevo, deben presentarse a la estación policial a firmar su “ciudad por cárcel” a las 6:00 de la mañana. Aunque llegan temprano, les hacen esperar y luego un oficial los guía hasta la oficina donde está el cuaderno que deben firmar. Allí mismo les toman una foto de cuerpo completo y los retiran con la advertencia que “mañana los esperan”.
Han pasado más de 365 días, llenando y vaciando cuadernos. Entre los afectados por “ciudad por cárcel” hay mujeres, hombres, personas de la comunidad LGTBIQ+, jóvenes y ancianos, sus vidas están condicionadas por esa firma que se repite cada 24 horas. No pueden salir de su municipio y deben aceptar llamadas o visitas en sus hogares del oficial encargado de su caso. Sufren vigilancia permanente.
Sus vecinos prefieren no hablarles, de sus trabajos los despidieron argumentando no cumplir con el horario establecido, los que tienen negocios propios dejaron de atenderlos, incluso sus familiares cercanos se han alejado, pues nadie quiere ser visto como “opositor al régimen”. Aunque muchos agradecen estar en sus hogares y con cierta movilidad, y se apiadan de quienes están en las mazmorras de la dictadura, les es imposible dejar de sentir esa sensación de encierro, de asedio y de tortura psicológica en cada visita a la estación policial. Como uno de los secuestrados el 3 de mayo me expresó: “Me siento cobarde por entregarme a mis verdugos por mis propios medios todos los días y no tener la valentía de huir”.
No hay cárcel buena ni mala, todas son crueles y despiadadas, tampoco hay libertad a medias. Por ello, con mis letras quiero recordarles a cada una de esas personas que resisten dentro de Nicaragua, que quienes estamos fuera seguiremos siendo su voz y que admiro su entereza y la fuerza por resistir desde dentro, que sus nombres que hoy no pueden ser públicos no serán olvidados, que su ciudad sea el espacio desde donde se pueden cambiar las cosas, porque ustedes son el ejemplo de ansias de libertad que camina por las calles de Nicaragua.
¡Libertad para los firmantes políticos, libertad para los presos y presas políticas en los penales!