Las Grandes Ligas: el sueño imposible del espectador cubano

La pelota, entre la cumbre y el abismo

Por José Antonio Michelena (IPS-Cuba)

En Cuba no se pudo apreciar este espectáculo. Foto: Tomado de USA – Diario AS

HAVANA TIMES – Hace más de dos semanas que finalizó la Serie Mundial de las Grandes Ligas, el mayor espectáculo del béisbol, y todavía se comenta el encarnizado duelo entre los Nacionales de Washington y los Astros de Houston, del que la televisión cubana no transmitió ni un solo juego. Parece mentira que a estas alturas del desarrollo en las comunicaciones, en el primer país —allende Estados Unidos— donde se vio el Clásico de octubre por la pequeña pantalla, no pueda ser presenciado.

Dejamos a un lado las especulaciones sobre derechos de televisión, servicio de cable, velocidad de Internet, y otras, para enfocarnos en los avatares que hemos atravesado en seis décadas de encuentros y desencuentros con la Major League Baseball (MLB), nuestro itinerario personal.

Las páginas deportivas del periódico El Mundo fueron el remedio que encontré, en la década de los sesenta, para enterarme de las actuaciones, en la MLB, de Tony Taylor, Zoilo Versalles, Leonardo Cárdenas, Camilo Pascual, Pedro Ramos, Orestes Miñoso, Humberto Fernández, o Mike Fornieles. Ya para entonces, desaparecida la liga profesional en la Isla, mis héroes ya no eran los peloteros del Almendares, sino los del equipo donde jugara un cubano.

José Abreu fue el líder impulsador de la Liga Americana esta temporada en la MLB.  Foto: Tomada de la MLB

Pasaron luego muchos años, sin noticias de la MLB, en los que el único béisbol que vimos y seguimos era el que se jugaba en Cuba, la serie nacional, o los torneos donde participaba la selección cubana: juegos centroamericanos, panamericanos, olímpicos, etcétera.

Por tanto, nada supimos de la “maquinaria roja” del Cincinatti en los setenta, donde Tany Pérez era pieza fundamental. Nada tampoco de las brillantes temporadas de Luis Tiant, Camilo Pascual, o Miguel Cuéllar, o de cómo crecía la leyenda de Orestes Miñoso.

Nos perdimos también el paso de Bárbaro Garbey por el Detroit, y más tarde, los jonrones de José Canseco y Rafael Palmeiro, y las actuaciones de René Arocha con San Luis, o las atrapadas de Rey Ordóñez con los Mets, entre muchísimos acontecimientos.

Cuando, hacia mediados de la década de 1990, pudimos ver el video de un juego de la MLB, tomamos conciencia de nuestra ignorancia acumulada sobre el mejor béisbol del mundo, de lo que nos estábamos perdiendo, y decidimos que en adelante, de la manera en que fuera, íbamos a estar al tanto de las Grandes Ligas.

Así presenciamos, mediante una copia de video, el juego en que Liván Hernández, por los Marlins, ponchó a 15 bateadores de Atlanta en la serie de campeonato de la Liga Nacional en 1997, para superar al mismísimo Greg Madduck.

Y unos días después, en una noche aciclonada, pegados a un radio soviético de baterías, escuchamos el momento en que un batazo de Edgar Rentería sellaba la victoria del conjunto de La Florida sobre los Indios de Cleveland, en la Serie Mundial.

Entre 1998 y 2000, en Alamar, casi siempre por radio, y algunas veces por televisión, estuvimos al tanto de la dinastía Yankee, con El Duque Hernández en sus años de gloria. Era la época en que un aditamento a la antena del televisor permitía captar la señal.

Yordan Álvarez implantó varios récords para Novato en una temporada de la MLB.  Foto: Tomada de la MLB

Allí mismo, cerca del mar, esos mismos inventos nos posibilitaron ver algunos juegos de la increíble postemporada de 2003 que le dio su segunda victoria en Serie Mundial a los Marlins, equipo donde militaba el lanzador cubano Michael Tejera. Un año antes habíamos sido testigos de la asombrosa derrota de San Francisco ante Anaheim en el Clásico de Octubre.

También en esa década, pero con otra tecnología, vimos varios partidos memorables, como el primero que perdieron los Yankees con Boston en la serie de campeonato de 2004 para cambiar el rumbo de los acontecimientos y sepultar la maldición del Bambino o la Serie Mundial de 2005, ganada por los Medias Blancas de Chicago, con protagonismo de José Ariel Contreras y la conquista del cuarto anillo para El Duque.

En los últimos años, el fin de los inventos cubanos para captar la señal de la televisión ha tenido como contrapeso la llegada del paquete y las inconstantes acciones del canal Tele Rebelde para ofrecer juegos de las Grandes Ligas (nunca en directo). Esas transmisiones tuvieron su mejor momento en la temporada de 2016, ganada por Chicago Cubs, y abrieron una expectativa mayor que terminó en decepción.

El resto es silencio. Ahora estamos en el punto cero en cuanto a transmisión televisiva de las Grandes Ligas se refiere. Algunos comentaristas de los noticieros se refirieron brevemente a la postemporada de 2019, pero nada más.

La campaña de este año en la MLB fue histórica para los peloteros de la Isla. Cerró con cifra récord de participación (30) y actuaciones destacadísimas de un grupo de ellos, encabezados por Jorge Soler, líder en jonrones; José D. Abreu, líder en carreras impulsadas; Aroldis Chapman, Premio Mariano Rivera como mejor relevista del año; y Yordan Álvarez, Novato del Año, todos en la Liga Americana.

Otras actuaciones notables fueron las de Yulieski Gurriel, Yasmani Grandal, Yoan Moncada, Raysel Iglesias, Yasiel Puig, y José Iglesias. Las lesiones les impidieron a Yandy Díaz y Lourdes Y. Gurriel jugar la temporada completa, pero ambos mostraron el talento que poseen, y de lo que pueden ser capaces.

Jorge Soler

Sin embargo, en la Isla, el béisbol ha caído en picada y no se vislumbra mejoría. Cada selección cubana que asiste a un torneo internacional lo hace peor que la anterior. Las actuaciones en los Juegos Panamericanos de Lima y el Premier 12, en Corea del Sur, fueron lamentables. Todo indica que Cuba no estará presente en los próximos Juegos Olímpicos.

No obstante, la tradición del béisbol aquí es tan fuerte que los peloteros cubanos salen del país, hacen los ajustes necesarios, y triunfan en otras ligas, incluso en la MLB. Pero esa fuente se está secando. Si no se practican cambios profundos, si no se lleva a cabo una transformación radical, en la superestructura de ese deporte —primero— y en todo su sistema, el declive continuará.

Más de dos semanas después de concretarse la victoria de Washington en la Serie Mundial yo aún no he visto todos los partidos de la postemporada (aunque me los proporcionó el paquete). No tengo apuro. Faltan cinco meses para que comience la campaña del 2020.Tengo todo el tiempo del mundo, quien no lo tiene es el béisbol cubano para salir del abismo.