Los homosexuales cubanos después de la Revolución

(El quinto de seis fragmentos del libro Cuba Since the Revolution of 1959 )

Por SAMUEL FARBER

Foto: Caridad

HAVANA TIMES, 16 dic – Aunque a las mujeres cubanas no se les permitió  organizarse de forma independiente para articular y defender sus intereses, sí se beneficiaron de varias maneras del proceso revolucionario.  Algunas  formas del  sexismo patriarcal se han debilitado, como el poder de los hombres en el hogar. La incorporación de la mujer en la fuerza laboral y la implementación esporádica de políticas de acción afirmativa han llevado a una mayor diferenciación ocupacional  entre las mujeres y se ha elevado el número de mujeres en posiciones importantes de la economía y sociedad.

Sin embrago ocurrió lo opuesto con los gays cubanos, los que han sufrido enormemente, especialmente durante los primeros treinta años de la Revolución.  Por razones que se expondrán más adelante, el gobierno cubano forzó a los gays a salir del closet y politizó su situación con el propósito de exacerbar su opresión.  Como parte de este proceso, el liderazgo revolucionario creó un clima de opinión que además de desechar la opresión de los gays  como un problema válido, presentaba la vida de los gays como una manifestación de la decadencia social.

Así por ejemplo, cuando en 1967, la Cámara de los Lores aceptó el Informe Wolfenden y abolió las leyes contra la sodomía en la Gran Bretaña, la prensa cubana presentó el suceso como un ejemplo más del  declive del Imperio Británico.  Bohemia, la revista más influyente en Cuba, marcó el comienzo del movimiento de la liberación gay en los Estados Unidos con una caricatura que presentaba de una manera muy despectiva a dos hombres casándose en una iglesia.[160]

Primera entrega: Cuba, y la unidad del pueblo

Segunda entrega: Los trabajadores cubanos despues de la Revolución

Tercer entrega: En Cuba: ¿Rezagos históricos o racismo institucional?

Cuarto entrega: El empleo y la educación de la mujer antes de la Revolución

Una larga serie de sucesos marcan los puntos más álgidos de la trayectoria de la persecución  de los gays cubanos a manos del gobierno revolucionario.  Ya en 1962, el gobierno condujo una redada masiva, conocida como “la noche de las tres Ps,”  -por prostitutas, proxenetas y pájaros (uno de los muchos términos despectivos que se usan en Cuba para referirse a los hombres gays).   Miles de personas fueron arrestadas y acarreadas a las jefaturas de la policía y  las cárceles de la Habana.  El “operativo” incluyó allanamientos indiscriminados en ciertos barrios –tales como el de Colon cerca de la Habana Vieja – conocidos por tener una alta concentración de prostitutas.  Esto fue acompañado por redadas selectivas de personas que habían sido reportadas como sexualmente desviadas en listas preparadas por los CDRs.  Así fue como el reconocido dramaturgo Virgilio Piñeira acabó siendo arrestado en su casa en las afueras de La Habana.[161]

En su discurso del  13 de marzo de 1963 en la Universidad de La Habana, Fidel Castro atacó a los hijos vagos de la burguesía que imitaban a Elvis Presley y organizaban “shows afeminados por la libre” y recalcó que no era fácil enderezar a un adulto homosexual o , en sus propias palabras, a “un árbol que había crecido torcido.”  Por eso no se adoptarían medidas drásticas en contra de ellos, pero la gente joven que aspiraba a ser homosexual era un asunto diferente.  Añadió que había observado que el campo cubano no producía homosexualidad como subproducto.[162]

Luego, en 1965, el gobierno erigió las UMAPS, donde por alrededor de tres años los gays junto con los Testigos de Jehová, muchos católicos practicantes, miembros de las sociedades  secretas afro-cubanas como los Abakuá y otros “desviados” fueron obligados  a proporcionar su trabajo mal pagado y regimentado para el estado cubano. [163] Alrededor de la misma época el gobierno también estableció el Centro para la Educación Especial  para niños considerados como “afeminados” y para los hijos de madres solteras, que se consideraban “a riesgo” de volverse homosexuales.  Fue obligatorio separar a esos niños de las escuelas públicas ya que se consideraba que podían “infectar” a sus compañeros de aula.[164]

Foto: Jimmy Martinez Roque

El año revolucionario internacional  de 1968 coincidió con una “ofensiva revolucionaria” en la isla conducida por el estado cubano.  Pero esta ofensiva no fue contra las estructuras poderosas y opresivas del Estado o del sector privado como ocurrió en la Ciudad de Mexico, Chicago, Paris y Praga, sino contra los sectores más pobres y marginales de lo que quedaba de la pequeña burguesía cubana.

Para asegurase que no quedaba ni un rincón de la economía  cubana libre de su poder y control, el estado se apodero y cerró todos los negocios pequeños, incluyendo los numerosos y diminutos bares y bodegas.

A esta ofensiva la acompañó una renovada persecución de homosexuales y prostitutas.  En su discurso del 28 de septiembre de 1968, en celebración del octavo aniversario de la fundación de los CDRs, Fidel Castro denunció a los jóvenes cubanos que según él vivían de “forma extravagante.” Ello incluia a los que usaban el pelo largo y se ponían ropa elegante, señal  de una degeneración moral que acabaría por llevarlos al sabotaje político y económico.

Según Castro, estos jóvenes estaban tratando de introducir al país una versión reactivada de la Primavera de Praga con prostitutas en las calles, trata de blancas, parasitismo y debilitamiento ideológico.  Como medida reeducativa disciplinaria convocó al trabajo  en el campo.

A las declaraciones de Castro y de otros voceros revolucionarios le siguieron una serie de redadas contra muchachos y hombres con pelo largo a quienes que se les  recortaba  a la fuerza en público, y  contra muchachas acusadas de disolutas por vestirse con minifaldas, a las que se les enviaba  a hacer trabajo forzado en el campo. [165] En febrero del mismo año Castro purgó y encarceló a la “micro facción” de viejos comunistas, y en agosto  apoyó  la invasión soviética de Checoslovaquia.

Siguió  el Quinquenio Gris  que comenzó en 1971 con la decisión del Congreso Nacional de Cultura y Educación de no tolerar más a “homosexuales reconocidos”  a pesar  de su “mérito artístico” por la influencia que podían tener sobre la juventud cubana.  Los homosexuales que podían influenciar directamente a la juventud por la vía artística y cultural serían transferidos a otras organizaciones.

Foto: Caridad

Asimismo, el Congreso resolvió excluir de cualquier grupo artístico representando a Cuba en el exterior a toda persona que socavara el prestigio de la Revolución.[166]  Algunos artistas e intelectuales lograron defenderse de los efectos drásticos de las resoluciones de 1971 debido a sus vínculos con instituciones que disfrutaban de cierto grado de influencia con Fidel Castro, en parte porque estaban encabezados por figuras con prestigio internacional.  Ese fue el caso de la compañía del Ballet Nacional de Alicia Alonso, el ICAIC (Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos) de Alfredo Guevara y la Casa de las Américas, el internacionalmente reconocido centro cultural de La Habana dirigido por Haydée Santamaría.

La marginalización oficial de los gays fue anticipada por la Universidad de la Habana cuando inauguró,  a mediados de los sesentas, una campaña homofóbica que duró tres años en la que se distribuyó literatura anti-gay incentivando a los estudiantes a repudiar a los enfermitos y se enjuició públicamente a cientos de personas.  Las depuraciones  obligaron la asistencia de estudiantes matriculados en determinados departamentos para participar en grandes asambleas  y cuestionar las actitudes y comportamiento político de sus compañeros.

El “jurado” de la organización oficial de estudiantes y de la Juventud Comunista  llamó a varias personas a atestiguar en público, pero  muchos temieron defender a los estudiantes acusados por miedo de acabar siendo acusados ellos mismos.  El blanco de estas purgas fueron los “contrarrevolucionarios” y los homosexuales, que mayormente acabaron recibiendo veredictos unánimes de culpabilidad seguido de su expulsión de la universidad y la inclusión de las determinaciones de la asamblea en su expediente personal (constancias mantenidas por el estado sobre el desempeño del individuo en su carrera y lugar de trabajo) que se comenzó a usar en aquel entonces.  Las purgas se volvieron tan frecuentes que para fines de 1965, el líder de la Unión Comunista prometió conducirlas fuera del horario de clases.[167]

La década de los ochentas comenzó con el éxodo del Mariel en la primavera de 1980, que el gobierno utilizó como una oportunidad para no solamente ridiculizar y atacar a los gays, sino también para obligarlos a irse del país.  Hubieron cubanos “straight” que se hicieron pasar como homosexuales para obtener del gobierno los permisos y el visado necesario para salir de la isla.  Según los cálculos del National Gay Task Force (NGTF) en los Estados Unidos, de las 125,000 personas que salieron de Cuba en ese entonces, entre 2,000 y 10,000 eran gays y lesbianas.[168]

Foto: Jimmy Martinez Roque

Poco después del éxodo del Mariel brotó la crisis del SIDA en los Estados Unidos y en otros países  y finalmente llegó a Cuba.  El gobierno cubano respondió adoptando algunas de las medidas más duras del mundo.  En 1986 ordenó pruebas obligatorias para detectar la infección  del VIH.  Las primeras pruebas se enfocaron en los grupos de mayor riesgo: los que habían viajado al extranjero a partir de 1975, especialmente aquellos que habían servido como soldados en Africa.  Para abril de 1991, 9,771,691 personas, casi la población entera de la isla, habían sido sometidas  a esa pruebas.  Los que salieron positivos para el VIH (902 casos a principios de 1993) fueron puestos en cuarentena en sanatorios y al llegar a un grado avanzado de SIDA fueron transferidos a hospitales.[169]

Aunque es de reconocer que los infectados recibieron buena atención médica y gozaron de buenas condiciones de vida en los sanatorios, y aunque la política de aislamiento tuvo éxito en reducir el contagio, el gobierno cubano fue criticado a nivel internacional por la dureza  innecesaria de su política y la forma despiadada en la que ejerció su control.  Esa política forzó a gente básicamente sana a vivir una vida recluida e improductiva a la espera de que el SIDA se les desarrollara, un proceso que podía durar hasta años, para luego acabar su vida en un hospital.

Como señaló Marvin Leiner, el gobierno recurrió a la política de aislamiento en lugar de un programa educacional sobre la SIDA.  Al igual que la respuesta de los victorianos ingleses a la crisis de la sífilis y gonorrea de sus tiempos, el liderazgo cubano trató de lidiar con el SIDA evitando la discusión pública y la educación sobre relaciones sexuales y la manera de practicar el sexo seguro para limitar la transmisión del virus.[170]

La política de aislamiento fue abandonada en los noventas, pero las primeras opciones que el gobierno adoptó  para lidiar con el SIDA son muy reveladoras del enorme poder del  Leviatán cubano  y de su actitud histórica hacia el sexo y la educación sexual.
—–

El autor Samuel Farber.

Notes:
160. Allen Young, Gays under the Cuban Revolution (San Francisco: Grey Fox Press, 1981), 31.
161. Carlos Franqui, Retrato de familia con Fidel (Barcelona: Editorial Seix Barral, 1981), 280–86; Manuel Zayas, “Mapa de la homofobia,” cubaencuentro, 15 febrero 2010, http://
cubaencuenro.com/es/cuba/articulos/mapa-de-la-homofobia-10736.
162. Departamento de Versiones Taquigráficas del Gobierno Revolucionario, “Discurso pronunciado por el Comandante Fidel Castro Ruz, primer ministro del gobierno revolucionario de Cuba, en la clausura del acto para conmemorar el VI aniversario del asalto al palacio presidencial celebrado en la escalinata de la Universidad de la Habana, 13 de marzo de 1963,” cuba.cu, www.cuba.cu/gobierno/discursos/1963/esp/f130363e.html.
163. Ian Lumsden, Machos, Maricones and Gays: Cuba and Homosexuality, Philadelphia: Temple University Press, 1996, 65–70.
164. Lillian Guerra, “Gender Policing, Homosexuality and the New Patriarchy of the Cuban Revolution, 1965-1970,” Social History, 35, no. 3 (August 2010): 274.
165. Hugh Thomas, Cuba: The Pursuit of Freedom, New York: Harper and Row, 1971, 1435; Guerra, “Gender Policing, Homosexuality and the New Patriarchy,” 271.
166. Citado de selecciones del Granma Weekly Review, May 9, 1971, 5, in Young, Gays under the Cuban Revolution, 32–33.
167. Young, Gays under the Cuban Revolution, 53; Guerra, “Gender Policing, Homosexuality and the New Patriarchy, 1965–1970,” 282.
168. Young, Gays under the Cuban Revolution, 34–35.
169. Marvin Leiner, Sexual Politics in Cuba: Machismo, Homosexuality and AIDS, Boulder, Co: Westview Press, 117–18.
170. Ibid., 122, 138.

 

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