Los guionistas del régimen cubano ya no asustan a nadie

El vocero oficialista Humberto López en un momento de la transmisión del espacio en Televisión Cubana. (Razones de Cuba/YouTube/Captura)

Por Yoani Sánchez (14ymedio)

HAVANA TIMES – Hubo un tiempo en que las historias oficiales estaban mejor construidas o quizás éramos más crédulos. En aquellos años, nos pintaban peligros que realmente asustaban, malos que daban miedo y ataques que le paraban los pelos de punta a cualquiera. Tal vez era nuestra ingenuidad como pueblo combinada con el monopolio informativo del que gozaba entonces el Partido Comunista, pero bastaba que nos dijeran que «el enemigo» planeaba envenenar las cisternas de círculos infantiles y colegios para que todos dejáramos, por unos días, de tomar una gota de agua en la escuela.

De aquellos hábiles narradores y de nuestra inocencia no queda ni el recuerdo. Para este fin de año, Televisión Cubana se ha lanzado a crearnos el enésimo relato de que, desde el exilio cubano, se preparan sabotajes, se alistan armas y se planifican desembarcos. El ejemplo difundido da risa. Un hombre en solitario, que supuestamente llegó a la Isla en una moto acuática, armado de tres pistolas y con unas pocas balas. Ante tal descripción, uno no puede dejar de evocar cuando, en las historias de antaño, el villano infundía realmente temor y no lástima.

Para este fin de año, Televisión Cubana se ha lanzado a crearnos el enésimo relato de que, desde el exilio cubano, se preparan sabotajes, se alistan armas y se planifican desembarcos

No es casual, tampoco, que cada vez que la crisis económica escala y la indignación popular crece, aparecen estos reportajes con todas las trazas de seguir un guion para asustar a los cubanos y así evitar que muestren su inconformidad, se lancen a las calles o se sumen a una huelga general. La teatralidad de los guiones creados con ese objetivo ha abandonado hace tiempo el realismo y se han adentrado en el terreno de lo fantástico, apelando a individuos, planes y dispositivos cada vez más rocambolescos.

Los más recientes delirios persecutorios y de invasión que han difundido los propagandistas oficiales muestran un nivel de desespero muy elevado. Han perdido cualquier ápice de objetividad, si es que alguna vez la tuvieron, para terminar en lo absolutamente grotesco. Así, con esas caricaturas de presuntos malvados y agresiones, no hay quien se crea nada.

Un consejo para los malos escritores de tanto folletín: quizás un entrenamiento con Marvel o Netflix les daría resultados más creíbles.

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