La Revolución tiene que ser popular

Jorge Gómez Barata  (Progreso Semanal)

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Foto: Liborio Noval. Vencimos. Final de la Zafra azucarera (corte de caña de azucar). 1960

HAVANA TIMES — En cierta ocasión, en relación con la aplicación de una medida que podía resultar impopular, Fidel advirtió: “¡La Revolución no puede dejar de ser popular!” Alguien debería avisar a los encargados de los precios, la aduana, el aeropuerto y otros: El precepto sigue vigente.

La debacle socialista, la crisis económica propia, y la ajena, obligaron a descontinuar numerosas políticas sociales que el pueblo asumía como parte de la obra revolucionaria, y como conquistas que disfrutaba y defendía con fiera determinación. El inventario sería enorme y dramático; aunque tal vez la mengua en la cuota segura de víveres, ropas, zapatos, canastillas, juguetes, los comedores obreros y escolares, el plan de becas y la oferta de viviendas, serían botones de muestra.

A la supresión de decenas de cosasj que técnicamente han saneado la economía pero perjudicado a la gente, se suma la creación de una red comercial en divisas, el aumento de los precios en el comercio estatal, que en el sector privado han quedado librados a la oferta y la demanda, la reintroducción de unos impuestos y la elevación de otros, la contracción del empleo y los bajos salarios.

En conjunto esas circunstancias han deteriorado el nivel y calidad de la vida, golpeando a la parte más ancha de la pirámide social, y reintroduciendo en la realidad cubana el feo rostro de las desigualdades y de la pobreza, que progresan al mismo ritmo en que las conquistas retroceden.

El hecho de que el pueblo haya asimilado grandes frustraciones, depuesto sueños y metas, comprendido e incluso apoyado la adopción de medidas restrictivas en aras de salvar conquistas esenciales; y que sin quejas ni lamentos, soportó las privaciones del Período Especial, no significa que haya otorgado un cheque en blanco a los encargados de operar los asuntos públicos.

Foto: Alberto Korda, El Quijote de la Farola, Cuba, 1959.
Foto: Alberto Korda, El Quijote de la Farola, Cuba, 1959.

Los funcionarios del poder revolucionario a quienes no puede temblarle el pulso para adoptar medidas y asumir rectificaciones que permitan enrumbar la economía por los caminos de la racionalidad, el ahorro, y la eficiencia, deben tener también sensibilidad para ser consecuentes con el carácter popular de la Revolución, y abstenerse de dictar medidas restrictivas impopulares, excepto cuando no existan otras alternativas, no pueda esperarse, y se ofrezcan argumentos convincentes.

Porque comprendió la esencia de esa dialéctica política y por su preocupación por preservar la unidad entre el pueblo y el poder, y para cuidar la cohesión de la sociedad como la niña de los ojos, el presidente Raúl Castro incorporó a su programa de gobierno la eliminación de “prohibiciones absurdas” que, algunos organismos reintroducen de contrabando.

Así ocurre con las medidas que desde hace algún tiempo, unas tras otras dicta la Aduana General de la República, que se empeña en privar a los viajeros cubanos de las mínimas ventajas que alguna vez disfrutaron; sin necesidad ni justificaciones válidas.

Es ridículo asumir que impidiendo a los viajeros traer algunos artículos para sus familias, aumentando impuestos y reduciendo el tamaño de los paquetes, se ayuda a la economía nacional, insólito comparar a Cuba con otros países donde no hay bloqueo, escasez, ni precios exorbitantes; como tampoco contingentes internacionalistas.

Es ocioso rebatir argumentos, entrar en detalles o describir desatinos; a la vez es pertinente apelar al Partido y a la dirección del Estado, encargados de velar por la preservación de la unidad del pueblo, la cohesión social, y el carácter popular de la Revolución, para pedirles que exijan moderación acerca de medidas innecesarias o inoportunas que lesionan células que deben ser preservadas. Allá nos vemos.

6 thoughts on “La Revolución tiene que ser popular

  • Si te creíste el cuento, peor para ti.

  • Este análisis de Jorge es mil veces superior a la visión edulcorada que nos brinda “el informe de viajero” de Anna Theofilopoulou.
    Lo cual indica el nivel de información del primero y el nivel de desinformación de la segunda.
    Jorge tiene razón en señalar que el gobierno hace oídos sordos a las demandas de la ciudadanía y genera políticas absurdas frente a las cuales, el gobierno da las espaldas a la población y no responde rectificándolas.
    Lo popular de la política del gobierno desapareció junto a los subsidios soviéticos.

  • Tienes mucha razón, pero podrías haberte ahorrado esa muela barata y partidista e ir directamente al grano. Son unos descarados e hipócritas, quienes plantearon -sin, al menos, una consulta popular- Esas (una vez más) absurdas restricciones y, aún peor, esos cobardes de siempre, quienes la apoyaron sin rechistar, pero como nadie se tira para la calle, pues vendrán esas y otras aún peores.

  • Un desgobierno,que critica,llora,patalea,hace campañas,grita a los cuatro vientos por que le levanten el bloqueo, le parece mucho que 100 o 200 personas que se dedican a llevar paquetes lo hagan y ahora se bajan con otra medida para joder al pueble y a los familiares, que se gana el dinero trabajando y tiene que privarse de miles de cosas para ayudarlos y ahora estos funcionarios, sabiendo que la medida es impopular, como todas las que hacen, la meten a la fuerza.

  • ¿De qué revolución habla este señor?; que lo de Castro siempre ha sido tiranía pura y dura… gracias a lo aguantones que son los cubiches.

    Precisamente este cinco de agosto se cumplen veinte años del maleconazo, una estampida inusitada para tan manso rebaño que demostró cuán cobardes son los represores cuando un grupo de desesperados toma las calles; y cuán inútil es el aparato represivo cuando la gente dice basta.
    El Balsazo del ’94 fue posible gracias a la valentía de cientos de ciudadanos anónimos… y de la cobardía de Castro y sus esbirros, que cuando la calle se puso caliente se esfumaron los “segurosos”, policías y chivatos.

    Mientras esos pocos salieron a reclamar libertad, el resto de La Habana prefirió la complicidad del silencio y la inacción. ¿De qué revolución habla este señor, siendo Cuba una isla prisión y propiedad privada de Castro y sus gorilas?

  • Barata habla desde una posición comprometida con el gobierno y sus mejores cambios. A algunos puede no agradar. Pero todos debemos acostumbrarnos a escuchar criterios e ideas desde otras posiciones. En lo personal coincido en que las medidas son impopulares. Y es que una buena parte de esa burocracia ya no tiene nada que ver con los intereses populares, al tiempo de que es más que evidente que la forma autoritaria en que se dirigen las cosas en Cuba, donde el Poder Popular y su Asamblea Nacional no juegan ningún papel, deben ser revisadas, siendo hora ya de realizar cambios profundos en el sistema politico de decisión, de manera que sea el pueblo directamente o a través de sus representantes electos democráticamente, los que tomen las decisiones principales. Una nueva Constitución debe empezar ya a ser discutida. El gobierno cubano comente un error grave si sigue dejando para nunca más, las necesrias reformas politicas hacia una democratización de la vida politica del país.

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