Los dirigentes viejos ¿eligen también a los nuevos?

Rogelio M. Diaz Moreno

Raúl Castro habló a la nación desde Santiago de Cuba el 26 de julio. Foto: cubadebate.cu

HAVANA TIMES — Este discurso del 26 de julio era demasiado importante: aniversario redondo, en Santiago de Cuba, y muchos dignatarios extranjeros. Esta vez, el presidente Raúl Castro no le cedería el estrado al nuevo vicepresidente del país, Miguel Díaz Canel, como ya se lo había cedido en años anteriores a José R. Machado Ventura, por esta misma fecha.

Además de los homenajes y agradecimientos de rigor a las personas, los países y las ciudades, hubo un breve comentario –para mí el de mayor relevancia– sobre lo que nos toca y estamos viviendo.

La generación histórica, afirmó, “va cediendo su lugar a los pinos nuevos con tranquilidad y serena confianza, basada en la capacidad demostrada de seguir el rumbo de la Revolución”.

El paso irremediable del tiempo ha impuesto una necesidad sobre el gobierno cubano actual, que reconoce y explica “está en marcha el proceso de transferencia paulatina y ordenada a las nuevas generaciones de las principales responsabilidades de la nación.”

Precisamente, se puede decir que Díaz Canel es un ejemplo de esa renovación. Y, efectivamente, ando molesto.

Se pudiera considerar que el poder último de un mandamás no se prueba durante su mandato. Se puede considerar, por ejemplo, que el poder último radica en establecer, para cuando llega la hora de retirarse, quién hereda el cetro para convertirse, a su vez, en el nuevo mandamás.

Miguel Diaz Canel, el aparente sucesor de Raúl Castro. Foto: cubadebate.cu
Miguel Diaz Canel, el aparente sucesor de Raúl Castro. Foto: cubadebate.cu

Como siempre, yo me cuestiono: ¿en qué consiste, quién dirige y cómo se maneja “el proceso de transferencia”?

El General en Jefe, dice otorgarle la mayor importancia a las instituciones, para el funcionamiento ordenado del país. Sin embargo, vuelve a obviar olímpicamente que ninguna institución, ningún dirigente, ningún rumbo de ningún gobierno tendrán jamás una fuente mayor de legitimidad, de respeto y de poder, que la democracia. La representación legítima de la voluntad del pueblo.

Acatar la soberanía de la nación, servir al representado, así se resume el papel que debe desempeñar todo gobierno, especialmente los que se presuman de revolucionarios y socialistas.

No puede ser que se trate de que una “generación histórica” haya conquistado un “lugar” de poder, de preponderancia –aunque tenga un nombre bonito como vanguardia– y ahora “vaya cediendo” este lugar al relevo de casta correspondiente.

El espacio Democracia, el espacio donde la ciudadanía elije, evalúa y, si fuera preciso, revoque, a los dirigentes que mejor estime que le servirá, está al parecer proscrito del discurso oficial.

¿Qué hay con los mecanismos del Poder Popular, que no es que sean un verdadero poder democrático pero sí lo que más se parece? Qué va, había demasiado sol en ese estrado santiaguero para perder tiempo hablando de cosas que no fueran serias.

Trabajadores cubanos.
Trabajadores cubanos.

Pero el caso es que otros opinadores no tenemos porqué estar de acuerdo con la forma con la que este proceso ocurre. Ninguna hornada de mandamases nuevos, elegidos a dedo por los mandamases viejos, podrá reclamar legitimidad para un liderazgo así trasmitido. Ni llamar con un mínimo de credibilidad a disciplinas, controles, consagraciones.

Ninguna nueva hornada de dirigentes podrá reclamar legitimidad, si no se somete y acata los principios de las sociedades compuestas por personas con iguales derechos. Y estos principios pasan indefectiblemente por el sufragio universal, donde cada ciudadano viejo o joven, hombre o mujer, de cualquier raza, creencia espiritual, orientación sexual, región, etcétera, juzgue según sus méritos y capacidades, a los que se deben convertir en sus servidores.

La potestad de juzgar y seleccionar a los presentes y  los próximos dirigentes, reside únicamente en la totalidad del electorado.

Únicamente  el respeto a este principio democrático tan obvio, por cierto, puede proteger con efectividad a esa unidad de todos los cubanos dignos. Unidad que resulta tan importante y no solo para el actual presidente.

11 thoughts on “Los dirigentes viejos ¿eligen también a los nuevos?

  • Rogelio

    Bien dicho: Al pan, pan; y al vino, vino

    Por eso es que, cada vez que me hablan de “democracia socialista” en Cuba, y de “poder del pueblo”, la única respuesta que se me ocurre es una trompetilla.

  • La respuesta a la pregunta que da título a tu post depende de nosotros, el pueblo cubano; no podemos esperar a que ellos mismos la contesten.

  • Pues claro q si, siempre ha sido asi y seguira siendo asi, para los demas queda lo mismo de siempre, apoyar, aplaudir y alabar.
    Saludos, Luis

  • Todo esto me recuerda la semejanza con el nacimiento del principe George Alexander Loui de la Real Familia Britanica.

  • Es un herencia similar a la que Chavez le dejo a Maduro, con la simple diferencia que en Venezuela el pueblo vota por sus presidentes, lo cual hizo legitimo el traspaso de poder.

  • Excelente!

  • Felicidades Rogelio muy buen post.
    No sé cómo no se les ocurre que los que tienen que elegir el relevo es el pueblo cubano. Se han acostumbrado tanto a pensarse “vanguardia” que obvian al pueblo.

  • “Wishful thinking”: Elecciones directas.

    “Realpolitik”: Traspaso generacional.

    ¡Hagan juego, señores….!

  • Muy buen articulo Rogelio!!!!!!!!

  • Estoy de acuerdo tambien. No en la primera parte de tu comentario, Liborio. Era obvio que al salir Chavez del juego por fuerza mayor, deba ubicar el mismo a su Vice. Era el presidente en turno. Como tal pidio al pueblo el apoyo a Maduro para continuar los planes de su mandato. Luego, como dices, fue el pueblo quien legitimó la continuidad de Maduro (Chavez).
    A nosotros, los cubanos, que nos toca? Dejar de pensar que otros se ocuparan de lo que por derecho humano nos toca. Regir como deseamos que funcione nuestra sociedad. Despertar es la palabra de orden. Hemos dormido demasiado. Me recuerda La Matriz. Algunos comienzan a despertar, y los desechan por el tragante. Luego, en las cloacas, surgen los grupos de renegados. Son varios, a veces con distintos ideales. Apoyo la existencia 100 %, aun de los anexionistas a USA. Es normal y natural. No son contrarrevolucionarios, gusanos o despreciables, solo quieren esa anexion. Nos toca (en serio que nos toca) alinearnos en el grupo que mas nos identifique. Digo que nos toca si es que queremos vivir en esta sociedad, quien prefiera puede irse a la montaña y fundar lo suyo aparte.

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