La verdadera historia de Lucía en el cielo con diamantes

Sobre uno de los mejores alegatos antirracistas que he leído en mi vida.

Vicente Morín Aguado

Lucy original.
Lucy original.

HAVANA TIMES — “¿Cómo eran los antepasados de Lucy?, ¿Estábamos en condiciones de identificar con cierta seguridad las líneas más ancestrales de humanos y chimpancés?, ¿era posible que el registro fósil hubiera podido conservar retazos de ese distante momento?” A lo largo de unas 300 páginas, Fernando Diez Martín nos atrapa con su Breve Historia del Homo Sapiens, Editorial Nowtilus, Madrid, 2009. Sin mencionar la palabra, terminamos convencidos de lo absurdo y estúpido del racismo.

Fernando nos ofrece la sorpresa del increíble parentesco entre “nosotros”-los humanos- y “ellos”-los simios- a la luz de los últimos detalles aportados por la biología molecular. Saltamos hacia atrás tres millones de años para encontrarnos con Lucy, insigne representante del Australopìthecus afarensis, descubierto el 24 de noviembre de 1974 en el valle de Afar, Etiopía. El equipo de arqueólogos solía matizar sus duras faenas escuchando a The Beatles.

De página en página, atrapados irremediablemente, llegamos al “muchacho de Turkana”, el primer humano conocido, vivió junto al lago de igual nombre en Kenya, su capacidad craneal casi triplicaba al de los monos antropomorfos actuales, andaba completamente erguido, su nariz afilada le acercaba decisivamente a los humanos actuales y, sobre todo, era capaz de fabricar hachas bicéfalas, era un hombre trabajador, por eso le bautizaron Homo ergaster.

Deseado o no homenaje a Federico Engels, este homínido trabajador recuerda el premonitorio ensayo escrito un siglo atrás por el gran amigo de Marx, titulado precisamente El papel del trabajo en la transformación del mono en hombre. Fernando Diez Martín combina historia natural con historia humana porque a su decir, “La tierra no acababa de estarse quieta”.

Aprendemos que nuestro planeta ha vivido sucesivos períodos de calentamiento y enfriamiento a través de millones de años, de paso conocemos de otros relojes capaces de medir el tiempo en parámetros poco usuales para el hombre común. Por ejemplo, si alguien se asombra porque hombres erectos aparecieron en Java hace un millón de años, supuestamente originados en el Rift africano, la cuenta es sencilla: avanzando 10 kilómetros por cada generación considerada en 20 años terrestres, bastarían 20 mil años para recorrer “tranquilamente” la distancia indicada.

Un capítulo especialmente valioso nos acerca al antecesor más mencionado, igualmente el menos comprendido y casi siempre vilipendiado de todos, el Hombre de Neandertal. Con fina ironía el autor dice:

“Ellos han sido, y siguen siendo en nuestros días, el arquetipo del primitivismo prehistórico, caricaturizados hasta la extenuación, quizás para situamos en una cómoda posición de superioridad desde la que observar el misterio de la evolución humana y el lugar en el mundo que tal proceso nos concede. Quizás, para sentimos seguros contemplando la “enorme” brecha que separa al ‘otro’ del ‘nosotros’.”

La Breve Historia del Homo Sapiens refuta totalmente el pretendido desarrollo lineal de la humanidad, planeado como lo inexorable por el dogma de los seguidores de Marx:

Lucy - reconstrucción ideal
Lucy – reconstrucción ideal

“Frente a la imagen de un progreso unilineal, atareado invariablemente en crear formas que van de lo simple a lo complejo, la realidad se empeña en mostrarnos una abigarrada ramificación de acontecimientos, un torbellino en el que los rasgos que hoy podríamos considerar modernos se presentan cuando no los esperábamos y se esfuman cuando contábamos con ellos.”

Inobjetablemente, nuestros orígenes están en África, de nuestro presente, lo que acerca al “ellos” del “nosotros” supera con creces a las diferencias. El origen de nuestra especie es una lección por aprender, significa entendernos, una tarea aún no alcanzada por la humanidad.

Del futuro queda en las páginas finales una certera reflexión:

“Resulta incómodo decirlo, pero la opulencia de unos pocos por si sola es la causa del más que evidente deterioro del planeta. En otras palabras, es materialmente inviable extender el absurdo nivel de vida consumista en el que vivimos a todos los habitantes de la Tierra: ¡9.000 millones en 2050! El modelo, mientras pueda seguir adelante, será intrínsecamente injusto y desequilibrado.”

Para quiénes leen fuera de Cuba es sencillo, pueden descargar el libro buscando en internet la biblioteca EPUBS, si se trata de mis compatriotas dentro del país, al menos les ofrezco un contacto personal con la opción de facilitarles un texto necesario para cualquier persona que de acuerdo con nuestro apóstol Martí Tenga fe en el mejoramiento humano y en la vida futura.
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Vicente Morín Aguado: [email protected]

 

 

2 thoughts on “La verdadera historia de Lucía en el cielo con diamantes

  • vicente:no se ponga tragico,por favor,ya con un iluminado armagedonico basta para HT,creo.Pasara mucho tiempo para que TODOS alcancems los niveles consumistas que usted dice.Por ejemplo en su pais,que es el mio too,tenemos un gobierno que nos esta preservando hace 56 ano para que no caigamos en esa tentacion,asi como el nuestro hay muchos,de diversas indoles.Pero resulta que,cosas de humanos,cuando ustedes los conscientes hayan tomado vuelo,estos paises gastadores(me refiero especificamente a mi pais),ya estara volviendose mas verde pues el desarrollo hace maravillas,por ejemplo yo consumo mas energia electrica y gasto menos combustible fosil que una casa de mi antiguo y originario pais.Yo viajo en auto y consume menos energia fosil y emito menos gases que un cubano que viaje en guagua,si se promedia,en fin el desarrollo,esa es la cuestion!!En cuanto a nuestros origenes,le recomiendo lea el genesis,es mas claro y suena mas a verdad.

    Ah! vicente,no se confunda,tengo dos paises,el mio de origen,del que me desterraron y el Nuevo,el que me acogio y dio la ciudadania,de lo cual estoy mas que agradecido,orgulloso!!

  • Vicentón:

    ¡Felicidades por el premio! No te lo gastes todo, guarda para “el invierno”…

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